Sevilla
Baltasar es ciego en Sevilla en la Cabalgata de Reyes más inclusiva de España
Baltasar sabe lo que es ser el Rey Mago diferente -pero también el más querido- por su color de piel oscura en contraste con Melchor y Gaspar, pero este año en Sevilla representará también a quienes tienen capacidades distintas en la Cabalgata más inclusiva de España, con setenta pajes con discapacidad.
La cabalgata de Sevilla, una de las más antiguas de España que cumple 102 años y que el Parlamento andaluz ha pedido declarar Bien de Interés Cultural (BIC), dará este 2019 un paso más en ser pionera en la integración de las personas con discapacidad, con el Rey Baltasar al frente, encarnado por el delegado de la ONCE en Andalucía Cristóbal Martínez.
En una entrevista con Efe, el Rey Baltasar -al que acompañarán el empresario Miguel Gallardo como Melchor y el responsable territorial de El Corte Inglés Ángel Aguado como Gaspar- reconoce sentir "orgullo"pero también "responsabilidad"por ser la primera persona ciega que encarna este personaje "tan mágico"y representar a las "personas con discapacidad"que luchan día a día por normalizar su participación en todos los ámbitos de la vida cotidiana.
En esta lucha, que Baltasar sea este año ciego en Sevilla supone "un paso más en esa normalización"y aunque lo suyo es cumplir deseos, él también tiene uno: Que la participación de personas con discapacidad en la Cabalgata se convierta en "algo cotidiano"y el cortejo de Sevilla que ha dado este paso "sirva de ejemplo a otros".
La capital hispalense se convierte en la primera ciudad española con un Rey Mago ciego al que acompañarán en el cortejo 70 personas con discapacidad (de un total de 3.000, mil de ellas niños), entre ellas 40 invidentes o con visión reducida pero también tres pajes sordociegos (que irán acompañados por sus mediadores), uno con síndrome de Down, otro con esclerósis múltiple y dos en sillas de ruedas.
Todos ellos se distribuirán en tres carrozas: el trono de Baltasar, la de sus pajes y una dedicada a la función social de la ONCE (que cumple 80 años), que presidirá también una chica ciega acompañada de su perro guía, en un homenaje a la autonomía que estos animales ofrecen a muchos invidentes y a su entrenamiento en la escuela canina de Boadilla del Monte.
Un entrenamiento que hace que estos perros tengan "una paciencia infinita y un comportamiento magnífico", asegura el Rey Baltasar, idóneo para que encima de la carroza y a los pies de su ama el animal ni se inmute con la algarabía y "probablemente termine acostado durmiéndose".
También entre los 800 beduínos que acompañan al cortejo habrá dos en silla de ruedas, concretamente abriéndolo, ya que irán incorporados en las huestes que anteceden a la carroza de la Estrella de la Ilusión (para evitar que los restos de caramelos que vayan dejando el resto dificulten el rodaje de las sillas).Salvo acondicionar un espacio algo más amplio para las sillas de ruedas en una de las carrozas, el Ateneo de Sevilla -institución que organiza la cabalgata- no ha tenido que realizar ninguna adaptación especial para integrar a todas estas personas con discapacidad en su cortejo.Tampoco Baltasar y sus pajes han tenido que prepararse de manera especial más allá de fortalecer los brazos para tirar caramelos porque arriba en las carrozas, más que el sentido de la vista -poco útil cuando lo que hay por las calles es una gran masa de público- se oyen los gritos de miles de gargantas tratando de llamar la atención de Sus Majestades.Y ese sonido es el que Cristóbal Martínez asocia a sus recuerdos de la cabalgata, que no se pierde ningún año, que aunque no ve físicamente como Rey Mago sabe perfectamente si los niños se han portado bien y qué le han pedido.Será la tarde del 5 de enero cuando este cortejo de 33 carrozas -13 de ellas nuevas con guiños al V Centenario de la circunnavegación de Magallanes o a los 175 años de la Guardia Civil- recorrerá 8 kilómetros por la ciudad con el acompañamiento musical de diez bandas y arrojando 100.000 kilos de caramelos, además de pelotas antiestrés, peluches o libritos junto a toneladas de ilusión. EFE
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