Religion
Multitudinario besapiés en Medinaceli
Feligreses de todos los puntos de España cumplieron ayer con la tradición de besar los pies del Cristo al que siempre veneran los fieles de la capital el primer viernes de marzo
Puntuales como cada año, las puertas de la basílica del Cristo de Medinaceli se abrieron ayer para que cientos de fieles cumplieran con su tradicional promesa. Tantos días de espera en los aledaños de la basílica, a pesar del frío y las condiciones en las que se encontraban los vecinos en las largas filas, valieron la pena para besar, durante unos segundos, el pie de Jesús.
Asimismo, recibida entre aplausos por los asistentes tras su llegada a la Basílica en torno a las 11:00 horas, la Monarca emérita, Doña Sofía, fue la encargada de cumplir con esta tradición de besar los pies del Cristo y pedir los tres deseos, algo que también hizo el año pasado. Para la ocasión eclesiástica, entre 15 y 20 frailes –procedentes de varias provincias españolas como Asturias, Sevilla y Valencia, entre otras– celebraron varias misas desde las seis de la mañana con motivo del besapiés.
Además, atendieron a los devotos visitantes, confesando a aquellos que lo necesitasen. «¡Jesusito, haga que mi hijo no sufra por su enfermedad!» se escuchó entre la aglomeración de feligreses impacientes por encontrarse con Jesús de Medinaceli. Y es que, como dijo el fraile Gregorio –quien lleva 12 años en la basílica–, «hay muchos enfermos de gravedad que vienen con la ilusión de curar su problema». Del mismo modo, explicó que la «leyenda» de depositar tres monedas iguales para que se cumpla tu deseo «es casualidad» y puro azar, ya que no cree que ese ejercicio pueda cumplir la promesa.
Por otro lado, Gregorio destapó las claves de la visita al Cristo y señaló que «hay que creer en lo que uno pide. Si tienes fe y pones esperanza en una persona, en este caso Jesús, ayuda a que el problema tenga solución». Finalmente, compartió su felicidad ante el gran número de visitas y comentó que espera poder cerrar las puertas de la basílica lo más tarde posible –otros años, sobre las cuatro de la mañana–, para que todo el mundo «aproveche esta oportunidad».
Es el caso de Carlos y María, quienes no quisieron perderse la costumbre madrileña y decidieron, tras terminar sus clases en la universidad sobre las 10:00 horas, formar fila en la calle de Jesús, para rezar y sacrificarse, con el deseo de sacar buenas notas.
Carlos y María no son los únicos que acudieron para cumplir sus promesas. Isabella, de 72 años y madre de cinco hijos, acudió a las puertas de «mi Cristo de Medinaceli», para pedir por su marido ya fallecido. Afirmó que no es la primera vez que acude: «Hace dos años que murió mi marido y desde entonces vengo a pedir por él, siento que está conmigo a cada momento, pero cuando beso los pies al Cristo es algo muy especial, es como si estuviese conmigo besándole al Santísimo», citó.
Isabella suele ir acompañada de sus hijos Valeria y Mateo, quienes piden por sus respectivas familias sin olvidarse de rezar por su padre.
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