Coalición

Los choques sanitarios entre Ayuso y Aguado: del toque de queda a la libertad de los vacunados

La presidenta afea en público a su vicepresidente que fije posición sobre asuntos sanitarios sin consultar al consejero de esta materia

Los gobiernos de coalición requieren su tiempo, hacerse con unas dinámicas de trabajo adecuadas. Así lo reconoce uno de los integrantes del Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso para explicar los episodios de descoordinación que se han demostrado a lo largo de este año especialmente en lo que concierne a la respuesta de la administración autonómica a la emergencia sanitaria.

Ayer, se vivió el último de estos desencuentros. El vicepresidente, Ignacio Aguado, fijó su posición respecto a la libertad de la que deben disfrutar los madrileños que hayan sido inmunizados. «Creo que al menos las personas vacunadas deberían poder moverse libremente por el territorio español», aseguró. Apenas unos minutos después, la presidenta Ayuso lanzó un dardo contra su número dos: «Me sorprende que después de dos horas de debate en el Consejo Gobierno no lo hayan comentado, las competencias en materia de sanidad las tiene un consejero que estaba allí presente y al que no se le ha consultado». Y recordó que ella propuso esta medida en agosto para que los ciudadanos vacunados y que tengan anticuerpos por haber pasado la enfermedad «empiecen a tener una cierta libertad», pero se quedó «sola». En todo caso, concluyó Ayuso, «esas decisiones las tomo con mi equipo sanitario».

Fuentes del Gobierno regional con competencia en la materia precisaron a LA RAZÓN que «las opiniones vertidas sobre vacunación y sobre libertad de movimiento de los vacunados son personales, no obedecen a un criterio de la Consejería de Sanidad de la Comunidad».

Ayer también, la presidenta Ayuso avanzó a través de las redes sociales su intención de solicitar al Gobierno el suministro de la vacuna de AstraZeneca para los madrileños mayores de 65 años. Aguado, poco después, matizó el anuncio: la petición de Madrid a Moncloa será para que la vacuna de Oxford la puedan recibir los mayores de 55 años.

Estos desencuentros públicos llegan apenas un día después de que el vicepresidente se mostrara a favor de levantar el toque de queda: «Lo primero que tenemos que hacer, llegado el caso, es poder levantar el toque de queda. Ese es el primer objetivo que plantearnos en los próximos días». Esta declaración provocó malestar entre sus socios de Gobierno, tal y como informó ayer este diario, tanto por las formas como por el fondo. «No se está ahora trabajando en eso», señalaron. Y todo ello en un escenario en el que el levantamiento del toque de queda no está en manos de los gobiernos autonómicos ya que el Ejecutivo de Pedro Sánchez lo incluyó en el decreto de Estado de Alarma que estará vigente hasta el próximo mes de mayo.

Hace pocos días, un anuncio similar del vicepresidente Aguado obligó a la Consejería de Sanidad a reaccionar a marchas forzadas. Según el dirigente de Ciudadanos, los mayores de 80 años serían vacunados en los hospitales de la red pública. Finalmente, el Gobierno regional informó que ese proceso de inmunización se llevaría a efecto en los centros de salud por parte de las enfermeras de Atención Primaria.

El pasado octubre, Aguado planteó el reto de rebajar la incidencia acumulada por Navidad a los 25 casos. Ayuso no vio oportuna la observación: «El objetivo es que no haya contagios, no 25, que no haya». A finales de ese mismo mes, la tensión subió varios grados. El vicepresidente aseguró que «no podemos andar con medias tintas ni titubeos. Necesitamos medidas claras, coherentes y contundentes. Nos jugamos mucho». La presidenta se mostró contundente a la hora de tratar de cerrar el debate en torno a la idoneidad de las medidas adoptadas entonces: «No puede haber tres estrategias sanitarias, hay una y si es la que está dando resultados hay que apostar por ello. Si empezamos todos a opinar lo único que hacemos es confundir a los ciudadanos». Y es que semanas antes, la decisión del TSJM de tumbar la orden del Ministerio de Sanidad para confinar municipios y la respuesta ante el órdago de Moncloa de declarar un Estado de Alarma sólo para Madrid –como finalmente sucedió– había abonado el terreno para unas desavenencias que resucitan de cuando en cuando.