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Hablemos de futuro

La banca, al servicio de la sociedad

Los bancos juegan un papel fundamental a la hora de erigir un sistema financiero fuerte y saludable, pilar de las economías modernas. Como motor de los grandes sectores industriales y sociales, las entidades cumplen una serie de funciones que son clave para el bienestar de un país

El Protocolo Estratégico para Reforzar el Compromiso Social y Sostenible de la Banca también ha sentado las bases para caminar hacia una inclusión financiera que no deje a nadie atrás.
El Protocolo Estratégico para Reforzar el Compromiso Social y Sostenible de la Banca también ha sentado las bases para caminar hacia una inclusión financiera que no deje a nadie atrás.Pexels - Clem OnojeghuoLa Razón

Aunque la voluntad de servicio forma parte del ADN de los bancos, en los últimos tiempos hemos podido ser testigos de cómo el sector bancario ha afianzado su posición al servicio a la sociedad en los momentos más críticos y para las personas que más lo han necesitado.

La emergencia sanitaria derivada de la COVID-19 ha sido un ejemplo de esto. Los bancos españoles jugaron un papel clave a la hora de contribuir al mantenimiento de miles de puestos de trabajo y, por tanto, a la supervivencia de empresas y negocios. Esto ocurrió gracias a la gestión de las líneas de crédito ICO, en colaboración con el Estado, que permitió aliviar las consecuencias de un periodo que paró la economía en seco, provocando una gran incertidumbre. En este sentido, un total de 140.000 millones de euros se dirigieron desde esta línea de avales a empresas y autónomos en 2020, el año más crudo de la pandemia. La presencia de los bancos en todo el territorio nacional, la capilaridad de su red de sucursales y canales online, el conocimiento de los clientes y la adecuada gestión de los riesgos permitió que España pusiera en marcha el que fue uno de los programas de financiación más ambiciosos de Europa.

Recientemente, la guerra de Ucrania también ha movilizado al sector bancario que, en tiempo récord, ha desplegado medidas de todos los tipos para aliviar las consecuencias del conflicto, enfocadas tanto a la ayuda humanitaria, como al alivio de los costes financieros a determinadas empresas y particulares o a su contribución para una rápida inclusión para los desplazados por la guerra.

El conflicto también ha afectado a las economías europeas y mundiales, lo que ha provocado el incremento de la inflación y la subida de la factura energética, que ha llevado a que muchas familias estén encontrando dificultades a la hora de hacer frente al pago de las hipotecas. Para tratar de aliviar esta situación, los bancos y el Gobierno han firmado un protocolo de medidas hipotecarias que actualiza su Código de Buenas Prácticas, adoptando una serie de medidas que tendrán un significativo impacto en el balance de los bancos (por mayores provisiones y requerimientos de capital).

La banca, comprometida con la inclusión financiera

La firma en 2021 del Protocolo Estratégico para Reforzar el Compromiso Social y Sostenible de la Banca también ha sentado las bases para caminar hacia una inclusión financiera que no deje a nadie atrás. Elaborado en su momento para el colectivo de las personas mayores, este protocolo se ha actualizado en octubre de este mismo año pensando en aquellas zonas del territorio español con menos población y ha incluido el objetivo de dotar a todos los municipios de más de 500 habitantes de al menos un punto de acceso a los servicios bancarios presenciales.

Un sector al que no le faltan retos

En medio de una coyuntura económica de gran incertidumbre, el sector financiero español se encuentra ante la tramitación parlamentaria del “impuesto a la banca”, en vías de aprobarse como consecuencia de la subida de tipos de interés que se ha producido en los últimos tiempos. Este impuesto se asienta en la idea errónea de que estas subidas han supuesto unos “beneficios extraordinarios” para la banca que hay que limitar, pero lo cierto es que referencias del sector como la AEB lo ven como un posible “error”.

La subida de tipos de interés que se viene produciendo es una decisión de política monetaria que adoptan los bancos centrales precisamente para atajar la elevada inflación y contener los precios. Mientras que los bancos son únicamente transmisores de dicha política. No hay que obviar, además, que en términos de impuestos de sociedades, la banca ya es el sector al que más carga fiscal se le aplica, con un tipo del 30%, frente al 25% que se le aplica al resto de sectores empresariales, el 15% de las cooperativas, el 10% de fundaciones y asociaciones y, por último, el 1% que tributan las sociedades de inversión.

Otro de los retos a los que hace frente el sector financiero de nuestro país es el de la rentabilidad: tras años en los que los tipos de interés se han situado en 0 o negativo, cada vez es más frecuente la creencia de que la subida en la que nos encontramos ha reportado mayores beneficios para la banca, ampliando así sus márgenes de rentabilidad.

Sin embargo, lo cierto es que las variaciones en los tipos de interés son una herramienta de control sobre el sistema que aplican los bancos centrales y que puede llegar a enfriar la economía; por tanto, no tiene por qué conllevar una mejora de la rentabilidad de la banca, sino que, más bien, puede ser al contrario.

La reestructuración del sector

Este año se ha cumplido el 10º aniversario de uno de los acontecimientos que más ha marcado el devenir económico de los últimos tiempos: el 9 de junio de 2012, el Gobierno solicitaba una línea de liquidez a Europa para sanear el sector bancario.

Esta acción se daba en un clima de enorme incertidumbre, tras la crisis financiera que se desató en 2008 con la caída de Lehman Brothers, y que terminó provocando una gran reestructuración del sector en España.

Aunque el planteamiento inicial lo describió como un rescate dirigido al sector bancario, esta premisa resulta ser falsa puesto que la realidad es que los bancos españoles no solo no fueron rescatados, sino que pagaron una buena parte de la factura para salvar a las entidades en problemas.

En el proceso de reestructuración que siguió al rescate, los bancos estuvieron en el centro de la recuperación, gracias a la constitución de organismos como el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), a través del Fondo de Garantía de Depósitos de Entidades de Crédito (FGD), que aportó un total de 23.164 millones de euros a este proceso de reestructuración.

Además, los bancos aportaron más de 2.600 millones de euros a la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria, más conocido como Sareb o banco malo.

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