Arte, Cultura y Espectáculos

Picasso vuelve a la Sala Gaspar

Dedicatoria inédita de Picasso para la familia Gaspar
Dedicatoria inédita de Picasso para la familia Gasparlarazon

En 1956, Pablo Picasso estaba considerado como uno de los principales enemigos del régimen franquista. Desde su exilio había demostrado su resistencia a la dictadura con su obras y en declaraciones públicas. Por eso, tratar de exponer su obra en España era toda una aventura. Fue en ese año cuando ese tabú se vino abajo, fecha en la que la Sala Gaspar de Barcelona expuso algunas de sus litografías. Un año más tarde fue el turno de una de las mejores composiciones picassianas «Mujer en la mecedora». Se iniciaba una colaboración que desembocaría, sobre todo, en 1960, en la misma sala, con nueva obra y numerosas colas con gente con ganas de ver lo mejor del maestro.

Tanto tiempo después, la Sala Gaspar, en su nueva etapa, ha querido rescatar ese espíritu de colaboración con el artista mañagueño. Lo hace con una exposición que hoy abre sus puertas y que reúne trabajos del propio fondo histórico de la galería, además de alguna obra de primer orden procedente de una colección particular.

Homenaje

Según explicó a este diario Moishan Gaspar, responsable de la esta sala, con esta muestra «queremos rendir homenaje a aquellas exposiciones. Desde que abrimos, en esta nueva etapa, hemos querido combinar autores contemporáneos con los históricos de la galería. Por eso, Picasso tenía que ser uno de los primeros en presentar aquí».

Entre las piezas expuestas destaca especialmente un óleo de 1941, muy poco visto públicamente. Se trata de un retrato de la fotógrafa Dora Maar, una de las personas más importantes en la vida del pintor. La pieza es uno de las mejores que Picasso dedicó a quien fue modelo de la serie sobre la mujer llorando. No es la única musa en este espacio porque también cabe una interesante litografía con uno de los mejores retratos de Jacqueline, su última esposa, elaborado con su inigualable mano maestra.

En la Sala Gaspar también aparecen alguno de los temas habituales en el universo picassiano. Es lo que puede apreciar en tres linóleos. En uno de ellos, una escena de tauromaquia con fondo azul protagonizada por un picador, aparece un caballo que puede recordar perfectamente al herido corcel de «Guernica». Los otros dos grabados con esta técnica nos recupera a los traviesos faunos que tanto gustaban a Picasso.

El visitante de la muestra también tendrá algunas sorpresas, como poder contemplar una tinta inédita dedicada por el artista a su galerista barcelonés. Es una escena tradicional del artista: el artista y su modelo. En esta ocasión, Picasso retrata a su homónimo como si fuera un pintor del barroco, mientras que la desnuda musa puede recordarnos a una muy idealizada Jacqueline.

La cerámica, otra de las pasiones de Picasso, se presenta con tres piezas. Una de ellas es un prototipo en plata, ideada por Gaspar y el editor Gustavo Gili. «A Picasso no le gustó nada, por lo que no pasó de proyecto», apuntó Moishan Gaspar.

Pero, además de las obras, está el recuerdo de los lazos de afecto, así como las afinidades electivas entre el pintor y los amigos que quisieron que su trabajo se pudiera exhibir en Barcelona. Ello se recuerda incluso en el logo de la actual Sala Gaspar que recupera el que les dedicó Picasso. «El régimen vio que no podía con él. Por eso, al final, tuvieron que acabar dejando que se presentarán sus cuadros en la ciudad», concluyó Moishan Gaspar.