Covid-19
El milagro de los libros que salvaron vidas en el hospital de Ifema
Ana María Ruiz, la enfermera que creó una biblioteca de campaña para los pacientes con coronavirus, verá ahora publicadas sus vivencias
«Tenemos el derecho y el deber de la esperanza». Ana María Ruiz se presenta a sí misma como autora de su primer libro parafraseando a Jorge Luis Borges, porque, piensa, qué mejor manera de adentrarse en el mundo de la escritura que desde la satisfacción de saberse una buena lectora. Ella, que al pronunciar su nombre completo añade casi de forma automática un orgulloso «soy enfermera», entiende que publicar una historia de su puño y letra no es tanto el principio de una nueva carrera literaria como la continuación natural en su crecimiento personal y profesional: «Para mí escribir un libro es una forma de alargar mi esencia como enfermera, de seguir dando cuidados, porque yo cuando estoy leyendo por las noches, siento eso, que el libro me cuida». Y así, sobre una premisa tan sencilla como imprescindible, Ana María Ruiz presenta «Libros que salvan vidas. Una biblioteca de campaña en tiempos de pandemia», obra recién galardonada con el Premio Feel Good 2020 en el certamen literario organizado por Plataforma Editorial y Fundación la Caixa con el fin de impulsar el optimismo desde la escritura y la lectura. Este reconocimiento, que fue anunciado oficialmente el pasado miércoles 28 de octubre en CaixForum Madrid tras el veredicto del jurado, hará posible que, a partir del próximo 11 de noviembre, este título ocupe las estanterías de las librerías y, como dice la propia autora cargada de ilusión ante la noticia, «si ha llegado a la gente especializada, ¡por qué no va a llegar a los lectores!». Pero, ¿qué cuenta Ana María en «Libros que salvan vidas»?
Todo empezó la noche del 24 de marzo, poco más de una semana después de que se decretara el primer estado de alarma y se impusiera el confinamiento social, cuando el hospital de campaña de Ifema llevaba apenas dos días recibiendo pacientes infectados por Covid-19. «Cuando llegué por primera vez al pabellón 5, tan gris y tan oscuro, no se oían más que toses y lamentos; yo quería quedarme allí a hablar con los enfermos, dedicar un poquito de tiempo extra más allá de ponerles la medicación o tomarles las constantes para darles la mano, dejarles que lloraran o hacerles reír, pero ni yo ni mis compañeros podíamos hacerlo por la carga asistencial que teníamos, por lo que ya en mi primera guardia me di cuenta de que necesitábamos ayudantes», recuerda Ana María Ruiz sin vergüenza de que se le quiebre la voz de la emoción. Así que, cargándose de energía cuando a nadie le sobraba, esta enfermera valdepeñera de corazón y madrileña de adopción se aventuró en la búsqueda de esa ayuda, y la encontró en su propia casa: «Seleccioné entre mis libros, los coloqué en un carro en el pabellón y escribí en un folio la palabra ‘biblioteca’; en ese momento yo estaba ilusionadísima con la idea de que esos libros fueran a ser mis ayudantes», explica aun con la misma pasión la autora premiada.
Aquel 30 de marzo, tras su gesto medio improvisado, Ana María compartió su iniciativa en redes sociales; el resto lo hizo la voluntad de ayudar de todos, desde Eugenia, su vecina octogenaria, hasta el escritor y ya amigo de la autora José Luis Molinero, pasando por editoriales, librerías y cientos de lectores y lectoras. «A las 24 horas de hacer la publicación ya no teníamos carros para colocar todos los libros», asegura la enfermera, que continúa, «hubo que habilitar un correo electrónico para gestionar las donaciones, pero la gente se lo saltaba y, la verdad, a mí eso me llenaba de alegría, porque los libros continuaron llegando a mi casa y yo pude seguir preparándolos como si fueran medicina, que al final, lo fueron». Pero, además del apoyo de compañeras y amigos, de vecinas y ciudadanos anónimos, la escritora novel y madre de Gonzalo, Adriana y Martina reconoce que el mayor soporte en esta hazaña lo recibió y recibe de su familia: «Todo esto es cosa también de Tomás, mi marido, porque gracias a él he podido descansar cada día al volver de mis guardias en Ifema; él se ocupaba de la casa y de los niños por las mañanas y por las tardes limpiábamos y organizábamos los libros todos juntos».
De toda esta experiencia, nace una obra escrita en los ratos libres y desde el amor más puro: «Libros que salvan vidas. Una biblioteca de campaña en tiempos de pandemia» es un gesto de cariño y una caricia, un «te quiero» de Ana María que cura y que cuida.
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