Arte, Cultura y Espectáculos
Un Rossini de estreno
El Gran Teatro del Liceo tiene una asignatura pendiente desde 1847, año de su inauguración. Y no es algo anecdótico, sino un descuido que a día de hoy parece increíble. Después de más de 150 años de historia, nunca ha llevado a escena una de las grandes obras maestras de la ópera bufa y una de las mejores y más reconocidas de Gioachino Rossini, «Il turco in Italia». Al menos hasta ahora.
Esta noche se saca la espina con una excelente producción, con dirección escénica de Christof Loy, que moderniza la pieza para situarla en la Italia de los años 50, con un aire muy felliniano, que potencia tanto las voces de los cantantes como su capacidad actoral. «Es una producción divertida, con infinidad de gags que no despiertan sonrisas, como es habitual, sino auténticas carcajadas, en una ambiente lleno de frescura. El público se pasa tres horas sonriendo» asegura Víctor Pablo Pérez, que dirige a la orquesta del Liceo.
El clásico de Rossini, estrenado en 1814, fue un prodigio de modernidad en su época y muchos ven en el libreto de Felice Romani un antecedente directo a las obras de Pirandello. El argumento es simple, pero de gran ingenio. Un poeta va escribiendo una obra mientras se sucede en escena, en un juego que subvierte todos los códigos de la ópera bufa, así como las estructuras de la ópera dramática.
Romper los tópicos
A partir de aquí, hay un marido de carácter débil, su esposa, una mujer alegre y alocada muy enamoradiza, un turco cansado de su harén de mujeres que se deja seducir por esta mujer, y un caballero celoso y sentimental, amante también de esta mujer, que servirá para liar un poco más esta comedia de costumbres, enredos y casi vodevil. «En la adaptación no cruje nada, es perfecta, llena de color, lejos de las versiones al uso. Su lenguaje es más directo y la dirección de escena no molesta, sino que ayuda a los cantantes», señala Pérez.
El elenco cuenta con grandes voces como Ildebrando d'Arcan-gelo, Nina Machaidze, Renato Girolami, David Alegret y Pietro Spagnoli, entre otros. «La obra te exige mucho, pero te permite probarlo todo, con grandes momentos cómicos, dramáticos, de lucimiento vocal y actoral. Doña Fiorilla es una mujer un poco alocada, que no sabe lo que quiere, con pocas luces, pero buena persona. Está enamorada de su marido. El problema es que también está enamorada de muchos otros hombres», comenta Machaidze, una estupenda Fiorella, embarazada de siete meses, que consigue dar vida a un personaje fácil de caer en la caricatura. «Es algo maravilloso cantar embarazada. A veces parece que yo canta y ella baila. No deja de moverse», ríe Machaidze
El director de orquesta realza la importancia de la Orquesta del Liceo, con la que ha trabajado con placer. «El trabajo de Josep Pons ya se nota mucho y se ve que es una formación en una progresión increible. No es fácil conseguir el sonido ligero que se requiere», dice Pérez.
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