Tráfico
El Wanda no pasa la prueba de atascos en la Champions
Al inicio del partido sólo la mitad de los aficionados había podido entrar.
Al inicio del partido sólo la mitad de los aficionados había podido entrar.
Once días después de la inauguración del estadio Wanda Metropolitano en la Liga, el coliseo rojiblanco se vistió ayer con sus mejores galas para el primer partido de la Champions League. Una puesta de largo en la competición futbolística más glamurosa del mundo que quedó deslucida por los kilométricos atascos que colapsaron sus accesos –principalmente la M-40 y la A-2– desde varias horas antes del pitido inicial del encuentro.
A pesar de los esfuerzos desplegados por el Ayuntamiento de Madrid y la Delegación del Gobierno, enmarcados en un dispositivo especial destinado a evitar las aglomeraciones y garantizar la seguridad, las primeras se produjeron igualmente. Las retenciones circulatorias empezaron, de acuerdo con los datos de la Dirección General de Tráfico, dos horas antes del partido. Fueron varias las circunstancias que coincidieron en las carreteras madrileñas en un día tan señalado y dificultaron la circulación fluida. En la A-2, las obras de construcción de la nueva sede de Banco Popular obligaron a cortar un carril en sentido M-40, creando un gran cuello de botella a la altura del kilómetro 6 que ralentizó el tráfico y provocó un caos de pitidos y frenazos.
Otro de los puntos calientes de la previa del encuentro entre Atlético de Madrid y Chelsea fue la rotonda de la M-40 que da acceso a la Avenida de Arcentales y al Estadio Metropolitano. Allí –un punto negro de los atascos de la capital– se concentraron la mayoría de vehículos de aficionados rojiblancos que veían con desesperación cómo sus coches no podían avanzar. Esta glorieta no está preparada para absorber a todos los colchoneros que se acercan a su nuevo hogar en su vehículo privado: los accesos adicionales están todavía en fase de tramitación y su conclusión, que depende del Ministerio de Fomento, no se espera hasta este finales de otoño.
Así, a sólo quince minutos del comienzo del partido, el flamante Metropolitano presentaba un pobre aspecto. Sólo 35.000 espectadores, media entrada, esperaban en su butaca a que salieran al terreno de juego los 22 jugadores. De estos aficionados, la mayoría siguieron los consejos del Consistorio madrileño, que recomendó a los asistentes llegar con dos horas de antelación y hacer uso del transporte público. Para ello, las líneas de Metro, 2, 5 y 7 fueron reforzadas, y se puso en funcionamiento el servicio especial de autobuses de la EMT, que transita los días de partido entre el intercambiador de Canillejas y el coliseo rojiblanco en un trayecto circular. Aunque ni siquiera moverse en bus o en el suburbano garantizó ayer llegar puntual. «Estoy en un atasco y me muevo en transporte público. Gracias por tanto, Atletico y Ayuntamiento», señaló ayer Bea López, una aficionada al Atlético, en Twitter.
Aparcar, misión imposible
Los afortunados que lograban salir de los dos tapones se enfrentaban a otra difícil misión: encontrar aparcamiento en las inmediaciones del recinto deportivo. El estadio Metropolitano sólo dispone de 3.000 plazas de aparcamiento, ocupadas por empleados y unos pocos socios afortunados, y los barrios de San Blas y Las Rosas no cuentan con ninguna gran superficie de aparcamiento privado.
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