Europa

Atenas

Y Gaziel se fue a la guerra

Las crónicas de Agustí Calvet sobre uno de los dramáticos episodios de la Primera Guerra Mundial siguen siendo de gran vigencia
Las crónicas de Agustí Calvet sobre uno de los dramáticos episodios de la Primera Guerra Mundial siguen siendo de gran vigencialarazon

Agustí Calvet, Gaziel para la historia del periodismo, fue uno de los mejores cronistas de la I Guerra Mundial. Sus reportajes, publicados en las páginas del diario «La Vanguardia», son todavía indispensables para conocer esa etapa. Algunos de esos textos acabaron después convertidos en libro, como «En las líneas de fuego», «El año de Verdún» y, especialmente, «De París a Monastir (1915)», título este último que recupera Libros del Asteroide este febrero, con prólogo de Jordi Amat.

Como el mismo autor explica en la introducción de esta obra, él salió a «explorar» una zona concreta de Europa, la del oriente balcánico representada por Patras, Megaspileon, Atenas, Salónica y Monastir. El reportero observador, preciso en anotar cuanto encontraba en su viaje, no vaciló y por eso, como él mismo apunta, «me esforcé en recoger los estados de espíritu, la fisonomía momentánea, las secretas intenciones, los anhelos, simpatías y odios del pueblo griego». Ese recorrido acabó llevándolo hasta «la tragicomedia diplomático-militar que se desarrollaba en Salónica. Y presencié, por fin, con un espanto indecible, la agonía de Serbia». En su libro, Gaziel permite que el lector viva en primera persona toda esa tragedia, con una admirable precisión. Es lo que Amat define como «reportajes cuya factura tenía un aire inequívocamente novelesco. Los lectores, más que información sobre el conflicto bélico, leían una aventura por entregas basada en hechos reales».

En el libro, Gaziel nos permite pasearnos por una parte de Italia, por Génova, Milán y Nápoles, para pasar a Grecia donde se topa ante un país inmerso en el caos, en las antípodas de lo que el periodista veía como la cuna de la civilización. De allí, el reportero trasladó su buen hacer periodístico a hasta Serbia, concretamente a la ciudad de Bitola, Monastir en aquellos años, en el suroeste de la República de Macedonia. Fue allí donde constató en su primera peraona otras de las miserias de la I Guerra Mundial, precedente de tantos conflictos bélicos: el drama vivido por los refugiados.

Pero Gaziel no es solamente un periodista. Es un literato por que sus textos pueden compararse con los mejores cronistas de todos los tiempos por la gran calidad de cuanto escribió. También se percibe su gran ética ante un mundo que se estaba haciendo añicos. Por eso, narraba que «el mundo está en guerra, y estos parajes se encuentran sometidos a una tutela absurda».