Imagen de una tienda de ropa situada en el centro de Madrid

El oasis del Black Friday: un 70% más de ventas

Los datos de la Consejería de Economía confirman que el fin de semana fue el mejor para las compras en tiempos de pandemia. Los comerciantes advierten de que no llenaron las tiendas

El salto de noviembre a diciembre está reservado a Madrid, o al menos, lo estaba hasta este año. Un momento en el que la oportunidad de las grandes ofertas coincide en el espacio y en el tiempo con la magia de la Navidad bañando las calles de la capital. Días que, antes de la irrupción de la Covid-19, muchos –incluso y especialmente los pajes de Papá Noel y de los Reyes Magos– elegían para viajar a Madrid en busca de regalos únicos con los que sorprender a sus seres queridos. Al mismo tiempo, las familias madrileñas suelen escoger también esta época para inaugurar la Navidad con un paseo al caer el sol y bajo las luces con las que se engalana la ciudad para recibir el último mes del calendario. Una conjunción de factores que ha dejado estampas que preocupan a una sociedad que está poco acostumbrada ya a estas escenas tras un extraño 2020: ríos de gente caminando por las principales arterías de Madrid y, aparentemente, sin respetar la distancia social. Pero, ¿se han reflejado esas aglomeraciones en beneficio para los comercios?

Según los datos de la Consejería de Economía, a los que ha tenido acceso este diario, entre el viernes 27 y el lunes 30 de noviembre, las ventas aumentaron hasta un 70% en Madrid, siendo el sector que más ha crecido con respecto al fin de semana anterior fue el textil –el gasto en ropa creció entre un 55% y un 69%, y alcanzó su mayor incremento el domingo–. El Ciber Monday, además, registró un incremento en el gasto en hoteles y viajes de un 49% respecto al pasado lunes. En general, los datos de noviembre sobre el comercio minorista afianzan una tendencia al alza que se viene apreciando en la región desde hace varios meses, especialmente, desde septiembre.

«No sabemos si achacarlo al Black Friday, al encendido de las luces o a las dos cosas a la vez, pero es verdad que ha habido más gente y que se ha notado cierto incremento del consumo, no solo en los comercios, sino también en la hostelería», reconoce en nombre de la Asociación de comerciantes del Barrio de las Letras Begoña Perlines, gerente de la organización. Sin embargo y como coinciden en apuntar todos, este repunte está muy por debajo de las cifras conseguidas en campañas de años anteriores y hasta de las expectativas sobre este año que sigue siendo negro para los negocios: «Este fin de semana las ventas han mejorado un poco, pero dentro del lado oscuro en el que estamos metidos, que es una pandemia y una ruina mundial», recuerda Rafael, al frente de la tienda centenaria de paraguas y abanicos artesanales Casa de Diego, regentada ya por la sexta generación familiar en plena Puerta del Sol de la capital.

La Intrusa, tienda de ropa y complementos en la calle de León 17, forma parte de la Asociación de comerciantes del Barrio de las Letras.
La Intrusa, tienda de ropa y complementos en la calle de León 17, forma parte de la Asociación de comerciantes del Barrio de las Letras.Alberto R. RoldánLa Razón

De hecho, quienes han estado al pie del cañón tras los mostradores estos días consideran que los que están protagonizando las aglomeraciones en el centro de Madrid más que potenciales compradores de regalos son curiosos llamados por los arreglos navideños del Ayuntamiento. «Se ha visto mucha gente en las calles, pero no tanto en las tiendas; al final son personas paseando para ver el alumbrado de Navidad y aunque no puedo decir que el negocio haya estado muerto, no hemos tenido los clientes que esperábamos, así que, hemos dejado de poner grandes esperanzas», cuenta María de La Intrusa, una tienda de ropa y complementos en la calle de León. A solo unos pasos, Nilu, trabajadora en la joyería de diseño Ginger & Velvet, repite casi las mismas palabras: «Hay mayor afluencia de personas fuera, pero son paseantes y por eso aquí no hemos tenido una gran mejoría en cuanto a las ventas».

No obstante, los números están ahí, y la explicación a este desentendimiento entre la estadística y la impresión de los dependientes de los locales podría estar en el empujón que está experimentando en los últimos tiempos la compraventa online y, es especial, este 2020 desde el confinamiento en marzo. «Nosotros nos sumamos a la campaña del Black Friday y sí conseguimos vender más a través de la web», afirman desde Ginger & Velvet.

Ginger & Velvet, joyería de diseño en la calle de León 22, apuesta por una mayor implementación del negocio online.
Ginger & Velvet, joyería de diseño en la calle de León 22, apuesta por una mayor implementación del negocio online.Alberto R. RoldánLa Razón

Con matices en su balance del último fin de semana, de lo que están seguros los comerciantes de los barrios más céntricos de la ciudad es de que su comprador potencial ahora más que nunca es madrileño. «Nosotros vivimos del turismo, por lo que estamos pasándolo bastante mal, pero estamos sobreviviendo gracias al cliente local que se está acercando a vernos», dice Arturo rodeado por el encanto de un local a punto de cumplir nada más y nada menos que 200 años de vida. «Confiamos en el madrileño, que está reaccionando muy bien durante los cierres perimetrales durante los puentes, pues está saliendo más de casa y, por consiguiente, comprando y consumiendo en la ciudad; así que esperamos la respuesta de los clientes locales frente a todo lo que este año no podremos recaudar del visitante de fuera, no para ganar, pero al menos para subsistir», explica Begoña Perlines representando a la Asociación de comerciantes del Barrio de las Letras.

Pero, ya sea invirtiendo más en el formato digital al que algunos le deben buena parte de ese pequeño aumento en las ventas o apostando fuerte por el cliente local a falta de turistas, lo prioritario, dicen los comerciantes, es encontrar el equilibrio entre la salud de todos y el mantenimiento a flote de la economía madrileña: «Hay que invertir en el cuidado del centro y de sus comercios como se hace en otras ciudades y capitales europeas; hacer lo posible por que todos estemos bien y sea seguro venir al centro a pasear, a comprar o a comer», remata Arturo.