Cataluña

«España vive una situación disparatada»

Coincidiendo con tiempos convulsos, «Sangre, sudor y paz» se presenta para ahondar en el retrato social de un Estado que, durante más de medio siglo, vivió bajo la amenaza de ETA

Manuel Sánchez y Lorenzo Silva hablan a La Razón de su nuevo libro
Manuel Sánchez y Lorenzo Silva hablan a La Razón de su nuevo librolarazon

Coincidiendo con tiempos convulsos, «Sangre, sudor y paz» se presenta para ahondar en el retrato social de un Estado que, durante más de medio siglo, vivió bajo la amenaza de ETA

Un guardia civil con larga trayectoria en la lucha contra ETA, un periodista que conoció en su propia familia los estragos de la organización armada y un escritor que vivió su adolescencia en una colonia militar convertida en objetivo de ETA, se arman de valor para contar a través de la mirada de quienes lo combatieron y redujeron -la guardia civil-, el nacimiento, auge, caída y extinción de uno de los grupo terroristas más letales del último siglo.

–¿Creen que hay quienes tienen intereses en dejar ver que no fue tanta la trascendencia de ETA, y que el terrorismo fue causa de una lucha entre dos bandos?

-Lorenzo Silva: Durante los últimos años lo que ha habido es un intento de trasladar a la opinión pública la sensación de que en España hubo un conflicto entre el País Vasco y el resto del Estado. Un conflicto marcado por una confrontación simétrica en todos los sentidos, incluso en el daño que ocasionado. Pero, lo que es indiscutible, es que hablamos de una banda terrorista que mató a 860 personas, dejando a miles tocadas de por vida y que mantuvo el terror en la sociedad durante más de medio siglo.

-En ese caso, ¿consideran que ha habido una segunda batalla por saber y mostrar cuál fue la verdad?

-L. S. Al final lo que ha habido es una magnanimidad de una causa nacionalista por parte de un colectivo independentista, del que ETA se convirtió o decía que se convirtió en su punta de lanza. Hay quientes tratan de defender que lo que hubo fue un acto de generosidad, alegando que eran artesanos de la paz. Esto no es así, no ha habido ninguna concesión de generosidad de nadie, lo que se ha dado es la aniquilación por parte de una organización terrorista que imponía la extorsión.

-¿En qué momento ETA le otorga a su lucha una cobertura ideológica?

-Manuel Sánchez: Desde el propio día que nace. Se erigen el uniforme antifranquista y defienden que luchaban por la libertad de España. No obstante, una vez Franco muere justifican su lucha por la «opresión que vive el País Vasco» y esto lo mantienen hasta sus últimos días. Alegan que ellos son quienes van a liberar al País Vasco del yugo opresor.

-Como bien comentan, la polémica siempre ha estado en torno a si atentaban contra Franco o contra España. Sin embargo, basta con ver que fue a la altura de mediados de los 70, una vez ha caído el régimen Franquista y España se encuentra en plena transición, cuando se disparan las cifras de atentados. En este sentido, ¿debería descartarse que la acción de ETA estuviera motivada por la primera razón?

-L.S. ETA atacó más con la democracia, la misma que los amnistió y lo hicieron con la atrocidad con la que nunca habían atacado antes en el régimen de Franco.

-Otra de las cuestiones más polémicas que nos deja esta amarga vivencia, es quiénes eran verdaderamente las víctimas del terrorismo. Generalmente se asocia a políticos, periodistas y, por supuesto, los hubo y mucho, pero basta con analizar las cifras para encontrar que un 25 por ciento de los fallecidos se corresponde con la figura de la guardia civil.

-L.S. Hay otro factor, hay víctimas que fueron más visibles que otras y que fueron más lamentadas que otras. Hubo guardias civiles asesinados a los que se les condujo discreta y sigilosamente hacia el cementerio de su pueblo, sin ningún tipo de reconocimiento. Al mismo tiempo, hay otra aspecto que mencionamos en el libro y es muy doloroso. El hecho del asesinato generó una responsabilidad civil. Dado que los etarras no pagaron ningún tipo de indemnización, lo asumió el Estado, generando víctimas de primera y de segunda. Hubo vidas que valían mucho más que otras, hablando en una magnitud de treinta veces más.

-M. S. El libro recoge un testimonio de un padre de una niña pequeña de Santa Pola a quien le dan 30 mil euros después de que ETA asesinara a su hija. Sin embargo, a un político que perdió una pierna le concedieron 3 millones de euros.

-Trasladándonos a la actualidad, y en particular al tema de la independencia, ¿creen que ha habido durante largos años, al igual que en el caso vasco, un trabajo de manipulación contra la imagen de España y que ha pasado desapercibida?

-L. S. Es una cuestión muy compleja y no hay que ser frívolo. Yo he vivido siete años en Cataluña y he visto cosas que no me han gustado en la enseñanza pública. Me he recorrido centros de enseñanza y sí es verdad que existe la posibilidad de esa baza. Creo que se intentó jugar en Cataluña, desconozco muy bien con qué éxito -me faltan herramientas de medición social para hacer afirmaciones consistentes- pero considero que sí se ha dado una cierta creación de ambientes sociales proclives a determinadas interpretaciones de la historia, de la sociedad y de las fuerzas de seguridad. En el País Vasco claramente sí hubo muchas personas inducidas a una conciencia gravemente errónea. Que unos señores que amenazaban a todo un pueblo por el hecho de que cualquiera les mirara mal, se podía encontrar con una bomba debajo del coche o con un tiro en la cabeza, eran luchadores por la libertad. Mientras que gente que iba a trabajar, a esclarecer delitos e intentar aplicar la ley, eran calificados de mercenarios o asesinos.

-En relación al cumplimiento de la ley, ¿qué clase de odio se está engendrando a día de hoy hacia una persona que por el simple hecho de hacer su trabajo sea calificado de asesino, o que en las redes sociales proliferen comentarios manifestando alegría ante la muerte de un cuerpo militar?

-M. S. Ahora mismo, España vive una situación disparatada. Los casos que dices existen pero yo los quiero ver como casos aislados, en un lugar geográfico muy concreto. Ahora bien, es un tema que ha traspasado todos los niveles de cordura, de educación y de decencia.

-L. S. Había un artículo este fin de semana de Julián Marías y que decía una cosa muy cierta: estamos vaciando las palabras. Estamos perdiendo todas las referencias, y esto ya no es un problema de la guardia civil sino que vivimos en una sociedad de cabezas huecas y tenemos que empezar a rellenarlas porque sino vamos camino del despeñadero.