Lotería

¿Suerte o probabilidad? Los expertos revelan qué hay detrás de la Lotería de Navidad

Mientras la cultura popular alimenta la idea de la buena estrella, matemáticos, físicos y psicólogos miran el Sorteo Extraordinario con otra lente, mucho menos romántica y bastante más fría

Cambios en la Lotería de Navidad 2025: estas son todas las novedades del sorteo del Gordo de este año
Cambios en la Lotería de Navidad 2025: estas son todas las novedades del sorteo del Gordo de este año Loterías y Apuestas del Estado

Durante semanas, las administraciones se llenan de colas, se agotan ciertos números "míticos" y reaparecen leyendas: pueblos donde siempre toca, ventanillas milagreras, bares que "reparten suerte" año tras año. La imagen es poderosa: loteros celebrando como en Manises tras repartir cientos de miles de euros, titulares sobre el "pueblo más afortunado de España" y anécdotas históricas que recuerdan que el país incluso estuvo cerca de meterse en un lío financiero por su pasión por la lotería navideña.

A esa tradición se suma la psicología del jugador, quien compra siempre el mismo número porque le representa, quien comparte décimos como ritual familiar o quien siente que este año tiene buen presentimiento. Sin embargo, mientras la cultura popular alimenta la idea de la buena estrella, matemáticos, físicos y psicólogos miran el Sorteo Extraordinario con otra lente, mucho menos romántica y bastante más fría.

Lo que dicen los números: así de difícil es que te toque

Si dejamos a un lado los amuletos, la estadística es clara: en el Sorteo de Navidad solo alrededor de un 12% de los participantes consigue algún tipo de premio. Y la probabilidad de que a tu número le caiga el ‘Gordo’ es de una entre 100.000. Es decir, por cada combinación que tú juegas, hay 99.999 más con exactamente las mismas opciones.

Por eso muchos expertos en matemáticas ni siquiera participan. Consideran que, desde el punto de vista de la inversión, las probabilidades sencillamente no compensan. Kit Yates, profesor de matemáticas, lo resume con una idea contundente: lo que llamamos "suerte" es el cruce entre oportunidad y preparación. En el caso de la Lotería de Navidad, la única forma real de aumentar tus opciones es muy prosaica: comprar más décimos.

Por su parte, el investigador Richard Wiseman ha defendido que la suerte, en muchas áreas de la vida, se "construye": tiene que ver con cómo nos movemos, las decisiones que tomamos y las oportunidades que aprovechamos. Pero en la Lotería de Navidad esa idea se estrella contra una realidad simple: todos los números participan en igualdad de condiciones y la actitud positiva no inclina los bombos a tu favor.

Cuando el azar es literal: del salón de sorteos a la física cuántica

La discusión se vuelve todavía más interesante cuando entramos en el terreno de la física. En el mundo que podemos ver y tocar, muchas veces llamamos azar a lo que, en el fondo, es falta de información: no sabemos todas las variables que intervienen, y por eso algo nos parece impredecible. Sin embargo, en la física cuántica el azar deja de ser una sensación y se convierte en algo real.

En 2010, un equipo internacional de científicos liderado por el físico Antonio Acín logró generar 42 números verdaderamente aleatorios utilizando fenómenos cuánticos. El experimento suponía un golpe directo a la visión determinista de Einstein, que desconfiaba de la idea de un universo gobernado por el azar. A escala microscópica, sin embargo, los resultados demostraron que hay procesos cuyo resultado no puede predecirse ni siquiera conociendo todas las condiciones de partida.

Entonces, ¿jugar o no jugar?

Con todo esto sobre la mesa, la conclusión es menos mágica de lo que muchos desearían: la Lotería de Navidad es, ante todo, un juego de probabilidad extremadamente baja. La ciencia no respalda la existencia de números bendecidos ni de administraciones tocadas por la fortuna, y recuerda que el sistema está diseñado para que la recaudación supere a los premios.

Eso no significa que comprar un décimo sea "irracional" en términos absolutos. Para muchos, formar parte del sorteo es un gesto social, compartir un número con la familia, con los compañeros de trabajo o con los amigos del bar. La clave está en entender qué se compra realmente.

Las probabilidades no se mueven ni un milímetro por supersticiones, rituales o presentimientos. Lo único que decide es el azar.

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