Podemos

Levantamiento contra la corrupción

Desde el discurso de Cifuentes hasta el último canapero, esta lacra centró la recepción del Día de la Comunidad.

La alcaldesa, Manuela Carmena, y la vicepresidenta, Sáenz de Santamaría, saludaron en el acto a Alejandro Sanz
La alcaldesa, Manuela Carmena, y la vicepresidenta, Sáenz de Santamaría, saludaron en el acto a Alejandro Sanzlarazon

Desde el discurso de Cifuentes hasta el último canapero, esta lacra centró la recepción del Día de la Comunidad.

La presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes, al principio y al final de su discurso institucional, puso todo el énfasis en el asunto que preocupa en estos días: la corrupción. La presidenta dijo, que estamos viviendo días convulsos, y arengó para que se cree un estado de unidad colectiva contra esta lacra; hizo una invitación al levantamiento contra el enemigo común, venga de donde venga, «porque a todos nos avergüenza y debemos asumir un compromiso ético, en defensa de la legalidad para hacer más fuerte la democracia, para una regeneración, porque el tiempo de los corruptos en la Comunidad de Madrid, ya ha llegado a su final».

Por una razón u otra, el caso es que la recepción oficial por el Día de la Comunidad, en el escenario de la Real Casa de Correos, suele estar trufada de un fuerte sabor político. Ayer con más intensidad, porque la corrupción, los detenidos, la dimitida Esperanza Aguirre y la pretendida moción de censura contra Cristina Cifuentes, voló sobre el nido del cuco de la casa común de la Comunidad. Además era día de encuestas, de sondeos que ponen a más de uno al borde de un ataque de nervios, por mucho que quieran aparentar indiferencia. Día de fútbol: Real Madrid-Atlético de Madrid, y de toros, con la corrida goyesca vespertina. Intenso 2 de mayo.

Con estos ingredientes como base de lo que allí se cocinaba, se sirvió un variado cóctel en la recepción oficial: ancas de rana (algunos decían que eran de sapo), con salsa agridulce, al estilo «esperanza»; revuelto de pasta gansa, con tropezones de «nachos» al perfume de «granado»; rollitos de primavera «podemita», con salsa picante y brotes de censura; menestra de «encuestas» con sabor a victoria; sorbete «ciudadano», para facilitar la digestión de quien pudiera sentirse pesado por las viandas tan fuertemente condimentadas, y como postre, pastelitos de «derbi europeo», en dos texturas: unos, de merengue, y los otros, de fresa y nata.

Fiesta la de ayer, aromatizada de mal rollo político. La corrupción y sus autores habían marcado el libreto de la representación institucional del 2 de mayo en la Real Casa de Correos, también llamada de un tiempo a esta parte «casa de los líos», según un alcalde del PP, aún sobrado de humor, bromeando bajo la lluvia que está cayendo en la finca popular. Y para no dejar esa finca desprotegida, allí estaba la vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y el ministro portavoz, Íñigo Méndez de Vigo.

La fiesta comenzó de forma amable, con la imposición de las condecoraciones propias de estas fechas. Medalla de Oro de la Comunidad para un Alejandro Sanz, luciendo moreno caribeño en altas dosis, quien destacó que Madrid es la mejor medalla, un chico de Moratalaz que lleva su arte por todo el mundo. Y otro madrileño de oro: el patinador Javier Fernández, que pasea sobre hielo su orgullo de madrileño, una condición que le ayuda a levantarse cuando sufre un patinazo y le permite volver a empezar con ganas de seguir conquistando títulos.

Gran Cruz de la Orden del Dos de Mayo para el escritor Lorenzo Silva, quien destacó la excelencia de Madrid y de sus paisanos, los madrileños. La misma condecoración para una eminencia de la Medicina moderna, el doctor Jesús Vaquero. Más distinciones, para la Red NATURA 2000, Talgo, seis institutos de Enseñanza Secundaria históricos en Madrid, la Unidad de Transtornos del Comportamiento Alimentario del hospital infantil Niño Jesús, el Cuerpo de Bomberos de la Comunidad y la Jefatura Superior de Policía de Madrid. El colofón lo puso la voz desgarrada y conmovedora de Niña Pastori.

«Proclama»

No era el alcalde de Móstoles de 1808, pero la presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes, casaca granate con bordados y pantalón negro, felicitó y ensalzó a todos los premiados con un discurso en el que, al principio y al final, hizo una «proclama» de levantamiento contra la corrupción y también a favor de la unidad de España, para combatir no sólo esa lacra reciente, sino a los enemigos comunes del siglo XXI: el paro; el terrorismo, que llega desde otras latitudes distintas a las que nos asediaban hace años; la violencia de género; los desequilibrios sociales. Puso especial énfasis en la defensa de la unidad de España, que con el mismo espíritu colectivo que se defendió en 1808 hay que hacerlo ahora.

Tras la parada militar, y antes de que comenzara la recepción oficial, Cifuentes se acercó hasta las personas que, al otro lado de la valla de la oficialidad, presenciaban los actos. Con ellas se hizo fotos, «selfies», intercambió saludos y recibió ánimos para seguir templada en la madre de todas las batallas políticas: la corrupción.

Calorías políticas

A pesar del largo puente, en la Real Casa de Correos, más gente que de costumbre. Apreturas y una carga política por encima de la de años anteriores. La vicepresidenta del Gobierno y el ministro portavoz; la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena (chaqueta blanca y falda negra), de quién alguien me contó que su relación con la gente de Podemos, es muy buena, pero no tanto con los de Ganemos. Amplia representación del gobierno municipal (puede contar hasta cinco concejales), aunque ninguno de ellos podemita; portavoces y concejales del PP y del PSOE; todos los portavoces de los grupos políticos en la Asamblea de Madrid, con la presidenta de la Cámara al frente; la delegada del Gobierno, Concepción Dancausa, y una amplia representación sindical y de todas las instituciones madrileñas.

Comenzaba el baile de los canapés, la batalla por bailar con el más sabroso, que era el cocido madrileño, todos sus ingredientes en un solo tarro de cristal, y el vino, de Madrid.

El gran ausente este año, por imperativo de falta de libertad, ha sido quien en su día presidiera estos actos: Ignacio González. Como expresidente, y por acuerdo publicado en el BOCAM, le correspondía recibir la Gran Cruz de la Orden del Dos de Mayo, pero el año pasado, Cristina Cifuentes, se la guardó, hasta que se resolviera el caso del ático de Estepona, y dejó la imposición para momento más oportuno, que no ha sido este año, y me temo, no lo será nunca. Esperanza de galardón perdida para González, tan perdida como Aguirre para la causa de lo que Cifuentes quiere que sea un nuevo PP; algo así como la refundación, pero sin bautismo oficial, ni padrinos.

Ignacio González demostró, con su ausencia, que la distancia no es el olvido, aunque haya 49 kilómetros entre la Puerta del Sol y Soto del Real, pero mayor era la distancia que se apreciaba ayer entre los que fueron y estuvieron cercanos a González, y ahora se alejan hasta de su memoria, «empezando por Esperanza Aguirre, tan cerca un día a su estrella en la Comunidad, y ahora a años luz», me comentaba un ex alto cargo del gobierno regional. Casi todos decían sospechar de González, pero nadie había dicho nada hasta ahora; cosas del oportunismo político. Claro que más larga es la distancia con quien también fue «hombre de la presidenta», Francisco Granados, ahora en Estremera, a 75 kilómetros del kilómetro 0. Un profesional de canapé, que hacía compatible el hablar sin dejar de comer, tuvo una ocurrencia: «¡La doble G. Granados-González. Vaya tropa!», y se apretó otro pincho de salmón.

El tema principal del cóctel era la corrupción, pero también esa moción de censura que Podemos quiere disparar contra Cifuentes. Albert Rivera estaba allí para dejar constancia de que Cs, no está por esa moción y que sigue apoyando al gobierno regional, porque está cumpliendo los pactado con ellos para la investidura de Cifuentes.

Y otro asunto que disparaba las opiniones encontradas: las encuestas, esa cosa que todos quieren aparentar que no les importa, pero que a todos interesa y a algunos preocupa. Sondeos de opinión publicados en los dos últimos días por La Razón, donde los acontecimientos recientes parece que no han hecho mella en el electorado del PP; es más, en el Ayuntamiento subiría un concejal y en la Comunidad, tres escaños. En ambos casos, Cs, seguiría decidiendo la gobernabilidad, mientras que PSOE y Podemos, decían no creerse esos resultados. «Es como cuando a un marido le dan testimonio de que su mujer le engaña, y se niega a creerlo», me decía ayer un empresario madrileño. Pero en el ambiente, sí que se apreciaba algo de preocupación entre los menos favorecidos por las encuestas.

Toros y fútbol

El sobrecóctel se alargó con respecto a años anteriores. Y es que había mucho de qué hablar. Por la noche, Real Madrid y Atlético de Madrid, protagonizarían un derbi europeo. Había apuestas para todos los gustos. Los madridistas confesos, querían mostrar prudencia política y no desvelaban sus apuestas, pero que aquí también había colores y tendencias. Política y fútbol hacen un buen maridaje en un ágape festivo.

Y por si faltaba algo: corrida goyesca en la Monumental de las Ventas, pero en esto las conversaciones derivaron hacia el futuro de la fiesta, entre los taurinos de toda la vida y los anti de nuevo cuño. Pudiera parecer que la derecha está favor y la izquierda en contra, pero, la vida te da sorpresas: un diputado socialista se declaraba defensor a ultranza de las corridas de toros, y un ex consejero del PP, en contra.

Pasadas las cuatro de la tarde, tocaba recoger: para unos, tarde de toros, con la Goyesca en las Ventas; para otros, noche de Champion en el Bernabéu; para los demás política de sesión continua. Entre las paredes del viejo caserón de la Real Casa de Correos, quedaba un pegadizo tufillo a corrupción, que era el nombre que había envenenado los sueños en este día de fiesta, día en el que no advertí la presencia de ningún ex presidente regional.