Elecciones 24-M
Rajoy busca el cuerpo a cuerpo con C’s
Arremete contra «los personajes televisivos» y reclama «mantener el rumbo» para lograr la recuperación. Soslaya a Mas para no alimentar unas municipales en clave soberanista
El sorprendente resultado de las elecciones en el Reino Unido insufló ayer oxígeno al PP de Mariano Rajoy. Nadie esperaba que David Cameron lograra los escaños suficientes para gobernar en solitario. Ninguna encuesta presagió la victoria de los conservadores por mayoría absoluta. Los analistas explican que a la hora de la verdad, a la hora de elegir las papeletas, a los indecisos –un 39 por ciento en Barcelona, según la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS)–, y no tan indecisos les tiemblan las piernas y votan seguridad. «La gente busca seguridad y la seguridad te la dan los partidos de siempre», subrayan también los «cocineros» de Génova, mirando con recelo a Ciutadans, a quien el PP ha declarado su enemigo público. El PP ya no es el único partido a la derecha del PSOE, como decía José María Aznar. Y Ciutadans amenaza con su hegemonía en este espacio desde 1990.
«Los españoles son igual de inteligentes que los británicos y saben valorar el trabajo bien hecho del Gobierno del PP», añadía ayer la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, desde el mitin que los populares ofrecieron en Tarragona. Una teoría que desafía a partidos emergentes como Ciutadans o la BComú de Ada Colau, mimados por las encuestas, y a la que se aferró Rajoy, que en su primer día de campaña viajó a Cataluña, tras firmar una inversión millonaria con Volskwagen en las plantas de Martorell y Pamplona, 4.200 millones en cinco años. Para hacerse una idea de la magnitud de la cifra, el año pasado, toda la industria automovilística española movió unos dos mil millones de euros.
Como presidente del Gobierno, Rajoy se encontró con Artur Mas en un almuerzo con los cincuenta empresarios de las primeras marcas automovilísticas, en Barcelona, con motivo del 38º Salón del Automóvil. Aunque imperó la cordialidad, el lenguaje verbal no engaña, Mas y Rajoy apenas intercambiaron palabras. Mantuvieron la distancia e utilizaron sus discursos para lanzarse sendos desafíos. Rajoy no nombró a Artur Mas, se dirigió a él como «el señor presidente de la Generalitat»; no habló del proceso soberanista, pero espetó que hay que «abrir la sociedad para ser más próspera», y sacó pecho para demostrar que la economía va bien anunciando el 8º Plan Pive de apoyo al sector del automóvil.
Mas intentó contraatacar presumiendo de Salón de Automóvil, el Gran Premio de Montmeló de Fórmula 1 y la decisión de Ferrari de abrir un parque temático en Port Aventura.
Como presidente del PP, enarboló la bandera de la recuperación económica, la experiencia y la estabilidad política. En el mitin en Tarragona, donde apoyó al candidato popular Alejandro Fernández, se mostró muy afectuoso con los simpatizantes para contrarrestar la simpatía que despierta el «personaje televisivo» de Albert Rivera.
Sin noticias del PSC
El PP situó a Ciutadans como enemigo público número uno a batir. «No es momento de adanes ni ocurrencias, es momento de mantener el rumbo», advirtió, antes de señalar que su objetivo es llegar a los 20 millones de puestos de trabajo. Los socialistas ya no aparecen en sus discursos y los soberanistas lo hacen de refilón, para recordar que la soberanía es de todos los españoles, que con la Constitución no se juega y que el Gobierno de España ha salvado a administraciones que no podían pagar a sus proveedores cuando en España se hablaba de prima de riesgo y rescate.
Decía Goethe que «nada hay más terrible que una ignorancia activa», y Rajoy obvió a a quienes hace dos días eran sus grandes enemigos, los socialistas en España y CiU en Cataluña para desarmarles. CiU y ERC admiten que no hay nada mejor que un discurso del PP contundente contra el nacionalismo catalán para animar al independentismo. Pero el PP debe hacer equilibrios y no dejar en manos de Ciutadans el discurso a favor de la unidad de España.
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