China

¿Por qué fuimos a la luna?

La nueva temporada de cenas bajo las estrellas del Observatori Fabra celebra los 50 años de la misión Apolo XI: «Un gran paso para la humanidad»

Observar las estrellas y la luna fascina porque nos conecta con nuestros ancestros, no saber cómo se originó el universo es la sal de la vida, pero el hombre no cesa en su empeño por encontrar respuestas
Observar las estrellas y la luna fascina porque nos conecta con nuestros ancestros, no saber cómo se originó el universo es la sal de la vida, pero el hombre no cesa en su empeño por encontrar respuestaslarazon

La nueva temporada de cenas bajo las estrellas del Observatori Fabra celebra los 50 años de la misión Apolo XI: «Un gran paso para la humanidad»

¿Cómo nació el universo? ¿Cómo se originó la vida en la Tierra? ¿Hay vida más allá de la Tierra? No saber la respuesta de estas tres preguntas es la sal de la vida, pero el hombre es tan curioso que no cesa en su empeño por encontrar una explicación a la cuestión de dónde viene y a dónde va. Ahí está queriendo volver a la luna, porque la Tierra y su único satélite tienen una historia en común. Sólo que la Tierra renueva su superficie continuamente a través del clima y la luna permanece casi inalterada. Así las cosas, si la materia prima que dio origen a la vida llegó por el impacto de algún cometa, quizás podría encontrarse algún rastro de las sustancias orgánicas originales en su superficie.

Por ahora, esta posibilidad es sólo una teoría. Lo que sí sabemos es por qué fuimos a la luna y si volveremos. Lo explicará Rafael Clemente el próximo 20 de julio en el Observatori Fabra, ese lugar privilegiado en la montaña del Tibidabo, donde es imposible no enamorarse de Barcelona.

Ese día, hará 50 años de la llegada del hombre a la luna. Y para celebrarlo, las Cenas con Estrella que cada verano organiza la Real Academia de Ciencia y Artes de Barcelona con la Obra Social «La Caixa» tiene preparada una conferencia con este experto selenita, ingeniero industrial y primer director del Museo de la Ciència, que estaba en los Estados Unidos cuando Neil Amstrong, «Buzz» Aldrin y Michael Collins llegaron a la luna.

No es el único regalo de aniversario del Observatori Fabra. Ese día, los comensales podrán probar un entrante especial, creado por el Culinary Institut of Barcelona, inspirado en el menú que comieron los astronautas que viajaron a la luna el verano de 1969. Hay cosas curiosas como un crujiente de bacon ahumado o arroz salvaje con pollo crujiente en un cono, como el del “calipo”, que se come con los dedos, como si fueran pipas peladas.

Esa noche, como casi todas las noches en el Observatori Fabra, los visitantes no dejarán de maravillarse y exclamar «¡oooh!», con muchas «os». Cuando vean las vistas de Barcelona de día, iluminada de noche, cuando entren en el Observatori Fabra, que con 114 años en activo es uno de los más antiguos de Europa, y miren a través de su telescopio el infinito y más allá. Pero, sobre todo, quedarán fascinados con las historias que cuentan los divulgadores científicos que amenizan las cenas bajo las estrellas todas las noches de verano de martes a domingo hasta el 6 de octubre. Porque en el universo, hay historias increíbles, constelaciones que hablan de mitos y dioses que nos hacen mirar las estrellas. Y al hombre le fascina mirar al cielo de noche y observar el universo, porque lo conecta con sus ancestros.

Clemente responderá por qué fuimos a la luna y si volveremos. «Fuimos por un capricho de John Kennedy», asegura. Resulta que cuando llegó a la Casa Blanca se encontró con «un barullo importante». Tenía disturbios raciales, un avispero en Vietnam, un desastre en Bahía de Cochinos y la economía iba mal. Además, los rusos le chafaron la única esperanza que tenía para animar al pueblo, lanzar el primer astronauta al espacio. Rusia ganaba en la carrera espacial, Yuri Gagarin fue el primer hombre en salir al espacio, pusieron en órbita al Sputnik, el primer satélite, y a la primera mujer, aunque nadie se acuerde de ella. Kennedy no tenía interés por el espacio, pero preguntó a los expertos en qué podía ganar a Rusia. Y la respuesta fue en ir a la luna. Así se embarcó en una misión quijotesca que costó 25.000 millones de dólares, unos 100.000 millones de hoy.

Los Estados Unidos ganarían la carrera espacial a la luna por poco. En julio de 1969, los rusos enviaron una sonda automática con la que pretendían coger una muestra de tierra lunar y volver, pero el «Luna XV» se estrelló contra una montaña de la cara oculta de Selene tres días antes de que llegara el «Apolo XI» y nunca más se supo. El 18 de julio, Amstrong y Aldrin pisaron la luna. Collins se quedó en la nave esperándolos un día entero sin saber si regresarían. Probablemente, fue uno de los pocos humanos que no vio a sus compañeros hacer historia. Desde entonces, nadie ha vuelto a la luna. Donald Trump quiere hacerlo en 2024 y China en 2030. Arranca una nueva carrera espacial.