Religion
La ciudad de Castellón enfila el Castell Vell para rememorar su fundación
Los castellonenses celebran su día con la tradicional «Romería de les Canyes»
Los castellonenses celebran su día con la tradicional «Romería de les Canyes»
La ciudad de Castellón se despertó ayer dispuesta a empuñar las cañas decoradas con una cinta verde y enfilar el camino hacia el Castell Vell para conmemorar su fundación en un año especial, en el que se cumplen 75 años de las Fiestas de la Magdalena, y en una jornada en la que el ambiente festivo y de hermandad comparten siempre protagonismo.
El presidente de la Generalitat, Ximo Puig acudió, como suele ser habitual, a este día central de las fiestas junto a la alcaldesa de Castellón, Amparo Marco, y este año también lo hizo el ministro de Fomento, José Luis Ábalos. También estuvo presente la presidenta del PPCV, Isabel Bonig.
Los más madrugadores llegaron a primera hora a la plaza Mayor para asistir a las 07.00 horas al reparto de las 25.000 cañas, mientras muchos jóvenes todavía se despedían de la fiesta del sábado por la noche tras disfrutar de una alargada primera jornada festiva.
Antes, a las 6.30 horas la campana «Vicente» comenzó su tradicional volteo para anunciar la solemnidad del día y dar paso al toque de diana de la Colla de Dolçainers i Tabaleters de Castelló en la Plaza Mayor, a los que acompañó la «gran despertá» en la calle Rosa María Molas y en la plaza de la Panderola del Grao a cargo de la Pirotecnia Peñarroja.
La comitiva oficial, encabezada por las reinas de las fiestas Natalia Palacio y Natalia Collazos, acompañadas por las damas de la ciudad, arrancó el peregrinaje tras la misa de romeros en la Concatedral de Santa María.
Las familias, las collas de amigos y los carros engalanados partieron hacia la Magdalena en procesión ataviados en su mayoría con el blusón negro y el pañuelo verde y empuñando la caña que les guia en el camino, como hicieron los primeros pobladores de la ciudad.
Los peregrinos fueron llegando a la ermita de Sant Roc de Canet para almorzar el típico «figa y doset» antes de continuar de nuevo el camino hacia el Castell Vell. Todo el trayecto estuvo controlado por un amplio dispositivo de seguridad y se ofreció un servicio de autobuses, así como una lanzadera especial de trenes de Renfe.
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