Asamblea de Madrid
Ángel Garrido: «Sucesor designado»
En ocasiones, la realidad se asemeja a la ficción. La política madrileña puede parecer una de esas series de televisión que avanza hablando de poder, gestión pública, intrigas y segundas intenciones, tropiezos y triunfos, luchas fratricidas entre compañeros y cuyo desenlace llegará al final de la temporada. Ahora mismo, todos en Cs están viendo «Sucesor designado», la producción que parte de una sorpresa: por una inesperada circunstancia, el secretario de Urbanismo, Tom Kirkman, llega a la presidencia de los Estados Unidos, cargo que ni en sus más optimistas ambiciones había soñado ostentar. Si a alguien se parece el protagonista es a Garrido, a la sazón próximo presidente de la Comunidad de Madrid. O eso mantiene Albert Rivera, cuyo «sí» resultará imprescindible para la investidura. La nominación no ha pillado por sorpresa a nadie. El ascenso le llega a quien fuese hombre de confianza de Cristina Cifuentes tras una trayectoria pública que comenzó en 1995 cuando fue elegido concejal de Pinto. En las siguientes municipales saltó a Madrid, donde desarrolló su carrera política bajo la batuta de Alberto Ruiz-Gallardón y de Ana Botella, aunque era conocido por su cercanía a Esperanza Aguirre.
Sus responsabilidades en la Secretaría Ejecutiva de Política Regional del PP en la etapa 2004-2008 le llevaron a coincidir con Cifuentes. De ahí arranca una estrecha amistad que desembocó con Garrido en la Asamblea de Madrid en 2015 y, al lado de la presidenta, al frente de la Consejería de Presidencia y como portavoz. Cifuentes lo situó también a su diestra en el partido como secretario general. La tarea más dura de Garrido ha sido seguramente la de «apagafuegos». A él le ha correspondido terciar en la «guerra» con el «socio» de gobierno, Ciudadanos, encabezado por Ignacio Aguado. Mientras Cifuentes y Aguado apenas se molestaban en guardar las apariencias, Garrido hubo de templar más de una gaita. «Ha sido nuestro principal interlocutor. La relación con él siempre ha sido buena», reconocen en el grupo naranja de la Asamblea.
Fontanero eficaz, pragmático, de trato afable, con mucha mano izquierda aunque no pocos enemigos en la misma Génova 13, gran apasionado de la lectura, «sufridor» rojiblanco de pro, aficionado a coleccionar primeras ediciones de Silvina Ocampo, amante de hacer rutas por la Sierra de Guadarrama junto a su perra «Trufa», le corresponderá hasta las elecciones intentar sacar al Ejecutivo regional del «shock» tras la ruidosa salida de Cifuentes. Y habrá de hacerlo bregando contra numerosos elementos, empezando por una formación naranja que aspira a tenerlo asfixiado durante su andadura, en pos de sus particulares expectativas de voto. Y Ángel Garrido, el «sucesor designado», lo sabe mejor que nadie. Este ex alumno del colegio Tajamar, seguramente hasta sorprenda.
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