Iñaki Zaragüeta
LOS RENGLONES TORCIDOS DEL TS
¿Antonio Anglés, uno de los asesinos de las tres niñas de Alcácer –Desirée, Míriam y Toñi– podía haber sido candidato a las elecciones europeas antes de ser condenado cuando era prófugo de la Justicia?
¿Antonio Anglés, uno de los asesinos de las tres niñas de Alcácer –Desirée, Míriam y Toñi– podía haber sido candidato a las elecciones europeas antes de ser condenado cuando era prófugo de la Justicia?
¿Antonio Anglés, uno de los asesinos de las tres niñas de Alcácer –Desirée, Míriam y Toñi– podía haber sido candidato a las elecciones europeas antes de ser condenado cuando era prófugo de la Justicia? ¿También Luis Roldán antes de entregarse en Laos? ¿Dionisio Rodríguez Martín «El Dioni», huido tras robar un furgón con 298 millones de pesetas (1,8 millones de euros) podía haber aspirado a un escaño en el Parlamento Europeo? o ¿cualquier prófugo podría hacerlo, fuera violador, acusado por violencia de género, pederasta o autor de un abominable delito?
Coincido con mi amigo Rogelio en que el Tribunal Supremo no hubiera emitido el mismo fallo en estos casos que el dado a la demanda de Carles Puigdemont, Antoni Comín y Clara Ponsatí, por lo que me inclino a pensar que ha primado más lo politico que el sentido común, la proporcionalidad y la justicia, características a las que debe responde la aplicación de las leyes.
Mi amigo insiste en que la determinación del Alto Tribunal tiene tintes cortoplacistas, sin base en la jurisprudencia y sin percibir las consecuencias que podría acarrear de plantearse otros casos relativos a crímenes, estafas, corrupción o la más variada gama de vulneración
de las Normas.
Da la impresión de que en este caso ha planeado sobre nuestros eminentes juristas el fantasma del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, con su rayo implacable extendido hacia España.
En definitiva, no parece razonable que unos huidos de la Justicia aspiren a obtener un acta de parlamentario europeo, a no ser que los magistrados,
al igual que Dios, escriban con renglones torcidos, como diría Torcuato
Luca de Tena.
Así es la vida.
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