Rastreadores y pruebas para detectar infección por coronavirus, en el Centro de Salud de la calle Hacienda de Pavones, en Moratalaz

“A veces llamas a un positivo y se oye por detrás: ‘Próxima estación, Sáinz de Baranda’”

Un batallón de 550 sanitarios rastrean desde hace más de dos meses a los convivientes con pacientes de coronavirus en la Comunidad de Madrid

Mario acaba de terminar su turno en la unidad de apoyo Covid del Centro de Salud de Pavones, en Moratalaz. Este fisioterapeuta, de 37 años, es uno de los 550 sanitarios que trabajan desde principios de diciembre rastreando a los madrileños que conviven con personas infectadas de coronavirus. Son fisioterapeutas, higienistas dentales, auxiliares de enfermería y farmacéuticos, cuya labor consiste en contactar a los convivientes y hacer la derivación para la prueba diagnóstica pertinente (PCR o antígenos). También se aseguran de que guardan la preceptiva cuarentena de diez días, les informan de las medidas de cuidado que deben adoptar y, si fuera necesario, les ponen en contacto con los médicos que prestan servicio en estas unidades para que les tramiten la baja laboral.

Se trata de un trabajo que no siempre es fácil de gestionar. En ocasiones, encuentran cierta resistencia, cuando no directamente insurrección, al otro lado del teléfono. Entre risas, Vicente y Alberto, también fisioterapeutas, comentan que «a veces, llamas a la persona que ha dado positivo y se oye de fondo el sonido del Metro: ’'Próxima estación, Sainz de Baranda”». Como se trata de pacientes asintomáticos, ellos mismos deciden que es hora de volver al trabajo (quizá porque temen perderlo) o de que los niños vayan al colegio pese al riesgo que eso supone para todo aquel con el que se crucen.

En el caso de los insumisos, explica Mario, los rastreadores tienen la obligación de notificar a Salud Pública «que esa persona a la que has llamado está incumpliendo el aislamiento. Es que no se dan cuenta de que podrían estar contagiando a todo el vagón». En cualquier caso, esta no parece ser la norma. Tal y como explica Victoria, de 29 años y también fisioterapeuta, «en general, reciben bien lo que les decimos y entienden que tienen que quedarse en casa. Saben que es lo deben hacer, no quieren contagiar a otros. Lo que llevan peor es la espera, no comprenden por qué les mandamos la prueba para dentro de unos días y tenemos que explicarles que eso es lo recomendable».

Un centro de salud en la Comunidad de Madrid
Un centro de salud en la Comunidad de MadridLuis DíazLa Razón

Inmaculada López, médico de familia, es la responsable de Centros de Atención Primaria de la Dirección Asistencial Sureste. Ella ha sido la encargada de poner en marcha las cuatro unidades de apoyo Covid de esta región sanitaria, una de las siete que integran la Comunidad de Madrid. En este caso todas están unificadas en un edificio adyacente al Centro de Salud Pavones, en el que trabajan 31 personas repartidas en dos salas con aspecto de «call center».

Inmaculada explica que «todos los rastreadores están muy implicados, han tenido que formarse bien y aprender el sistema. Además, para los médicos y enfermeras de los centros de salud que no podían estar en primera línea por circunstancias de vulnerabilidad esto es una gran oportunidad de colaborar». Esta doctora cuenta que la mayor dificultad reside en explicar bien a los convivientes con enfermos de Covid que «aunque hayan dado negativo tienen que hacer la cuarentena igualmente. Muchas veces ocurre que la prueba se ha realizado demasiado pronto y a los cuatro días da otro resultado».

Victoria Fernández, de 61 años, es una de esas enfermeras que tuvo que dejar de ver pacientes Covid a causa de su diabetes. Desde finales de septiembre cambió su centro de salud por esta unidad de Pavones y asegura que está contenta de poder echar una mano: «Aunque no estemos en primera línea sentimos que lo que hacemos es importante». Ella es una de las sanitarias que se encarga de seguir a los convivientes que han dado positivo y que no tienen síntomas o, si los tienen, son muy leves.

A estos últimos los llaman a diario «y si en cualquier momento vemos que la evolución no es buena por algún motivo, lo derivamos de manera urgente a su centro de salud». A los asintomáticos los contactarán unas tres veces durante los diez días de cuarentena para verificar que todo sigue en orden. Victoria cuenta que los contagiados «nos agradecen enormemente la atención porque tienen muchas dudas y están preocupados».

La vocación de estas 27 unidades de apoyo Covid, que en apenas dos meses han atendido por teléfono a más de 165.000 personas a razón de 7.500 al día, es descargar a los centros de salud de un trabajo del que antes se ocupaban a duras penas. El rastreo en la Comunidad de Madrid ha sido desde el principio uno de los puntos débiles de la gestión de la crisis sanitaria. Se supone que desde Salud Pública de la Consejería de Sanidad se siguen los contactos sociales y laborales de la persona contagiada, aunque la información es muy opaca. Esos datos se unirían a los de los convivientes recabados en estas unidades de Atención Primaria para lograr una imagen fiable del mapa de la pandemia.