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Una alcaldesa injustamente tratada
Antes de montar una guerra sin cuartel que dañara a su partido; antes de agarrarse al sillón; antes de gastar un solo euro del municipio en hacerse una campaña de imagen comprando medios de comunicación y periodistas, Ana Botella ha anunciado que terminará la legislatura como alcaldesa y que no se presentará como candidata a la Alcaldía de Madrid.
Gran gesto de una mujer injustamente tratada desde que sucedió a Ruiz-Gallardón porque, ya se sabe, la ascensión a la Alcaldía de Ana Botella era un asunto nada democrático y la ascensión de Susana Díaz a la presidencia de la Junta de Andalucía sustituyendo a Griñán era la expresión real de la democracia. Los analistas políticos sabrán por qué tanta injusticia.
Una macrofiesta terminó en desgracia y en vez de culpar al empresario avaricioso que organizó la catástrofe, se fijaron en ella, como si Botella hubiera organizado personalmente aquel horror.
La gestión de la Alcaldía de Madrid en los últimos tres años ha sido espectacularmente buena: un superávit de 100 millones de euros en el último ejercicio lo dice todo, o debería decirlo, pero no hay nadie dispuesto a reconocérselo.
Últimamente hasta se caen los árboles en Madrid, que ya es mala suerte.
Creo que con el anuncio de esta decisión la vida se calmará en el corazón de Ana Botella y en su entorno. Ya eran demasiados nervios por cualquier cosa. Ya era todo negro.
Ana Botella: buen gesto, nobleza, grandeza y, ahora, a disfrutar de los últimos meses de Alcaldía, que Madrid la tiene preciosa y bien vale un «relaxing cup in Plaza Mayor».
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