Literatura
«La vida se hizo para vivir de otra manera»
La novela de Daniel Torán «Subir hacia abajo» relata el punto de inflexión en la rutina de un alto ex directivo, maestro de las relaciones personales, que hace que se pare de golpe y se cuestione desaprender todo lo aprendido.
La novela de Daniel Torán «Subir hacia abajo» relata el punto de inflexión en la rutina de un alto ex directivo, maestro de las relaciones personales, que hace que se pare de golpe y se cuestione desaprender todo lo aprendido.
–¿Quién es Daniel Torán y cómo se le ocurrió escribir la novela «Subir hacia abajo»?
–Soy un ex directivo de Recursos Humanos de una empresa muy notable. Hace diez años comencé a interesarme por el montañismo y por ello en repetidas ocasiones viajé a Nepal. A partir de ahí, tuve un fuerte compromiso con la cultura nepalí, con la gente que me he ido encontrando a lo largo de los caminos del Himalaya estos años. En mi diario de recorridos tomaba nota, no sólo del paisaje, sino también de mis reflexiones. Mi gran pasión por las relaciones humanas intenté casarla con el diario de viajes para que no fuera como nada visto hasta entonces y se transformó en una novela.
–Usted recalca que no es un libro de autoayuda, sino de reflexión.
–No quería hacer una relación de consejos o recomendaciones ni tampoco un método para resolver las vidas de mis lectores. Lo que deseaba era que, además de una «guía», llevaran algo más en sus mochilas. Yo, quería invitarles a la reflexión. Aun así, mi propósito al escribirlo era que la gente pusiera freno a determinadas coyunturas de la vida que llevamos, sobre todo en la cultura occidental, y que se resituaran en los valores humanos como son el amor, la amistad, el compromiso... incluso la solidaridad.
–¿Esta lectura tiene fronteras con respecto a la edad?
–Es completamente atemporal. Además, la persona se zambulle, se siente identificada. Por una parte, por los valores humanos que se plasman, y luego, por el relevante contraste que ofrece la novela entre la cultura nepalí y la propia. En la novela se conversa sobre temas de los que cualquiera podría opinar. Es más, generará debates. Sin embargo, también es una historia de aventuras para los más pequeños.
–¿Qué clase de valores quedan expuestos a la reflexión?
–El protagonista pone freno a su vida, se sitúa en un momento en el que dice: «La vida nos ha hecho para vivir así», apartando el estrés y las responsabilidades excesivas que le han infundido en el trabajo. Pero no escapa. Él no es ningún rebelde, simplemente, lo necesita como persona. No se critican las actitudes, se razona sobre un hartazgo originado por la presión de una gran compañía o por la incomunicación vista desde las organizaciones como sociedad actual. Entonces, ahí comienza la reflexión.
–¿Demasiadas diferencias con respecto a la cultura de Nepal?
–¡Muchas! Un canto a lo sencillo, a lo humano. El protagonista ve hospitalidad a cambio de nada, sonrisas desinteresadas y mucha naturalidad. Entonces, se pregunta: «¿Para qué nos complicamos tanto la vida cuando la felicidad no es una llegada, sino pequeños detalles que nos van formando?». Plantea reorganizar los valores actuales, apartando la idea de que las cosas materiales importan algo más que las espirituales. La cultura nepalí muestra mucho respeto hacia las personas mayores, además de que posee creencias muy arraigadas provenientes del hinduismo, así como del budismo. Esto les hace vivir el día, sin pensar en lo que pase o no en un futuro.
–¿Queda todo plasmado según usted iba percibiéndolo?
–He partido de la base de que la novela está escrita con emoción. No concibo narrar de otra forma. Sí, mis vivencias personales están reflejadas en la novela, pero he tenido también que reinventar la historia.
–¿Cuál es el «feedback» de los lectores?
–Les está encantando. Para mí ha sido un placer poder compartirlo. Además, tengo una primicia, me acaban de llamar de Círculo Rojo, la editorial, y quedo nominado para su Premio Novela. La verdad es que ha sido todo un reto. Esto no se fuerza, tan sólo pasa, y esta vez era el momento.
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