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Mitos de la sequía en España
¿Cómo se gestiona el agua en tiempos de escasez?
España mira al cielo con cara de no entender. Junio, tradicionalmente el primero de los meses secos, ha sido el más lluvioso del año en ciudades como Málaga o Huesca. En Madrid, incluso, deja una tormenta de granizo. Pero no es suficiente. Las precipitaciones anuales continúan por debajo de los valores normales. Han sido demasiado cortas e irregulares, ylos embalses siguen sin recuperarse.
Estas infraestructuras han visto menguar su volumen de agua almacenada y se encuentran al 47,4% de su capacidad, una décima menos que la semana anterior. Son datos inferiores a los de las mismas fechas de 2022 y se sitúan 19 puntos por debajo del valor medio de la última década (66,7%). La situación preocupa.
Por su parte, la cantidad de agua embalsada en las presas destinadas a la producción de energía eléctrica también ha menguado. Su reserva de agua se encuentra 7 décimas por debajo con respecto a la última semana, de forma que estos embalses se encuentran al 64,3% de su capacidad, igualmente por debajo de los valores medios de la última década (77%).
Una cosa es clara: será preciso continuar con la pertinaz lucha que nuestro país mantiene desde toda la vida contra la sequía. En este panorama, surgen algunas preguntas: ¿nuestras reservas de agua están garantizadas? ¿Está asegurada el agua de uso humano, los caudales ecológicos ola producción de energía? ¿Qué hacen las centrales hidroeléctricas en épocas de sequía?
Santiago Domínguez, responsable de generación hidroeléctrica de Endesa en España, tiene claro que este año está siendo malo. “El año pasado fue seco, por debajo de la media, y este año está siendo peor”. Arrastramos, dice, una situación de estrés hídrico que se ha ido encadenando.
Para el trabajador deEndesa, que tiene centrales distribuidas por casi todo el mapa, desde Galicia a Cataluña, Extremadura o Andalucía, la situación de escasez no es nueva en el sur. Pero este año es “enorme” y ahora mismo hay una “situación de estrés hídrico” en las 3 zonas en las que operan. “Nuestras reservas se encuentran por debajo de la media nacionaly están próximas al 30% con respecto a la capacidad total”, apunta, sin paliativos. “Una de las mayores, la de Mequinenza, en el Ebro, nunca ha estado en niveles tan bajos”.
De hecho, tres de ellas (una en la cuenca del Ebro y dos en la cuenca del Guadiana)ya se encuentran paradas por falta de agua disponible para poder turbinar y generar electricidad. “El año pasado teníamos la previsión de que tendríamos que parar hacia septiembre-octubre, pero llegaron lluvias y no hubo que pararlas. Este año la previsión es que paren en agosto-septiembre, y en agosto es improbable que llueva…”, explica.
Pero ¿por qué para una central hidroeléctrica? A grandes rasgos, por el bajo nivel de los embalses. “Cuando la entrada de agua no permite mantener la salida, la central se detiene para asegurar los caudales ecológicos, el abastecimiento humano y el riego”. En España, la ley establece una utilidad estricta para el uso del agua de los embalses: agua para consumo humano, agua para el campo y usos industriales, agua para generar energía y agua de uso recreativo.
“El primero es el uso prioritario del agua, es decir, si peligra el consumo humano, todo lo que viene detrás se ajusta”, explica Domínguez. “Por eso el agua consuntiva, para el consumo humano, jamás se ha restringido (salvo excepciones muy particulares en las que la reserva es muy pequeña, no así en grandes embalses), pero sí se restringe el agua en otros sectores”, detalla.
“En segunda posiciónse encuentra el agua para riego, cuyo consumo es muy relevante, muchísimo mayor que el humano y el hidroeléctrico, y este año ha sufrido ciertas restricciones importantes por falta de agua”, continúa.
En tercer lugar se encuentra el uso hidroeléctrico, que no consume el agua. “La toma de un tramo del río, la turbina y la devuelve un poco más abajo, aunque es cierto que en ese tramo que une ambas partes el agua no está en el cauce, pero es un agua que como tal no se consume”, constata Domínguez.
Para remediarlo, las Confederaciones Hidrográficas establecen una serie de medidas, como los caudales ecológicos, ya que la preservación de la biodiversidad de estas instalacioneses una obligación legal, incluso en situaciones de sequía.
“Siempre se deben respetar los caudales ecológicos, por preservar el valor ecológico de la biodiversidad en nuestros ríos. Por lo que un río nunca se puede secar. El caudal mínimo debe respetarse antes del riego y después del consumo humano. El incumplimiento puede tener consecuencias penales. Si cualquier agente no lo respetase se expondría a una condena legal”, afirma.
“La hidroeléctrica está en tercera posición, así que gestionamos nuestras instalaciones enfocados a asegurar los otros usos-continúa-. En los embalses donde hay reserva de agua suficiente, se desembalsa al ritmo que fijan las Confederaciones Hidrográficas para que en el río haya caudal suficiente como para atender todos los fines”.
¿Quién gestiona los embalses?
Aunque pueda pensarse lo contrario, las eléctricas no deciden libremente cuándo utilizar el agua de un embalse para generar electricidad. Es la Administración del Estado quien gestiona las reservas de agua, a través de variedad de organismos regionales (Organismos de Cuenca) y, dentro de ellos, las Comisiones de Desembalse.
El objetivo de estas comisiones es coordinar la variedad de necesidades de todos los beneficiarios del agua para garantizar el cumplimiento de sus usos prioritarios. “Por ejemplo, en el caso del río Ebro, hay embalses que deben garantizar el abastecimiento de Zaragoza, el riego de los campos, el agua para las industrias que la necesitan y las hidroeléctricas para generar electricidad”, ejemplifica Domínguez.
En estos casos, se organizan periódicamente Comisiones de Desembalse integradas por agentes de todos los sectores. “En ellas se deben poner de acuerdo y a veces es complicado porque no hay agua para atender todos los usos. En estos casos,cada agente recibe unas instrucciones: a los regantes les dicen, por ejemplo, que pueden usar sólo una parte del volumen autorizado en condiciones normales. Y lo mismo con el resto de usos. Todos están sometidos al mejor reparto posible del volumen de agua disponible”, comenta el responsable.
En la actualidad, aunque una mayor producción hidroeléctrica contribuiría a mitigar el impacto del precio del gas y la crisis climática, al reducir la necesidad de generar energía mediante centrales térmicas, nos encontramos en un año en el que la aportación hidroeléctrica está muy limitada debido a la escasez de agua.
Para ello, “contamos con otro tipo de centrales, como las fotovoltaicas, que este año producirán algo más que en años anteriores por tamaño y número de instalaciones”. Asimismo, las compañías tratan de reducir la necesidad del uso del gas cubriendo la demanda con energía hidroeléctrica fuera de las horas en las que las tecnologías renovables como la solar no están disponibles. Por ejemplo, potenciando la generación hidroeléctricapor la noche.
¿Y si nos enfrentáramos a una sequía que pusiera en riesgo los usos consuntivos del agua, qué pasaría con la producción hidroeléctrica? “La primera vía sería limitar su uso al máximo, empezando por la generación hidroeléctrica. Nos ajustarían el caudal que podemos tomar para evitar situaciones de estrés en estos tramos del río entre el punto de toma y el de restitución del agua al cauce o lo restringirían del todo”, argumenta.
Después se limitaría el regadío, llegando “al extremo de cancelarse del todo”. Y, ya por último, se podrían modificar los caudales ecológicos establecidos por ley. Llegados a ese punto hipotético de catástrofe futurista, explica, habría que cerrar el río para que todos los embalses pudieran sostener el aguaque abastece a las ciudades.
Por fortuna, “estamos muy lejos de comprometer el abastecimiento y los caudales ecológicos mínimos que aseguran la biodiversidad y el suministro. Por mucha sequía que atravesemos, estaremos siempre lejos de comprometerlo”, aclara. “Las normas y mecanismos que regulan el agua de los embalses en España son claras y, en nuestro país, somos expertos en gestión del agua y en sus problemas adicionales, tanto en sequía como en inundaciones; estamos muy preparados”.
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