Tribunales
El jurado declara culpable al acusado de estrangular a su mujer en el parking del aeropuerto
La Fiscalía y la defensa piden para el investigado 12 años y medio de cárcel al aplicar la atenuante muy cualificada de confesión
El jurado popular ha declarado culpable por unanimidad de un delito de asesinato al hombre de nacionalidad rumana acusado de asesinar a su esposa tras estrangularla con un trozo de cuerda en el parking del aeropuerto de Sevilla en junio de 2016, según han informado fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA).
Una vez conocido el veredicto, que se hizo público en la tarde de este lunes, tanto la Fiscalía, que pedía inicialmente 18 años de cárcel para el acusado, como la abogada del imputaron interesaron la imposición de una pena de 12 años y medio de prisión y que indemnice con 90.000 euros a cada uno de sus dos hijos por un delito de asesinato con la agravante de parentesco y la atenuante muy cualificada de confesar espontáneamente el delito a las autoridades.
No obstante, y por la presumible insolvencia del investigado, sus hijos sólo percibirán la indemnización prevista a cargo del Estado para las víctimas de delitos violentos.
El Ministerio Fiscal retiró su petición inicial de que se impusiera al acusado el alejamiento de sus hijos y se le privara de la patria potestad, a la vista de que los propios hijos, ya adolescentes y en acogida con unos parientes en un pueblo de Castilla La Mancha, manifestaron que deseaban mantener el contacto con su padre.
El jurado ha considerado probado que los hechos tuvieron lugar sobre las 3,00 horas del 1 de junio de 2016 en el interior de un automóvil abandonado depositado en una zona apartada del aparcamiento del aeropuerto.
De este modo, el jurado ha visto probado que, “tras una discusión verbal por motivos familiares”, el acusado, “con ánimo de causarle la muerte, o al menos sabiendo que esa sería la consecuencia natural de su acción”, estranguló con una cuerda fina u objeto similar a su mujer, “apretándole fuertemente el cuello” hasta acabar con su vida.
Según el jurado, el imputado “evitó cualquier posibilidad de huida o de defensa efectiva” de la víctima al atacarla “de forma súbita y sorpresiva” una vez que la discusión había cesado y por la espalda.
Y es que la mujer estaba sentada en el asiento delantero derecho del automóvil, mirando hacia delante, en el momento en que el acusado le rodeó el cuello con la cuerda desde el asiento trasero, “lo que impidió que tuviera capacidad de reacción o que pudiera hacer cualquier gesto útil para oponerse a su estrangulamiento”.
El acusado y la víctima, aunque se encontraban separados temporalmente, estaban casados.
El hecho que da lugar a la atenuante de confesión no fue sometido al jurado por el magistrado-presidente, José Manuel de Paúl, al entender que las circunstancias atenuantes propuestas o aceptadas por la acusación son vinculantes tanto para un tribunal de jurado como para uno exclusivamente profesional.
El hecho, poco frecuente, de que la confesión se aceptase como atenuante muy cualificada, dando lugar a una rebaja de varios años de pena, fue explicado al jurado por la fiscal sobre la base de que, como admitió en su declaración en el juicio el inspector jefe del Grupo de Homicidios, de no haber sido por la confesión espontánea del acusado habría pasado largo tiempo antes de que se descubriese siquiera el cadáver de la víctima.
Y es que el cuerpo que estaba en un lugar muy apartado del aparcamiento del aeropuerto de Sevilla y dentro de un automóvil abandonado, por lo que habría sido especialmente difícil identificar y capturar al autor del crimen, cuya estancia en España era solo circunstancial.
La sentencia, que habrá de recoger fielmente el veredicto del jurado y que no podrá imponer una pena superior a la pedida por el Ministerio Fiscal, se espera para los próximos días.
En su declaración en la vista oral, el acusado reconoció que mató a su mujer en el marco de una discusión y “para no escucharla más”, señalando que “era un momento de locura” y que “se arrepintió desde el primer momento”.
El acusado relató que, en el momento de los hechos, llevaba casado 15 años con la víctima, que se había marchado a Italia por motivos laborales mientras que él se dirigió a España con sus dos hijos menores para trabajar en el circo ‘Roma’ que en ese momento se encontraba establecido en la localidad onubense de Corrales, dejando a sus hijos bajo el cuidado de su hermana en un pueblo de Cuenca.
“La relación no era buena en ese momento, estábamos separados”, indicó el imputado, que añadió que el 26 de mayo de 2016 su mujer viajó a España para ver a sus dos hijos, de forma que la recogió en el aeropuerto y se dirigieron a un hotel de Huelva, donde estuvieron tres días y hablaron de “reconciliarse” sin que se produjera ninguna discusión en ese momento.
El acusado señaló que la fallecida quería ver a sus hijos, pero estos “no querían verla porque estaban enfadados con ella”, por lo que la mujer decidió volver a Italia y, para ello, se dirigieron el día 31 de mayo al aeropuerto para coger el vuelo que salía hacia Italia a las 22,00 horas.
No obstante, relató que se perdieron por el camino y llegaron al aeropuerto a las 22,30 horas, por lo que la mujer perdió el vuelo y se “enfadó” con el acusado, a quien “echaba la culpa” de haber perdido el avión, tras lo que decidieron pasar la noche en el aeropuerto porque “se había acabado el dinero” y no podían regresar.
De este modo, precisó que se dirigieron a un coche abandonado ubicado en el parking del aeropuerto para pasar la noche y comenzaron a discutir porque sus hijos “no querían verla”, todo ello encontrándose ella en el asiento delantero del vehículo y el acusado en la parte de atrás.
Tras ello, se echaron a dormir y se despertaron sobre las 2,30 horas de la madrugada, cuando empezaron a discutir otra vez, momento en el que, según confesó, cogió una cuerda con la que rodeó por el cuello a la víctima sin que ella se percatara y a fin de “no escucharla más”.
El imputado agregó que, en ese momento, “empezó a tirar” hacia atrás de la cuerda con las dos manos, estrangulándola “durante un minuto” sin que la víctima se defendiera o gritara hasta que “pensó que ya estaba muerta”.
Seguidamente, manifestó que la sacó del coche en brazos y la colocó tumbada en el asiento trasero, tapándole con el fieltro del techo del coche, aunque quiso dejar claro que su objetivo “no era esconderla”, sino que lo hizo porque “se le ocurrió eso en ese momento”.
La fiscal le preguntó por qué mató a su esposa y el acusado contestó que “era un momento de locura” y que “no sabía lo que hacía en ese momento”, añadiendo que, a continuación, salió del parking y hizo auto-stop, llevándole un conductor hasta la localidad onubense de Bollullos Par del Condado.
El acusado añadió que, una vez en ese municipio, “empezó a pasearse por todo el pueblo” hasta que se dirigió a la Jefatura de la Policía Local, donde confesó a los agentes que había matado a su mujer, algo que hizo porque “sabía que había hecho una cosa que no tenía que hacer”, tras lo que volvió a repetir dicha confesión “espontánea” ante la Guardia Civil, a la que acompañó hasta el lugar de los hechos para indicarle dónde se encontraba el cadáver.
“Desde el primer momento, he contado todo”, aseguró el acusado, que señaló que ha hablado con sus dos hijos sobre lo sucedido y les ha pedido “perdón”. “Mis dos hijos me quieren”, afirmó el imputado.
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