Valencia

El filón de los cruceristas

Los hosteleros valencianos negocian con varios «tour operadores» extranjeros convenios que permitan aprovechar el flujo de turistas que atracan en la capital

Más de 77.000 pasajeros llegaron al puerto valenciano en abril. Las visitas, muy programadas apenas les dejan tiempo libre para gastar dinero en comercios, bares y restaurantes
Más de 77.000 pasajeros llegaron al puerto valenciano en abril. Las visitas, muy programadas apenas les dejan tiempo libre para gastar dinero en comercios, bares y restauranteslarazon

Valencia- El crucerista es un turista singular, un cliente cautivo de un producto que ha comprado con mucha antelación, un viajero con comportamientos de consumo muy rígidos. Atracan, desayunan, se montan en un autobús, recorren los tres principales puntos de interés de una ciudad, comen lo que les cuentan que es típico, van de compras y regresan ya de noche al barco. ¿Balance de la visita? Un gasto medio de doce euros. Una miseria si se tiene en cuenta que suele tratarse de un turista de un nivel adquisitivo medio y medio-alto. Comerciantes y hosteleros son conscientes del potencial de este colectivo, así que se han puesto manos a la obra para explotar el filón.

El presidente de la Federación de Hostelería de Valencia (FEHV), Manuel Espinar, desvela haber mantenido contacto con los «principales 'tour operadores' turísticos internacionales» a fin de establecer estrategias conjuntas que lleven a un mejor aprovechamiento de un fenómeno que el mes pasado llevó a la costa de la capital valenciana a más 77.000 pasajeros.

«El control del crucerista está en manos de la Administración y las navieras se muestran muy reacias a las acciones de 'marketing', pero hay que valorar que se trata de un cliente prescriptor». Así que cuando llega a una ciudad como Valencia, «que tiene de todo», playa, buena gastronomía, oferta cultural y tiendas de lujo, se queda con ganas de repetir la experiencia, con lo que además de planear su inmediato regreso, no dudan en recomendarla. «Tienen una capacidad incalculable para vender un destino, así que si al turista en general hay que cuidarlo, al crucerista, todavía más».

La cifras invitan a la ambición comercial, pues en las últimas semanas el puerto valenciano ha sido destino de alguno de los buques más importantes que operan en el Mediterráneo. Solo el pasado martes ,11.000 cruceristas llegaron a la capital a bordo de tres barcos. Un desembarco que se sumaba al que protagonizaron la última semana de abril doce cruceros y sus 21.000 ocupantes.

Porque a los hosteleros no les queda otra que ingeniárselas para superar uno de sus peores años, pues, pese a las «microalegrías» de los últimos puentes y festivos -Semana Santa fue mejor de lo que esperaban y el 2 de mayo resultó un «segundo balón de oxígeno» para el sector- y minimizar, en la medida de lo posible, las nefastas consecuencias de la crisis económica. «Llevamos tres años muy malos, la demanda está como está, mal y los empresarios de bares y restaurantes ya no pueden reducir más su margen de beneficios», asegura Espinar mientras cruza los dedos a la espera del verano de resurrección.