Madrid

Colegios «cercados» en Madrid por las casas de apuestas

El Centro Pablo VI, en el distrito de Tetuán, tiene hasta tres de estos negocios en sus alrededores a menos de cien metros, que es la distancia que marca la actual regulación. No es el único caso

Una de las casas de apuestas en la zona de Tetuán, distrito donde la proliferación de estos negocios se ha disparado en los últimos años / Foto: Cipriano Pastrano
Una de las casas de apuestas en la zona de Tetuán, distrito donde la proliferación de estos negocios se ha disparado en los últimos años / Foto: Cipriano Pastranolarazon

El Centro Pablo VI, en el distrito de Tetuán, tiene hasta tres de estos negocios en sus alrededores a menos de cien metros, que es la distancia que marca la actual regulación. No es el único caso.

El Colegio Pablo VI se encuentra en el distrito de Tetúan. Más concretamente en Bravo Murillo, una de las calles con más casas de apuestas de Madrid: una decena en apenas 350 metros. Pero en el caso del Pablo VI, el cerco es total, con tres salas de juegos a menos de 100 metros: un Sportium a 76, un Casino Park a 52 y un RETAbet a apenas 44 metros. Una distancia a tener en cuenta: el pasado mayo, el Gobierno regional aprobó un decreto que estipulaba una separación mínima de 100 metros entre estos locales y los centros de enseñanza. Una medida con vistas a futuras licencias, ya que las salas que actualmente no cumplen con el límite deberán cerrar en diez años. En todo caso, la entrada de menores está penada con hasta 9.000 euros.

El Pablo VI, en el que conviven tanto menores como adultos que quieren aprobar ESO y Bachillerato, no es el único cuya vida se desarrolla casi puerta con puerta con estos locales. En el mismo distrito se encuentra el Colegio San Antonio, a 54 metros de un salón de juegos; en el centro, los institutos IES Cardenal Cisneros, Instituto Victoria y el IES San Isidro a 71, 61 y 54 metros, respectivamente.

El director del Colegio Pablo VI, José María Rubio, afirma a LA RAZÓN que «las casas de apuestas han estado siempre en la zona, no es nuevo. Aunque no es lo más deseable que cerca de un centro educativo haya muchísimas». Así, el colegio trata de concienciar a sus alumnos de los peligros de estos establecimientos con charlas de expertos, contando además con una «estrecha relación» con la Policía del distrito. «Si ellos detectaran algo en cuanto al consumo de drogas fuera del colegio o a la asistencia de nuestros alumnos a las salas nos lo comunicarían. Colaboran con nosotros en cursos de formación sobre las adicciones», asevera Rubio. Al director no le consta que haya una incidencia «minimamente significativa» por estas salas en su alumnado, pero expresa un deseo: «Ojalá no hubiese tantas porque no es algo positivo. Mejor que hubiera más bibliotecas y librerías que salas de juego, pero eso no depende de nosotros».

Son muchas las AMPAS que muestran su preocupación por la cercanía de los centros escolares a las casas de apuestas. «Estamos recibiendo testimonios de manera directa. Ven cómo sus hijos, chavales de 15 o 16 años, empiezan con pequeñas apuestas en el recreo o en clase y acaban en estos locales donde pierden la noción del tiempo», afirma Andrés Belaire, portavoz de la Plataforma contra las casas de apuestas en Madrid. Una asociación que reúne a 170 agrupaciones procedentes del mundo vecinal, educativo o médico y que a principios de este mes protagonizó la primera gran manifestación contra estos locales precisamente en el distrito de Tetuán, donde se encuentra el colegio Pablo VI. De hecho, Belaire señala la calle Bravo Murillo como uno de los epicentros del juego en la capital y, por tanto, una de las zonas donde más estrecho es el vínculo entre colegios y locales. La Plataforma también ha detectado este problema en las zonas donde más proliferan estos negocios: Carabanchel, Vallecas y Ciudad Lineal. En esta última «hay cuatro institutos y, en un kilómetro, una decena de casas». A la asociación no le cabe duda de que estas zonas, donde se registran las rentas más bajas, están siendo elegidas a conciencia: «La clase obrera se arruina y ellos se lucran» es uno de sus lemas.

El proceso por el que los escolares acaban en estas casas es gradual y está estrechamente ligado a las nuevas tecnologías: los adolescentes –ahora mismo se están detectando casos de jóvenes de 14 años con ludopatía– comienzan a ver vídeos en internet, donde «youtubers», deportistas y otros famosos presumen de realizar apuestas.Después, comienzan a jugarse pequeñas sumas, de dos a dos euros a través de las apps de sus teléfonos. Poco después, cuando ya cuentan con más poder adquisitivo gracias a las «pagas» de los padres, acuden físicamente a estos locales. El Ayuntamiento señala que las casas de apuestas «responden a una nueva realidad y vienen a ocupar el espacio socializador de los futbolines, billares y pubs donde los jóvenes de antes se reunían mientras tomaba una consumición». Unos locales donde el negocio no está en la consumición, que suele ser «económica», sino en las apuestas, que pueden partir de poco dinero hasta alcanzar «importes muy elevados». Belaire señala, tras hablar con profesores de los institutos más afectados, que es «muy fácil» que alumnos de 17 años puedan acceder. «No hay seguridad ni te piden el DNI». De hecho, hay menores que obtienen los códigos que posibilitan apostar directamente de las papeleras situadas alrededor de estos locales o pidiendo a alguien mayor de edad que lo compre por ellos.

Ahora bien, ¿cien metros de distancia es suficiente? Desde la Plataforma consideran que es una «broma», ya que esa separación se queda en «prácticamente nada». De hecho, está previsto que se reunan esta semana con la Consejería de Justicia, Interior y Víctimas a petición de la misma, y en la que dejarán claro que «no exigimos ninguna regulación. Nuestra base es que no queremos casas de apuestas».