Política

Comunidad de Madrid

Las rapaces en peligro de extinción remontan el vuelo

El águila imperial ibérica o el milano negro, hasta ahora en riesgo, se incrementan en la Comunidad

Antonio Rubio, técnico del Parque regional del Curso Medio del Río Guadarrama, localiza a un busardo ratonero / Cipriano Pastrano
Antonio Rubio, técnico del Parque regional del Curso Medio del Río Guadarrama, localiza a un busardo ratonero / Cipriano Pastranolarazon

El águila imperial ibérica o el milano negro, hasta ahora en riesgo, se incrementan en la Comunidad.

El bullicio del tránsito rodado y la densidad de población hacen imposible la victoria del trino de las especies aviares conocidas en esta ciudad. No obstante, lejos del mundanal ruido, como reza el título del primer éxito novelístico de Thomas Hardy, el Parque regional del Curso Medio del Río Guadarrama constituye uno de los espacios naturales más peculiares de la Comunidad. Es aquí donde se ha constatado, prismáticos en mano, el aumento de los ejemplares en peligro de extinción como el águila imperial ibérica, tal y como han relatado a este diario fuentes de la Consejería de Medio Ambiente.

Ocupa nada menos que una superficie de 22.656 hectáreas y se extiende, siguiendo la vertical norte-sur del río Guardarrama, desde Galapagar hasta Batres, en el límite con la provincia de Toledo. LA RAZÓN se ha trasladado hasta este paisaje de horizontes abiertos y terrenos cerealistas, hábitat de variedad de esteparias y rapaces. Su seguimiento continuado ha permitido establecer el estado de conservación de sus poblaciones y fijar las prioridades de gestión de los técnicos del parque y la Comunidad.

«Hemos tenido suerte», constata José María González, conservador del parque desde hace ya 18 años, cuando cuatro avutardas levantan el vuelo. A pesar ser el único enclave de la Comunidad en haber recibido el sello de Calidad Europea (el pasado 12 de septiembre), «este parque –que cumplirá 20 años el próximo 2019– sigue siendo desconocido por los madrileños». El técnico Raúl Jiménez, advierte que la «pérdida de agricultura afecta a las rapaces, que “campean” (se alimentan) en estas zonas». Las áreas de campeo permiten a los gestores detectar cambios en los ecosistemas. «Aquí tenemos cultivo, matorral, bosque... Es este mosaico lo que ayuda a preservar los hábitats», explica Jiménez, «toda esta avifauna es un indicador de la calidad del estado ambiental».

El censo realizado por GREFA (Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat) para localizar territorios de cría de las rapaces diurnas se ha realizado a través de la búsqueda directa de nidos y oteaderos, desde zonas de amplia visibilidad como en la que estamos. Realizado desde febrero hasta la mitad de julio, el último censo destaca el aumento de ejemplares de especies en peligro de extinción, como el águila imperial ibérica o el milano real. «Hemos pasado de una pareja detectada para ambas especies hasta entre 15 o 18 parejas, respectivamente», señala Fernando Garcés, miembro de GREFA.

Pero, ¿a qué se debe el incremento? Principalmente, al control de la actividad cinegética, el uso de salvapájaros en los cables de alta tensión y la colocación de nidales (cajas nido) y majanos (refugios para conejos); pero sobre todo por la gestión que realizan el Parque, GREFA y la Consejería, «un ejemplo de esfuerzo conjunto». El resto de especies varían entre años (como es el caso del ratonero y águila calzada) o se mantienen (como en el caso del azor o el milano negro). A través de horas de estudio se llega a datos como el que pone de manifiesto Antonio Rubio, técnico del Parque, al garantizar que «el 50% de la biodiversidad de avutardas se encuentra en España». En la Comunidad, tal y como expone el conservador Jose María González, «estamos llegando al umbral de la biodiversidad equilibrada».