Ayuntamiento de Madrid
Carmena cerca las terrazas en Chamberí
El Ayuntamiento ha acotado el espacio que puede ocupar cada velador con líneas verdes y azules pintadas en las aceras
La medida busca evitar que haya mesas o sillas que se excedan de los límites señalados y, si sucede, facilitar la denuncia y posterior sanción al establecimiento.
El programa electoral con el que Ahora Madrid ganó las elecciones municipales en la primavera de 2015 apostaba por recuperar una «ciudad cercana, cohesionada y habitable». Una vez en el Gobierno, el equipo de Manuela Carmena tradujo esto en una ofensiva sin cuartel contra los bares con terraza y en favor de los vecinos que reclaman silencio y aceras despejadas. El Ayuntamiento no ha dudado en poner contra las cuerdas a los hosteleros con oleadas de inspecciones y cercando el espacio que se les concede a sus sillas y mesas al aire libre.
El penúltimo capítulo del enfrentamiento entre el Ayuntamiento y los bares por el «control» de la calle tuvo lugar el pasado jueves: los hosteleros de Chamberí vieron como operarios municipales, pincel y bote de pintura en mano, señalaban en el suelo el espacio máximo que las terrazas pueden ocupar. De esta manera, el Ayuntamiento busca evitar que los bares no coloquen mesas y sillas en la acera más allá del espacio que delimitan sus respectivas licencias. En definitiva, es un intento de «regularizar las terrazas para que no invadan la vía pública» y «rediseñar las dimensiones» de los establecimientos hosteleros al aire libre en el barrio, como detalla el programa para Chamberí de la coalición municipalista de extrema izquierda.
Desde el día 7 dos colores decoran las calles de este distrito: el azul para las terrazas permanentes y el verde para aquellas que solo se colocan en verano. Por el momento, esta actuación se limita a Chamberí y desde el Ayuntamiento aún no detallan si se hará extensiva a otros distritos.
Frente a esta medida, los bares de las calles Guzman el Bueno y Cea Bermúdez, en las que se concentran la mayoría de terrazas del distrito, están divididos en dos grupos: los que se muestran contrarios a la medida y los que permanecen indiferentes. Entre los primeros está Tania, una trabajadora de un establecimiento que, en conversación con LA RAZÓN subraya que «han puesto las mesas de la terraza muy cerca del asfalto y del carril bus, por lo que la gente no se quiere sentar ahí, es incómodo y a veces hasta peligroso». Otro hostelero, que prefiere no revelar su nombre se expresa en la misma línea: «Nos han reducido el espacio, nos han encajonado contra el asfalto y si nos pasamos veinte centímetros debemos pagar una multa que se une al dineral que ya pagamos. Está claro que es una medida solo para recaudar y no para beneficiar al barrio».
Otro de los problemas a los que se enfrentan ahora los bares es que, en ocasiones, el coto para sus terrazas no se corresponde con lo expresado en sus licencias. Es el caso de Gerardo, que regenta un restaurante en Cea Bermúdez: «Me parece fatal, vinieron y pintaron el espacio de la terraza según el plano que llevaban los operarios del Ayuntamiento, pero no se ajusta a lo que yo tengo en mi licencia». Este empresario señala también otro problema: «Como es lógico y normal en un bar, la gente se mueve, separa la silla para estar más cómodos o juntan mesas cuando son un grupo grande», lo que provoca que «se crucen los límites pintados en la acera». Así, continúa Gerardo, «la pintura te limita, te encajona la terraza y coarta la libertad de los clientes», por eso no entiende por qúe «García Castaño -el concejal-presidente del distrito- en vez de echarnos una mano, se dedique a perseguirnos y a señalarnos». Y es que Chamberí es un barrio en el que se paga mucho por una terraza, después de la última revisión del Índice Fiscal de Calles las tasas a pagar para colocar una terraza en la vía pública aumentaron un 40’2%. La última queja de los hosteleros disgustados con que el Ayuntamiento les señale de esa es «que se fomenta la delación» ya que «cualquier vecino o peatón que vea que la silla se sale un centímetro de la marca puede llamar a la policía y buscarte un problema», sentencian.
Entre los hosteleros indiferentes está Pedro que explica que «es normal que el Ayuntamiento controle las terrazas y el espacio que ocupan» aunque señala que «los establecimientos de la zona, el mío entre ellos, solemos cumplir el espacio marcado en la licencia» y es que, como señalan en otro bar de la zona «hace años también se pintaba en la acera los límites de las terrazas ya que así es más ágil el control, Según subraya Daniel, un camarero de otro bar de GUzman el Bueno, «antes venía la Policía, nos pedía la licencia y tenían que comprobar y medir que se ajustase al espacio, y era un proceso muy engorroso». Andrea, que acaba de abrir su negocio hostelero en la zona cree que «es una medida inocua».
A pesar de las diferentes opiniones de los dueños de los bares, todos comparten una posición: «Las terrazas alegran al barrio, gustan a los vecinos y el Ayuntamiento debería agilizar la concesión de licencias».
Verde, para el verano. Azul, todo el año
El Ayuntamiento ha escogido dos colores para marcar los límites de las mesas y sillas que los establecimientos del distrito colocan sobre las aceras de las calles Guzmán el Bueno, Cea Bermúdez, Bravo Murillo, Fernández de los Ríos y Trafalgar –entre muchas otras–.
El azul es para las terrazas permanentes, la mayoría de las cuales están cubiertas y adaptadas para el invierno.
El color verde sirve para señalar el espacio máximo que pueden ocupar las llamadas terrazas veraniegas: es decir, aquellas que pueblan las aceras de la capital entre los meses de abril y octubre, cuando llega el buen tiempo.
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