Gastronomía
Montesquiu celebra el futuro pero sin olvidar el pasado
El establecimiento, con mucho carisma y personalidad, celebra 25 años de vida con permanentes guiños a sus orígenes
El Montesquiu celebra sus 25º años de vida con un guiño a su pasado y su esencia. En realidad el aniversario es del nuevo Montesquiu, porque los orígenes de esta establecimiento se remontan al 1952, cuando la familia Torremadé regentaba una pequeña bodega de barrio que evolucionó para convertirse con los años en el punto de encuentro de universitarios y gente joven.
«Al principio, el Montesquiu era una bodega que se dedicaba a vender vino. Poco a poco, de forma espontánea y a demanda de la clientela fue incorporando pequeños platos a su oferta, en la que tenía una presencia importante la cerveza», recuerda el propietario el restaurante, Javier de las Muelas, quien señala que «fue de los primeros establecimientos en hacer patatas bravas». «Era de esos sitios auténticos, al que yo iba mucho con mis amigos de la universidad», razón por la cual, cuando le ofrecieron hacerse con el restaurante, Javier de las Muelas no lo dudó. «Me hacía mucha ilusión porque para mí es un sitio emblemático», asegura
Por entonces corría el año 1991 y el Montesquiu inició un proceso lento y progresivo de reforma y adaptación a los nuevos tiempos. «Arreglé un poco el espacio y después amplié el local, que ha sufrido ya dos grandes reformas, la más importante en 2009». Pero De las Muelas tiene una premisa muy clara: «Hay que ir para adelante pero sin olvidar nunca el pasado, cambiar pero sin perder la esencia». En este sentido, el restaurante conserva gran parte de su oferta originaria, las tapas clásicas, pero además ha incorporado platos y medias raciones novedosas. De ahí su extensada y variada carta, que incluye 18 tipos de ensalada. «Es un concepto de que aquí vale todo», señala el propietario, quien añade que «también hay sugerencias del día».
La oferta del Montesquiu es además una continuidad de su propietario, un reflejo de sus gustos, como todo aquello que recuerda a Andalucía. «Hay cosas que son muy mías», afirma para añadir: «Nos gusta que sea como comer en casa, con producto de gran calidad y un servicio dulce».
Sin duda, el Montesquiu es una lugar con alma, un «espacio que forma parte de la vida de las personas» y ello se transmite también a través del espacio y el ambiente, que conserva algunos elementos que recuerdan a sus orígenes, como los vidrios de las puertas, pintados como en las antiguas bodegas. Mesas altas de madera con taburetes, cuadros de inspiración andaluza o de artistas que significan algo para el propietario, fotos de personajes destacados en la vida de Javier de Las Muelas, un expositor de marisco, jamones suspendidos de la pared o los tiradores de cerveza, dan al Montesquiu ese carácter singular, que se puede apreciar nada más pisar su terraza exterior.
Y eses es precisamente el espacio que esta semana se pone de gala para celebrar el 25 aniversario del restaurante con una oferta en la que tienen especial incidencia las tapas clásica de la antigua bodega, algunas de las cuales se recuperan para la ocasión.
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