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El amianto que pervive en la casa de Julián

Eugenia y su hija deben acudir al neumólogo cada año. Su esposo falleció en octubre de cáncer de pulmón tras décadas aspirando asbesto. Las partículas de su ropa de trabajo se impregnaron en su hogar. Piden 400.000 euros de indemnización.

Eugenia Martín con una foto de su esposo Julián. Falleció el pasado octubre de cáncer de pulmón, una enfermedad derivada del trabajo con amianto. Foto: Jesús G. Feria
Eugenia Martín con una foto de su esposo Julián. Falleció el pasado octubre de cáncer de pulmón, una enfermedad derivada del trabajo con amianto. Foto: Jesús G. Ferialarazon

Eugenia y su hija deben acudir al neumólogo cada año. Su esposo falleció en octubre de cáncer de pulmón tras décadas aspirando asbesto. Las partículas de su ropa de trabajo se impregnaron en su hogar. Piden 400.000 euros de indemnización.

Durante 39 años, Julián llegaba a casa lleno de polvo. No sólo lo llevaba esparcido por el mono de trabajo, sino que en su pelo y en su chaqueta también aparecían partículas del material con el que había estado trabajando en el área de mantenimiento de Metro, en Canillejas. No utilizaba mascarilla, por lo que sus pulmones también acumularon, durante casi cuatro décadas, todas esas fibras que saltaban mientras él lijaba y soplaba diferentes piezas. «Toda su vida laboral la pasó en el suburbano. Era su segunda casa», dice Eugenia, su viuda desde el pasado mes de octubre.

Ella y su hija, de 31 años, son las primeras que llevan a juicio a Metro por la presencia de amianto en el suburbano. «No es una cosa de mi hija y mía, fue Julián el que decidió acudir a la Justicia mientras aún estaba con vida. Nosotras ahora solo seguimos sus deseos», explica Eugenia que mañana acudirá a los juzgados de lo social el cual, en una vista única, determinará si el suburbano madrileño debe indemnizar o no a los familiares del primer enfermo reconocido con abestosis derivada de su trabajo en la empresa pública. Las demandantes solicitan 400.000 euros de indemnización.

«Mi marido se deprimió mucho tras el reconocimiento de la enfermedad laboral por la falta de apoyo de la empresa. No vinieron a verle ni una vez, ni preguntaron por su estado. Nos hemos sentido maltratados», dice su viuda. Y es que lo que han echado en falta en el último año y medio es que algún responsable de la empresa asumiera la situación. «¿Cómo es posible que nadie haya dimitido?». No puede reprimir su enfado.

Eugenia recuerda cada paso de la carrera de su esposo. En los últimos años, cuando Julián empezó a empeorar, cuando llegó el temido diagnóstico, se adentró en los detalles de su jornada laboral. Ella empezó a entender la magnitud del problema. «Tratar con amianto formaba parte de su trabajo diario porque ni la empresa sabía en qué piezas se podía encontrar este compuesto. Creo que aún hoy no lo saben».

Julián era fumador. Por eso, en 2007, cuando empieza a encontrarse mal y le diagnostican cáncer de laringe, «no lo relacionaron con el amianto», aunque poco después supieron que este tipo de tumor sí tiene vinculación con la exposición a este componente. Pero en ese momento, «le quitaron una cuerda vocal y no volvió a fumar».

Desde entonces, el trabajador de Metro cambió de vida. Empezó a cuidarse, «a comer bien». Y así fue como se recuperó completamente. «No tuvieron que darle ni quimio ni radio, con la intervención fue suficiente». Parecía que el cáncer desaparecía de sus vidas. Y volvió a los talleres. A trabajar. A lo que siempre fue su vida.

Y al regresar, ni sus jefes, ni los responsables de prevención de riesgos laborales creyeron conveniente hacerle un nuevo reconocimiento médico. «Desde 2003 se sabía que había más de un centenar de vagones con amianto y más de 60 estaciones. ¿No se les ocurrió que la enfermedad de Julián podía estar relacionada?», insiste su viuda.

En febrero de 2017 empieza a perder la buena salud. «Le duele mucho la espalda y al principio creen que es una contractura, pero la medicación que le dieron no le ayudaba», recuerda. El dolor va cada vez a más y su médico de cabecera decide mandarle una radiografía. Sus resultados reflejan la gravedad del problema y le derivan al Hospital de Móstoles. Al conocer que trabajaba en Metro y que podía haber estado expuesto a fibras de asbesto, deciden hacerle una biopsia que confirma el diagnóstico. La temida palabra vuelve a entrar en su casa. Julián tenía cáncer de pulmón. «En el hospital tenían claro, desde el primer momento, que este nuevo tumor estaba relacionado con su exposición al amianto». Así, el Instituto Nacional de Salud (INS) reconoce a Julián como el primer empleado de Metro con una enfermedad profesional derivada de este peligroso compuesto. «En ese momento explotó la bomba, la exposición mediática», mientras a su esposo le daban la incapacidad permanente. Y es que, a pesar de sus dolores, había acudido a su puesto de trabajo. Julián nunca supo nada, «ni él ni sus compañeros recibieron ningún tipo de formación. No sospechó nada, no tenían conciencia del riesgo que corrían. El polvo de las piezas que manipulaban se esparcía por toda la zona. Veían cómo caía», pero nunca se imaginaron que esas partículas podían ser mortales.

Fue con el último diagnóstico cuando el trabajador entendió que había estado manipulando piezas contaminadas durante muchos años, y sin ninguna protección. «Les dieron unas mascarillas de papel que no sirven para nada y su indumentaria no estaba homologada».

Otro de los puntos que tampoco cumplió el suburbano, según las normas europeas, era que «no debían llevar la ropa de trabajo a casa» para no contaminar el hogar, ni poner en peligro a su familia. Pero Julián eso tampoco lo sabía. «Cada noche le lavaba al pantalón, la camiseta y la cazadora. Todo lleno de bolsillos donde las fibras de amianto podían ocultarse». Es por eso que tanto ella como su hija tienen una cita anual de por vida. Con el neumólogo. «Nos ha dicho que no debemos dejar pasar ninguna revisión porque es una enfermedad silenciosa. Puede aparece en 10, 20 años o nunca».

Paros parciales de cuatro horas

Los sindicatos de Metro de Madrid han convocado para mañana una jornada de paros parciales de cuatro horas por turno, en el que el servicio de atención directa a los usuarios se verá afectado en la franja horaria entre las 9:00 y las 22:30 horas. De esta forma, los trabajadores quieren respaldar a la familia de Julián. La asamblea de trabajadores ha ratificado los paros convocados por CC OO, UGT, Solidaridad Obrera y Sindicato de Técnicos de Metro. Además, se realizará una concentración desde las

11:00 a las 15:00 horas en los juzgados de lo Social de la Plaza de los Cubos, en la calle Princesa, que será donde tendrá lugar la vista oral

del juicio. Los sindicatos reivindican, además de medidas «preventivas y más efectivas» y el reconocimiento del «alto riesgo», la creación de un fondo de indemnizaciones para los trabajadores que hayan estado expuestos al amianto.