Valencia
À punt, pozo sin fondo
Hay que tener reaños, como decían los ilustrados de mi pueblo, para obtener los propósitos. Reaños y nada de pudor. Es lo que hace la izquierda, aún más si es radical, o extrema como gustan decir de otros. Me refiero a la carta dirigida por los comités de empresa de la Corporació Valenciana de Mitjans de Comunicació y de la Societat Anònima de Mitjans de Comunicació ¡vaya nombrecito para referirse a la Radiotelevisión Valenciana!, en la que se expresa la verdadera dimensión económica y laboral que se pretende, pueda o no permitírsela nuestra sociedad.
Ya no son suficientes los casi sesenta millones de euros con los que se dotó -¡ojo! y con ellos se conformaron quienes la montaron y quienes aceptaron gestionarla- ni la plantilla, cuyos componentes la integran la mayoría de los que percibieron el despido cuando se cerró.
El tiempo ha desvelado el error de quien decidió ponerla en negro pensando que, tras la desaparición de nuestra televisión autonómica, el resto seguiría el mismo camino, y que, con aquel ahorro, se solucionaban las cuentas. Nada de nada. Ni una Comunidad siguió esa vía, nos costó un dineral el cierre en indemnizaciones y, a tenor de los resultados, nos está costando otro reabrirla, más aún si tenemos en cuenta el fracaso de audiencia y la pasta que aún se destinará si los gestores se salen con la suya.
Como corresponde, la mira se centra en el dicho popular valenciano «...serà per diners». Así es la vida.
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