Comunidad de Madrid
«Supernanny» llega a casa
La Comunidad implantará a partir de octubre la figura del Coordinador Parental, que buscará mediar en los hogares más conflictivos. En la experiencia piloto participarán 10 familias durante un año
La conflictividad familiar se está convirtiendo, año tras año, en un problema mayor dentro de la Comunidad de Madrid y que se canaliza hacia los Juzgados de Familia. Así lo aseguran desde la Consejería de Políticas Sociales y Familia. «Estamos detectando un aumento de las separaciones conflictivas en la Comunidad. Cada año, menos parejas llegan a un acuerdo y eso afecta especialmente a sus hijos», afirma Alberto San Juan, director general de Familia y Menor. De acuerdo con los últimos datos que aportan, en 2016 se produjeron 101.294 disoluciones, de las que entre un 10 y un 15 por ciento de ellas acaban en conflicto. Son los más cronificados los que «no siempre pueden abordarse con intervenciones de terapia familiar, por lo que queremos implantar la figura del Coordinador Parental que sea capaz de mediar en el conflicto», explica San Juan. Esta especie de «Supernanny» o de «Hermano Mayor» se va a implantar, en una primera fase piloto en Majadahonda, con la participación de 10 familias que se seleccionarán entre las que tengan una «situación de alto conflicto familiar».
«En muchas de estas separaciones, los niños están en medio y son los que más sufren, para evitarlo queremos introducir esta figura que será como una especie de negociador que pueda reconducir la situación», añade el responsable de Familia y Menor. Aunque los principales recursos de la Comunidad lo que buscan es prevenir, y evitar que se lleguen a estas situaciones, ante «momentos tan duros y dolorosos» no queda otra opción. La idea es que «esta primera experiencia se desarrolle durante un año para, luego, ampliarla».
La idea que ha tenido la Comunidad no es «made in Madrid», sino que llega de Estados Unidos. Allí funciona desde hace más de 25 años y, como afirma San Juan «tiene muy buenos resultados. Tanto es así, que Barcelona la está implantando y Valencia también lo baraja».
Como explican desde la Comunidad, «este recurso se orienta en exclusiva a la defensa del interés del menor. Se concibe como recurso adicional y complementario, cuando fuera necesario, a las intervenciones habituales con las familias». El Coordinador Parental estará capacitado, previo consentimiento de las partes y/o del juzgado correspondiente, para tomar decisiones en base a los términos y condiciones establecidos por la resolución familiar establecida.
Son varias las situaciones que pueden desencadenar en un conflicto familiar enquistado, pero lo que más preocupa a la Consejería son aquellas en las que «pierden la custodia porque no son capaces de cuidar a sus hijos y éstos terminan produciendo actos violentos», explica San Juan.
Para la prestación del servicio han presentado varias propuestas técnicas de tres entidades especializadas, entre ellas el Colegio de Psicólogos de Madrid. Las familias aún están en proceso de selección.
Los especialistas que trabajan en el área de la mediación familiar coinciden en que las situaciones de conflictividad familiar no han dejado de crecer, pero consideran que el origen no son las disoluciones matrimoniales, sino que está en la educación que se da en casa. «En los últimos años han cambiado mucho los hogares, no sólo por los modelos familiares, sino también por la pérdida de autoridad por parte de los padres», explica Trinidad Bernal, doctora en Psicología y directora de Programas de Mediación de la Fundación Atyme. Bernal tiene muy clara una cosa: «Se ha perdido el rol del padre y de la madre, es como si temieran ejercer la autoridad con sus hijos. La sobreprotección es la que está llevando a estas situaciones de alta conflictividad».
Para esta mediadora, las separaciones matrimoniales no siempre perjudican a los menores. Es más, «si se hace bien puede ser hasta beneficiosa para los niños». El principal problema que surge cuando una pareja decide poner fin a su relación es que el hijo percibe la desunión entre sus progenitores y «ellos se aprovechan de ello». Por ello, «el trabajo fundamental se debe hacer con los padres, tienen que reconocer que deben hacer un cambio, pero para muchos eso supone crear una incertidumbre por la que no quieren pasar, temen que los hijos se vayan de casa o que lo puedan perder. Les enseñamos a cambiar el proceso educativo lentamente para que lo puedan incorporar», dice la psicóloga.
Y es que no son muchos los padres que perciben el problema, y menos los que son capaces de dar el paso y acudir a un especialista. «Las situaciones son cada vez más complicadas y sólo acuden a nosotros en momentos agónicos cuando la solución es muy difícil». A Bernal no le sorprende que la primera experiencia piloto del programa de la Comunidad se implante en Majadahonda, una zona de Madrid donde viven familias de clase media-alta. «Aunque pueda sorprender, se dan un gran número de conflictos en hogares donde el poder adquisitivo es bastante elevado porque a los menores se les consiente todo y se les protege en exceso». Y da ejemplos: «No sólo nos llegan casos de menores que dejan de ir a clase, sino que utilizan la tarjeta de los padres sin que éstos lo sepan».
Lo peor, a juicio de esta experta, son parejas que llegan porque tienen a un hijo mayor de 30 años viviendo en casa y «se ha convertido en un auténtico tirano». Para alcanzar ese punto, «en la infancia no ha existido firmeza, una figura autoritaria». Por ello, la psicóloga advierte: «Es importante que los padres sean firmes, pero que les demuestren el cariño que les tienen».
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