Conservar la leche materna, las claves para que no pierda sus propiedades

No hay que descongelarla en el microondas y se puede guardar hasta tres meses en el congelador

Conocer cómo almacenar apropiadamente la leche materna es esencial para que muchas madres puedan mantener una lactancia materna prolongada. La leche humana es un alimento vivo y a pesar que su almacenamiento puede afectar a sus componentes, va a seguir siendo el estándar de oro de indiscutible superioridad.

Para su almacenamiento podemos emplear distintos recipientes: vidrio, plástico (polipropileno), aptos para alimentos o bolsas diseñadas especialmente para este fin. Otra opción son recipientes de cristal de conservas lavados adecuadamente (con agua caliente y jabón o en el lavavajillas).

La leche materna recién extraída puede mantenerse 3-4 horas a una temperatura de 27-32ºC. Refrigerada en la nevera (4ºC) hasta ocho días y congelada (-20ºC) durante unos tres meses.

Es importante almacenar la leche en la parte más interna del congelador, de este modo evitamos su recalentamiento al abrir la puerta del congelador. Los recipientes deben estar correctamente etiquetados con la fecha de congelación y no ser llenados totalmente, dejando un espacio para permitir su expansión al congelarse.

Es recomendable coger la leche en porciones pequeñas, recipientes de 60-120 mililitros.

La leche recién extraída debe enfriarse antes de ser congelada, pudiéndose juntar leche de varias extracciones en un solo recipiente y añadir leche fresca una vez enfriada a la ya congelada, siempre que la cantidad de leche fresca no supere a la cuantía ya congelada, lo cual rompería la congelación de la capa superior de la leche congelada.

No se debe descongelar en la nevera, ni en el microondas, ya que eliminaremos muchas de sus propiedades beneficiosas.

Se descongela rápidamente, colocando el recipiente de leche congelada bajo el chorro del agua caliente, pero como esto no es ecológico, una alternativa es colocarla dentro de un cazo de agua calentada previamente y no directamente sobre un cazo al fuego.

Una vez descongelada se puede mantener 24 horas en nevera, pero no puede volver a congelarse, también puedes juntar para una misma toma leche extraída en distintas fechas.

Antes de ofrecerla al bebé agitar suavemente para mezclar la grasa con el resto. La temperatura ambiente es la más adecuada para dársela al lactante, que es como sale de nuestro cuerpo.

Como no sabemos la cantidad de leche que el bebé va a tomar es mejor ofrecerle pequeñas cantidades con el fin de no desperdiciarla, ya que si el bebé no se termina toda la cantidad, el sobrante debe desecharse, no puede ser usada para la siguiente toma, puesto que en contacto con la saliva del bebé la leche se contamina de gérmenes que proliferan con el paso de las horas. Si el bebé quiere más cantidad es mejor tener leche descongelada para poder ofrecérsela que tener que tirarla.

Algunas leches cuando se descongelan, tienen un olor a rancio, esto es debido a la actividad de la lipasa, una enzima que degrada la grasa en ácidos grasos, para que sea más digerible por el inmaduro sistema digestivo del bebé. No sucede en todas las madres lactantes, pero si en algunas que tienen un exceso de lipasa en su leche.

Tampoco siempre supone un problema para el bebé, puesto que algunos se la toman sin dificultad, en cambio otros se niegan a ingerirla. Si esto último ocurre podemos evitarlo, antes de congelar la leche, calentándola a 60ºC y congelarla rápidamente, sino dispones de termómetro especial para cocina, otra opción es poner la leche al fuego en un recipiente a calentar hasta que empiece hacer pequeñas burbujas en los bordes del recipiente, momento en que se aparta del fuego y se enfría antes de congelarla, habiendo inactivado de este modo la lipasa.

No olvides que ante cualquier duda, siempre puedes consultar con un personal sanitario cualificado en lactancia.

Pueden enviar sus preguntas a consultalactancia@larazon.es