Incendio en Seseña
Fuego político
El incendio en el vertedero de neumáticos de Seseña, declarado ilegal desde 2003, provoca la evacuación de unas 9.000 personas.
Los vecinos no dejaban de ver en los últimos días camiones «operando» en la zona. Las autoridades no tienen dudas: fue intencionado.
Alrededor de once hectáreas en peligro, una nube tóxica de más de 1.500 metros de altura y cerca de 9.000 personas obligadas a desalojar sus casas. Son las cifras del mayor incendio registrado en Europa. Y ha tenido lugar en el vertedero de neumáticos de Seseña (Toledo), donde permanecían 90.000 toneladas de ruedas viejas de las cuales el 70% –unas 60.000– eran ayer pasto de las llamas. Prácticamente el equivalente a un edificio de siete pisos de caucho. Este «cementerio» fue declarado ilegal en 2003 y, oficialmente, permanecía sin actividad alguna. Hace cinco años, su dueño había sido multado con 90.000 euros y condenado a tres meses de cárcel. De hecho, la Junta de Castilla-La Mancha, la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Medio Ambiente habían llevado el caso a la Comisión Europea (CE) –organismo que ayer volvió a pedir información a España sobre el vertedero– para lograr la retirada definitiva de los neumáticos. Sin embargo, vecinos de la urbanización de El Quiñón, que conviven a escasos metros del foco y que fueron ayer los grandes damnificados, no dicen lo mismo. El sentir general puede resumirse en una frase recurrente ayer: «Se veía venir». «Llevo viviendo aquí muchos años y hay un silencio sepulcral por las noches. Y cada noche se escucha a los camiones dar marcha atrás. Suena el “pi, pi, pi”, accionan las luces, y descargan más material», comentaba ayer a LA RAZÓN una vecina de El Quiñón, que ayer fue reducido a la categoría de «pueblo fantasma» tras ser evacuadas 1.000 personas e irse voluntariamente otras 8.000. «Es un vertedero ilegal. Y ya esperábamos esto», añade. En cualquier caso, todos los indicios recopilados por la Junta de Castilla-La Mancha y el Ministerio de Medio Ambiente apuntan a que el incendio fue provocado. Y, como afirmaba ayer la Asociación Española de Sociedades de Protección contra Incendios (Aespi), lo más probable es que las llamas se prolonguen durante una semana.
El fuego comenzó en la madrugada del jueves al viernes, en torno a la una de la madrugada. Dos empleadas de una gasolinera cercana dieron la voz de alarma. Las llamas procedían de un lateral, concretamente del extremo que pertenece a la localidad madrileña de Valdemoro –el vertedero, de unas 100 hectáreas, se reparte entre Castilla-La Mancha y la Comunidad de Madrid–. Como apuntaba ayer el presidente de la Junta manchega, Emiliano García-Page, este hecho ya apunta a una intencionalidad, pues es más sencillo acceder por un lateral del vertedero que por el centro. Fuentes de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta afirman que el recinto llevaba años vallado, pero que acceder al mismo no exige gran dificultad.
No es el único dato que apunta a un fuego intencionado. «Los neumáticos no prenden con una chispa, ni con algo muy rápido. Es un material al que le cuesta prender. Cuesta mucho encenderlo y mucho apagarlo», afirmó ayer Antonio Tortosa, vicepresidente de Aespi. Y tampoco hay que olvidar que la zona estaba muy húmeda, después de la abundante agua caída en la última semana. Ahora mismo, las autoridades locales están «a la espera de los informes de la Guardia Civil».
Castilla-La Mancha elevó a 2 el nivel de alerta y el tráfico en la R-4 fue cortado de manera provisional. Los medios desplegados, sumandos los de las regiones manchega y madrileña, así como los nacionales, supusieron más de 15 dotaciones de bomberos, cuatro ambulancias, cuatro helicópteros, un avión de coordinación aérea y 22 autobuses de evacuación. Del mismo modo, la Unidad Militar de Emergencias (UME) puso a su disposición dos hidroaviones.
Como explican desde la Consejería de Medio Ambiente, la urbanización de El Quiñón, obra del arquitecto Francisco Hernando, alias «El Pocero», tuvo que ser desalojada por la tarde debido al descenso de la nube de humo. Y es que, a menor altura, más probabilidad de que pueda causar daños menores, «como afecciones en los ojos». Durante la mañana, los vecinos fueron alertados por las autoridades mediante altavoces, les recomendaron que cerraran puertas y ventanas y que no salieran de sus casas, sobre todo si sufrían problemas respiratorios. Una recomendación ya visible en los paneles de la DGT para aquellos conductores que circulaban por la R-4. Los tres equipos del Suma 112 repartidos por la urbanización, y que de vez en cuando circulaban para comprobar que todo estaba en orden, no tuvieron que atender a ningún vecino, pero repartieron la totalidad de mascarillas para protegerse del humo que traían consigo. «No queda ninguna, ni en las farmacias ni en las ferreterías», relataban.
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