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Gastronomía

Una interpretación muy personal de la cocina catalano-asturiana

En el restaurante Llamber se trabaja con producto catalán y recetas asturianas para diseñar una propuesta muy particular.

Un ambiente acogedor invita a los comensales a olvidar por unos momentos sus preocupaciones y disfrutar de la mesa y de la compañía.
Un ambiente acogedor invita a los comensales a olvidar por unos momentos sus preocupaciones y disfrutar de la mesa y de la compañía.larazon

En el restaurante Llamber se trabaja con producto catalán y recetas asturianas para diseñar una propuesta muy particular.

El concepto de Llamber nació en Avilés, Asturias, hace ya casi 10 años producto de la asociación y consiguiente intercambio de culturas culinarias del chef asturiano Francisco Heras y la catalana Eva Arbonés.

La combinación de los orígenes de ambos, de sus experiencias y propuestas, dio lugar a una taberna gastronómica con recetas catalanas tradicionales y un producto asturiano. En 2012, visto el éxito de esta fórmula, se exportó a Barcelona, donde esa combinación y hermanamiento ente la cocina catalana y la asturiana se concretó en el sentido inverso.

«El concepto Llamber parte de integrar producto asturiano en recetas catalanas o producto catalán en recetas asturianas. En Barcelona hemos hecho esto último», comenta el chef y propietario Francisco Heras, quien, pese a que se siente cómodo con la calificación del Llamber como un «restaurante asturiano-catalán de esencia», señala que éste «no es un restaurante propiamente asturiano tal y como lo entiende la gente». «El de Barcelona tiene platos asturianos pero revisados como yo considero», indica el dueño para a continuación señalar que «aquí, por ejemplo, no tenemos sidra». A modo de ejemplo cita su plato de morcilla con chipirones, que sería una reinterpretación de la tradicional receta catalana de la butifarra con chipirones.

En este sentido, el chef comenta que se trata de una cocina muy sencilla, directa y fresca con un toque personal, una cocina que se fundamenta en «la interpretación personal de la gastronomía del Cantábrico y del Mediterráneo» y que combina propuestas clásicas como las patatas bravas o la fabada con otras revisadas, más personales, propias. Y en este contexto, en los fogones del Llamber se huye de la fantasía y los artificios para dar todo el protagonismo al producto, tanto en lo que se refiere a la selección de esa materia prima, de proximidad y gran calidad, como en lo que respecta al trato que se le da en cocina. «Hay una mínima manipulación del producto, al que respetamos por encima de todo, cuidando los tiempos, las temperaturas...para sacarle el máximo rendimiento». «El fin es sacarle todo el potencial posible a esa materia prima pero sin disfrazarla», indica el chef.

En cualquier caso, todas las elaboraciones y propuestas del Llamber están pensadas para compartir. Así, la idea es arrancar la experiencia gastronómica como un pica pica de tapas y medias raciones, para a continuación degustar algún platillo más contundente, también diseñado siempre para compartir. Al margen de la carta, a mediodía, el comensal tiene la opción de disfrutar de un menú, que varía semanalmente y que consta de una ensalada, una crema, media ración de pescado y otra media de carne y postre por 16,95 euros.

Así pues, Llamer resulta una opción atractiva por su gastronomía, pero también por su servicio y ambiente. Situado en un local del Borne, que combina elementos históricos como sus arcadas o paredes de piedra, con otros de diseño fresco y actual, este restaurante recibió el año pasado la insignia de Gremio de Restauración por la calidad de su servicio.