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Los okupas traficaban y alquilaban las habitaciones en el «Johnny»

Los okupas traficaban y alquilaban las habitaciones en el «Johnny»
Los okupas traficaban y alquilaban las habitaciones en el «Johnny»larazon

El desalojo ha comenzado a las 6 de las mañana y en él han participado 400 agentes de diferentes unidades de la policía.

Quien iba a decirle a Camarón, a El Cigala o a Miguel Poveda (cuando aún no era tan conocido) que el escenario que les dio tantos momentos de gloria iba a acabar, no muchos años más tarde, convertido literalmente en urinario y letrina por un grupo de individuos que okuparían el colegio mayor San Juan Evangelista en 2014. Entre las guarradas con las que se toparon ayer los más de 600 policías que participaron en el dispositivo para desalojar por orden del Juzgado de Instrucción número 12 de Madrid el famoso «Johnny» podría destacar ésta. El mítico salón de actos del colegio mayor de Metropolitano, que fue en su día referencia mundial entre los amantes del jazz y del flamenco, estaba lleno de deposiciones y orines humanas y hacía las veces de «pipican», según fuentes policiales, así como lo que en su día fue la biblioteca del centro. «Hemos visto de todo a lo largo de muchos años, pero lo de hoy nos ha sobrepasado», comentaba ayer a este diario un veterano agente del grupo de la Brigada de Información que siguen a antifascistas y okupas en Madrid. Pero las peligrosas condiciones de insalubridad en las que vivían los 310 okupas que ayer fueron desalojados del inmueble no se reducen sólo a este detalle. Carne podrida en una de las habitaciones de las plantas, perros (algunos de raza peligrosa) mal atendidos y otros animales como cobayas y hasta una sala de tatuajes en uno de los cuartos donde no se podría garantizar la higiene más mínima. En el interior se encontraban okupas muy dispares. Según las mismas fuentes, se trata de individuos que han sido expulsados de otros colectivos okupas (los más «antisociales») o extranjeros en situación irregular a quienes los primeros en llegar (el edificio fue okupado en verano de 2014) cobraban un alquiler por habitación. Según explicaron ayer en rueda de prensa la delegada del Gobierno, Concepción Dancausa y el jefe superior de Madrid, Alfonso Fernández, también se dedicaban a trapichear con droga. De hecho, los agentes encontraron 128 gramos de cocaína, hachís, varias plantas de marihuana y sustancias alucinógenas. Pero sin duda lo que más había eran bicis. Eso sí, robadas de la empresa que tiene la concesión municipal: BiciMAD. El camión de la empresa tuvo que dar varios portes para llevarse todas.

En total, fueron 84 personas las detenidas, la mayoría por infracción a la ley de extranjería, pero también por cuatro requisitorias pendientes relacionados por temas menores. Los agentes fueron planta por planta identificando a los 310 okupas que estaban durmiendo en las seis plantas del edificio.

Fue a las 5:00 horas aproximadamente cuando irrumpieron –en cumplimiento de la orden judicial fechada a 2 de noviembre– en el que fuera en el colegio mayor más conocido de Ciudad Universitaria, en la calle Gregorio del Amo. El despliegue policial ya estaba listo y los accesos con el perímetro de seguridad preparado, la unidad Cóndor (el helicóptero) lista y los agentes a punto de entrar. En el dispositivo participaron agentes de la Brigada de Información, de Extranjería, de Policía Judicial y de Seguridad Ciudadana. Casi 600 agentes entre Guías Caninos, Caballería, el GOIT (Grupo Operativo de Intervenciones Técnicas), los GEO y varios grupos de la UIP.

La imagen del «Johnny» por dentro nada tenía que ver con lo que fue en su día. Los primeros «okupas» que llegaron se encargaron de desvalijar todo lo que tenía valor (cuando este diario entró en octubre de 2014 aún había instrumentos musicales abandonados) y se llevaron hasta ordenadores, televisiones, muebles, mesas y elementos metálicos y de cobre de todo tipo. Todo ello para revenderlo en tiendas de segunda mano o en el mercado ilegal. Eso sí, contaban con luz (hasta hace poco los ascensores funcionaban a la perfección), que habían enganchado de forma ilegal y que seguía pagando la Universidad Complutense. De hecho, también acudieron técnicos de la universidad, que tomaron fotos de las distintas estancias para conocer los daños y cerrar el edificio lo antes posible para evitar nuevas entradas ilegales.