Andalucía

Gómez, eclipsado por sus escuderos

El grupo socialista aplaudió a la secretaria general del PSM en su vuelta al escaño
El grupo socialista aplaudió a la secretaria general del PSM en su vuelta al escañolarazon

La sanción que ha tenido alejada de la Asamblea a Maru Menéndez durante un mes por insultar a Ignacio González en el transcurso de un pleno expiraba ayer. Finalizado el castigo –un «extrañamiento decretado por el PP», según ella–, regresó la diputada socialista a su bancada y con ella, la polémica. Entre los insultos, gritos y malas maneras ya habituales en el Hemiciclo de Vallecas, la sesión se vio transformada por momentos en una ceremonia de desagravio hacia Menéndez cada vez que intervenía un diputado del PSM. Que ella era la protagonista no se atrevió a discutirlo ni el propio Tomás Gómez, que le cedió su turno de palabra y, de esta forma, la oportunidad de hacer la pregunta de control a González. En los pasillos, la escena se repitió: periodistas, cámaras y fotógrafos rodearon a la número dos mientras Gómez optaba por un discreto segundo plano. Estrategia que el secretario general aprovechó para no contestar a los medios las preguntas por los impagos de las nóminas de mayo a algunos trabajadores del PSM.

«Vuelvo con el ánimo de cumplir con mi responsabilidad de defender a la ciudadanía madrileña», aseguró la secretaria de Organización del PSM, aunque sin ocultar «una cierta indignación por lo que ha supuesto la vulneración de derechos constitucionales y la ruptura del derecho de representación de la ciudadanía». Tras su intervención, en la que preguntó al presidente autonómico sobre el proceso de externalización de seis hospitales, los diputados socialistas la obsequiaron con un prolongado aplauso, muchos de ellos –no todos– puestos en pie.

El protagonismo de Menéndez no es, sin embargo, algo nuevo. Apenas hace una semana, otro diputado en alza, Antonio Miguel Carmona, acaparó todos los flashes en el último pleno tras la difusión de un vídeo en el que reconocía acudir a las tertulias de televisión «teledirigido» por sus compañeros del partido en Andalucía. En los últimos meses, la creciente notoriedad de Menéndez la ha situado en todas las quinielas de cara a un eventual relevo de Gómez en la secretaría general. Su figura crece al tiempo que la de Gómez, más volcado en los debates de alcance nacional en sus apariciones públicas, gana enteros como uno de los integrantes del frente que plante cara a Rubalcaba por el control del PSOE. Frente al perfil bajo de su antecesora en el cargo, Trinidad Rollán, Menéndez se ha convertido en una secretaria de Organización especialmente activa de puertas hacia adentro. Ha reforzado su presencia en agrupaciones claves para el socialismo madrileño, como Fuenlabrada, Alcorcón y Parla, al tiempo que ha redoblado sus esfuerzos por cohesionar el PSM de cara a las autonómicas de 2015. Tampoco ha ahorrado en guiños a Ferraz. Guiños correspondidos desde la dirección federal. Su acercamiento a figuras del partido como Elena Valenciano o el respaldo de Rubalcaba el día en el que ella y Gómez recurrieron al Constitucional su expulsión de la Asamblea así parecen demostrarlo. Sus intensos rifirrafes con los consejeros regionales –incluido el que terminó desembocando en su expulsión tras calificar de «corrupto» a Ignacio González– han terminado de auparla como rostro visible del ala más combativa del PSM. Aquel día, de hecho, otros tres diputados socialistas–José Quintana, Antonio Fernández Gordillo y Laura Oliva– decidieron emular a la secretaria de Organización, repitieron sus palabras y terminaron, igualmente, viendo la tarjeta roja.

Tampoco ayer quiso desprenderse Menéndez de este tono combativo. En su cara a cara con González, tachó de «escándalo» el proceso de externalización de hospitales. «Raya la prevaricación y el fraude a la Hacienda Pública». En la réplica, el presidente González defendió el concurso público que cambiará la gestión de seis centros hospitalarios, al tiempo que censuró la «estrategia de Tomás Gómez de mentir y calumniar» en este proceso y le reprochó que no dé la cara tras fracasar en su «intento de boicot».

Casi todos los diputados socialistas que siguieron a Menéndez en el uso de la palabra le dieron la bienvenida, en algunos casos aludiendo a la supuesta «vulneración de derechos» que ha significado la sanción o a «la normalidad democrática recuperada tras 30 días». Hubo incluso quien, como la diputada Rosa Alcalá, equiparó al máximo responsable de la Cámara, Ignacio Echevarría, con «un presidente de las cortes franquistas».

Y aunque también hubo tiempo para las citas a Antonio Machado y Reinaldo Arenas, el resto de la sesión mantuvo el tono bronco de los últimos plenos; Enrique Cascallana y Jesús Dionisio, especialmente irritados, tuvieron que ser llamados al orden. La bronca también se trasladó a la tribuna de invitados, donde un grupo de afectados por el «caso Forum-Afinsa» fue desalojado tras increpar a las bancadas del Gobierno regional durante una pregunta formulada por Izquierda Unida al consejero de Economía sobre posibles actuaciones para solventar su situación.