Sucesos

Las dudas que sobrevuelan el asesinato del constructor Lozano

El empresario fue asesinado en su chalé de lujo en 2016 por una banda de ladrones. El próximo lunes 9 arranca el juicio en la Audiencia Provincial con algunos flecos sobre el crimen. Casi un año después detuvieron a Nicolae Stan, en prisión provisional desde entonces.

El asesinato de Luis Lozano no había trascendido a la opinión pública. Un año después, se detuvo a un sospechoso
El asesinato de Luis Lozano no había trascendido a la opinión pública. Un año después, se detuvo a un sospechosolarazon

El empresario fue asesinado en su chalé de lujo en 2016 por una banda de ladrones. El próximo lunes 9 arranca el juicio en la Audiencia Provincial con algunos flecos sobre el crimen. Casi un año después detuvieron a Nicolae Stan, en prisión provisional desde entonces.

La crisis económica había hecho mella en la empresa de obras que regentaba Luis Lozano y de la que era administrador único. Durante los años previos a la hecatombe financiera las cosas le fueron muy bien. Había logrado hacer bastante dinero, tanto como para comprarse un chalé de lujo en la urbanización Eurovillas de Villar del Olmo (a veinte kilómetros de Arganda del Rey). Pero los trabajos empezaron a fallar, comenzó a acumular deudas e impagos de distinta naturaleza y el empresario se adentró en una mala etapa profesional que, dicen fuentes de su entorno, también afectó a su vida personal. Luis terminó separándose de su mujer y comenzó, según las mismas fuentes, a salir demasiado. De hecho, esa ajetreada vida nocturna que habría llevado en los últimos meses antes de morir habría complicado un poco la investigación sobre su asesinato. Ocurrió el 17 de mayo de 2016, aunque no había trascendido a la opinión pública. Según la Fiscalía, el autor material del crimen fue Nicolae Stan, un rumano de 37 años recién cumplidos y que fue detenido casi un año más tarde. Se trata del único acusado y ahora, el próximo lunes día 9, arranca en la Audiencia Provincial de Madrid el juicio del caso, sobre el que planean algunas dudas.

Según el escrito de conclusiones provisionales del Ministerio Público, al que ha tenido acceso este periódico, a eso de las 23:20 horas del 17 de mayo de 2016, Nicolae Stan, «en compañía de otras personas no identificadas y puestas en común acuerdo», circulaba a bordo de una Citroën Berlingo banca (matrícula terminada en YY) cerca del bar «Boletus», situado en el centro comercial Eurovillas de Villar del Olmo. Allí, al parecer, se encontraba Luis Lozano, de 61 años, que había estado tomando copas por la tarde.

Según la Fiscalía, comenzaron a seguirle cuando «se dirigía a su domicilio, situado en la avenida (...) de la localidad». Sin embargo, a renglón seguido, el fiscal sostiene que «antes de que entrara el propio Luis en su casa, Nicolae, junto con terceros desconocidos, accedieron previamente, violentando la puerta». Aquí aparece, según el abogado defensor del ciudadano rumano, ejercida por Manuel Alonso, la primera falta de lógica: si lo tenían vigilado ¿por qué justo entraron en la vivienda antes de que él lo haga? ¿Por qué no aprovechar mejor algún momento que no estuviera el empresario en el domicilio? Una posibilidad sería que podrían haber optado por acceder al domicilio antes que él porque tenían la certeza de que Lozano no les iba a abrir la puerta y querían información sobre dónde encontrar algo que buscaban. Pero lo cierto es que, según el sumario, ni la puerta de entrada estaba dañada ni tampoco se habrían llevado absolutamente nada de la vivienda los presuntos ladrones. Al menos, nadie echó en falta nada.

El Ministerio Fiscal sostiene que, cuando el empresario accedió a su casa, justo en la entrada, el acusado se abalanzó sobre él, «propinándole distintos golpes y puñetazos en la espalda, brazo y cabeza, que provocaron que cayera al piso en estado de semiinconsciencia». En ese momento, según el escrito, Nicolae Stan, «con ánimo de acabar con su vida, le presionó fuertemente el cuello con una mano para estrangularle, al tiempo que le tapaba las vías respiratorias (nariz y boca) con la otra». Esta maniobra provocó la muerte del empresario sobre las 23:45 horas de ese día, según revelaría la autopsia posteriormente. Su cuerpo, además, fue arrastrado unos metros hacia el interior de la vivienda. De hecho, cuando encontraron su cuerpo al día siguiente por la mañana, lo primero que pensaron era que se había caído por las escaleras y que la sangre era consecuencia del golpe. Pero no. Se trataba de una muerte violenta y lo vieron en cuanto giraron su cuerpo y apreciaron los primeros golpes.

Los agentes de Homicidios de la Guardia Civil comprobaron que la casa no se encontraba revuelta ni faltaba nada. Estaban los dos teléfonos, la cartera y las llaves de Luis

La mañana posterior a su muerte, Luis había quedado a las 9:00 horas con dos personas que tenían que ir a buscarle para recoger material e instalar un aparato de aire acondicionado en un bar, pero como sabían que el día anterior había estado tomando algo, le dieron un margen de tiempo y perdonaron su impuntualidad. Poco después, cuando se asomaron a la parcela, vieron su coche aparcado y una mancha de sangre en la puerta, ya se pusieron en lo peor. Llamaron a la Policía y cuando llegó su ex mujer con las llaves, encontraron su cuerpo sin vida. La casa no se encontraba revuelta, ni faltaba nada. Estaban los dos teléfonos, la cartera y las llaves de Luis.

Las otras hipótesis

Los agentes de Homicidios de la Guardia Civil investigaron varias líneas antes de la del único acusado. De hecho, le detuvieron casi un año después del crimen. Antes, sopesaron otras hipótesis. Se investigó sobre todo a una chica de origen rumano llamada Diana con la que Lozano podría haber mantenido una relación sentimental. El marido de esta mujer, también rumano, la habría dejado por sus infidelidades y creían que el crimen podría responder a un móvil pasional. De hecho, durante su declaración ante los investigadores, Diana y su novio entraron en contradicciones sobre qué hicieron esa noche.

También se investigó un posible ajuste de cuentas por deudas que el empresario tenía con trabajadores suyos. Con uno de ellos, llamado Raúl y también de origen rumano, le habían visto discutir el día antes del crimen en el centro comercial Eurovillas. Tuvo el teléfono intervenido, pero no lograron vincularle al crimen.

Los investigadores llegaron hasta el acusado a raíz de esos pinchazos telefónicos y por una huella que encuentran en la cinta aislante que la supuesta banda utiliza para tapar las cámaras de seguridad de la entrada del chalé. Un sistema de vigilancia, por otra parte, que estaba inutilizado porque el empresario habría dejado de pagar el servicio. Lo curioso de las cintas es que las huellas están mezcladas con las de Luis –al igual que en unos cables de la vivienda– y que en la encimera de la cocina había varios rollos de cinta. «¿Qué ladrón se pone a buscar la cinta aislante en la casa donde va a robar y luego deja el resto de rollos encima de la mesa?», apunta el abogado. Según Alonso, su cliente había trabajado para la víctima a través de otro empleado, por lo que es plausible que su ADN y sus huellas aparecieran en el material de obra. En cualquier caso, los investigadores acumularon una serie de indicios contra Nicolae Stan que le llevaron a su detención. El acusado ingresó en prisión provisional desde el 7 de abril de 2017. Una jueza sustituta le dejó en libertad dos meses: desde el 9 de noviembre de 2017 al 17 de enero de 2018. Cuando regresó, la titular del juzgado de Instrucción número 3 de Arganda ordenó de nuevo a su ingreso en prisión. El próximo lunes comienza el juicio en la Audiencia. La Fiscalía pide para él 20 años de cárcel e indemnizar a la ex mujer e hija de la víctima con 80.000 euros.