Arte, Cultura y Espectáculos
Juan Manuel de Prada: «¿Redes sociales? Yo no pierdo el tiempo en esas patochadas»
El escritor presenta su última novela, “Lucía en la noche”
Entrevistar a Juan Manuel de Prada (Baracaldo, 1970) siempre es un reto. Más, si cabe, cuando se dispone de poco tiempo para ello. Lleva más de dos décadas siendo una de las más grandes voces del panorama literario español, y cada vez que reaparece, la escena da un vuelco. Lo mismo se puede decir respecto a sus opiniones: mordaz, árido y agudo, su andadura por los platós nunca pasa desapercibida. Admite que ha dejado de creer en la televisión, y no ofrece grandes soluciones para la plataforma. Ella misma se ha condenado. «Lucía en la noche», rompedora pero clásica, como él, es su última novela.
-Vuelve a aparecer su alter ego, Alejandro Ballesteros, en la escena literaria nacional. ¿Qué hay de nuevo en esta novela y cómo ha evolucionado su escritura desde aquel Premio Planeta?
-Cada vez que sale en una novela vive una historia distinta que nada tiene que ver con mi vida. Sí que es cierto que en ella pongo algo de mi mirada, de mi experiencia, el poso que la vida me ha dejado, y que muestro a través de este personaje. En este caso muestro mis experiencia de cuando era un treintañero, cuando pasé por una crisis vital y literaria. El personaje muestra esta coyuntura. Pero la historia que se cuenta en la novela nada tiene que ver con mi vida. Respecto a cómo ha evolucionado mi escritura, creo que, como todo escritor, a medida que te haces viejo, vas incorporando tu propia vida a tu obra. No en el sentido de hacerla más autobiográfica, sino que cada vez tienes mayor conocimiento de todo, y lo proyectas en tu obra. Cuando eres joven buscas más el impacto, el deslumbrar. Es una evolución natural en todo escritor.
-¿Hasta qué punto las cosas que nos ocurren en la vida influyen en nuestra manera de escribir?
-Es algo natural. Somos seres orgánicos, a pesar de que hoy nos quieran deconstruir. Las heridas que la vida nos deja afectan a nuestro trabajo y a nuestra visión del mundo, es inevitable. Lo importante es ir asimilándolo. Hay que ser capaz de integrar esas heridas en la vida.
-Usted acaba planteando que el amor es la gran redención. Quizá la única.
-Somos seres nacidos para amar y ser amados. Nuestra andadura por la vida no tiene otro consuelo. Somos eternos buscadores del amor. De hecho, las personas que no tienen amor, que no lo han encontrado o que lo han perdido, se quedan huérfanas, extinguidas, deprimidas, tiradas a la basura. Por mucho que se venda hoy el individualismo, el empoderamiento, todas estas historias tártaras, los seres humanos necesitamos completarnos a través del amor que recibimos y damos. Esto es lo que hacen los seres humanos fuertes. Por eso, los tiranos lo que pretenden en todas las épocas es destruir los vínculos entre las personas, esa capacidad de amar y ser amado. Es la gran lucha desde el principio de los tiempos. No olvides que diablo significa el que divide en griego. Hay una necesidad divina de unirnos, y una debilidad diabólica de dividirnos.
-Ha defendido que su obra no es fantástica, sino realista. Pero es metafórica también.
-Puede tener ciertos climas o atmósferas próximas al mundo fantástico. En muchos momentos no sabemos si Lucía es un ser de carne y hueso o es una especie de fantasma. Es un juego que yo planteo para desconcertar al lector. Al final, la novela es una recreación del mito de Orfeo y Eurídice. Alejandro tendrá que bajar a los infiernos de este mundo. Será un viaje al corazón de las tinieblas, descubrirá el mal. Hay un componente metafísico, quizá.
-También es evidente la influencia de “Vértigo”. ¿Qué tiene Hitchcock, que queda tan bien en pantalla como en papel?
-Las películas de Hitchcock son historias de intriga, pero donde el misterio no nace de superestructuras, sino del propio ser humano. Esto es lo que me gusta de él. En “Sospecha” no sabemos si Cary Grant quiere asesinar a su mujer o no, en “Falso culpable” no sabemos si Henry Fonda es un criminal o no, en “Vértigo” desconocemos si Kim Novak está poseída por el fantasma de una muerta... Este desconcierto, este desazón que nos produce el misterio humano me parece mucho más poético e interesante que estos misterios que nos venden hoy, que me parece que alimentan una mentalidad conspiranoica bastante absurda, y que no me interesan nada literariamente. La razón de ser de la literatura es alumbrar el misterio humano, como hacía Hitchcock también con sus películas.
-Usted se ha considerado antimoderno. ¿Su obra también lo es?
-Soy antimoderno en el sentido ideológico, me refiero a mi posición frente a las ideologías modernas. Esto no quiere decir que mi literatura no sea de este tiempo. Es tradicional, se reconoce en una tradición, pero eso no quiere decir que no sea una literatura de nuestros días. La modernidad no tiene nada que ver con ser de este tiempo o no. Significa adscribirse a una serie de ideologías que han sido nefastas y que han conducido al mundo a la bancarrota moral, espiritual y material. En este sentido me declaro antimoderno.
-Lucía padece electrosensibilidad. ¿Y usted?
-Lucía abomina de las nuevas tecnologías, ella por razones distintas a mí: no quiere tener teléfono móvil, no quiere estar en lugares con conexiones wifi... Asegura que las ondas electromagnéticas le producen desarreglos. En mi caso, considero que la tecnología está destruyendo nuestra vida, cambiando nuestra naturaleza. Está rompiendo los vínculos humanos y convirtiéndonos en seres autistas, dependientes de nuestro móvil, de nuestro artilugio que teóricamente nos mantiene en contacto con la realidad. En realidad lo que hace es apartarnos de ella. Yo abogo por una dieta de tecnología, que habría que empezar a considerar seriamente.
-Por redes sociales ni le pregunto.
-No. Yo no pierdo el tiempo en esas patochadas. Mi tiempo es muy precioso. A medida que te vas haciendo viejo, te das cuenta de que el tiempo del que dispones es cada vez menor. No dedico tiempo a esto.
-Ya no aparece casi en tertulias. ¿Se ha desencantado con la televisión?
-Sí. La televisión es un medio muy degradado. Honestamente, creo que tiene muy poco futuro. Es un medio que podría haber tenido unas posibilidades extraordinarias, divulgativas, se ha ido envileciendo. Hoy en día es muy complicado a través de la televisión hacer llegar un mensaje profundo, con trasfondo. Mantiene a la gente en una burbuja de superficialidad, y después de enfrenta. Es un vehículo de fanatización de las masas. Soy muy escéptico. Indudablemente con la televisión, pero en generalmente con todos los medios de comunicación.
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