Valencia

La lucha contra la apnea del sueño y la hipertensión van de la mano

Una investigación de La Fe permitirá tratar a pacientes polimedicados y con un elevado riesgo de mortalidad

Cerca del 70 por ciento de pacientes con hipertensión arterial refractaria tienen apnea del sueño, la mayoría sin diagnosticar
Cerca del 70 por ciento de pacientes con hipertensión arterial refractaria tienen apnea del sueño, la mayoría sin diagnosticarlarazon

La apnea es el más frecuente de los trastornos respiratorios que se producen durante el sueño, ya que afecta a alrededor del cuatro por ciento de los adultos. Es también uno de los factores de riesgo más comunes para padecer hipertensión arterial. Sin embargo, hay buenas noticias para todos aquellos que la sufren. Según los resultados de un ensayo clínico llevado a cabo por el Hospital La Fe de Valencia, el dispositivo CPAP (presión positiva continua de la vía aérea) que se utiliza en pacientes con apnea permite, además, reducir las cifras tensionales en pacientes con hipertensión arterial resistente al tratamiento.

El hallazgo permitirá tratar a pacientes que no consigue controlar la hipertensión a pesar de tomar cada día al menos tres fármacos y que tienen, por lo tanto, un elevado riesgo de mortalidad y morbilidad.

La investigación, coordinada por el doctor Miguel Ángel Martínez-García, investigador del Instituto de Investigación Sanitaria La Fe y médico del servicio de Neumología de dicho hospital, se centró en los pacientes con tensión arterial resistente o refractaria, es decir, aquellos que no consiguen controlar sus cifras tensionales a pesar de que toman más de tres medicamentos diferentes diarios.

Presión del aire

En este sentido, se calcula que cerca del 70 por ciento de pacientes con hipertensión arterial refractaria tienen apnea del sueño, la mayoría sin diagnosticar. Se trata de un colectivo con un elevado riesgo de sufrir problemas cardiovasculares y una elevada tasa de mortalidad y morbilidad.

Durante la investigación se estudiaron 194 pacientes con apnea de sueño e hipertensión arterial resistente al tratamiento, procedentes de 24 hospitales españoles, lo que supone el mayor ensayo clínico realizado hasta la fecha sobre este tema.

Los investigadores analizaron los casos durante tres meses, controlando la presión arterial mediante un sistema de registro portátil de 24 horas, con el fin de evaluar el efecto del tratamiento con CPAP (pequeño dispositivo que usan mientras duermen y que aumenta la presión del aire en la garganta a fin de mantener abiertas las vías respiratorias abiertas) usado para tratar la apnea sobre la tensión arterial diurna y nocturna.

El estudio ha sido editado por la revista Journal of American Medical Association (JAMA), una de las publicaciones científicas más prestigiosas y de mayor impacto del mundo. Los resultados concluían que en el grupo tratado con el dispositivo CPAP se produjo un descenso significativo de las cifras tensionales tanto media como diastólica. Asimismo, el resultado fue más pronunciado en los descensos producidos durante la noche. En este sentido, una de las conclusiones del estudio fue la correlación entre el número de horas de utilización media de la CPAP y el descenso de las cifras tensionales.

Los resultados obtenidos en esta investigación permiten concluir que «todo paciente con hipertensión arterial resistente a tratamientos debe someterse a estudios de sueño para determinar si sufre apnea del sueño relevante, ya que de ser así podría tratarse con CPAP para reducir las cifras de tensión arterial», aconseja Martínez-García.

Un millón y medio de casos

La apnea obstructiva del sueño es un bloqueo de las vías respiratorias mientras se duerme, por lo que los pacientes dejan de respirar durante cortos períodos.

En España hay un millón y medios de casos, aunque hasta el ochenta por ciento no está diagnosticado.

Cuando finaliza la apnea (normalmente de forma brusca) se produce un descenso de la cantidad de oxígeno en la sangre y en los tejidos y otra serie de cambios metabólicos que aumenta las posibilidades de padecer hipertensión arterial sistémica y pulmonar, lo que incrementa el riesgo de sufrir problemas cerebrovasculares y de miocardio.