Polémica

La guerra de las terrazas en Chamberí

Los permisos especiales para colocar mesas en la calzada se amplían hasta 2022: los hosteleros quieren más tiempo para su recuperación económica y los vecinos acabar cuanto antes con el ruido

Terrazas en la calle Ponzano que ocupan plazas de aparcamiento en ambos lados de la calle. Los vecinos protestan por ruidos a altas horas de la noche.
Terrazas en la calle Ponzano que ocupan plazas de aparcamiento en ambos lados de la calle. Los vecinos protestan por ruidos a altas horas de la noche.Cipriano Pastrano DelgadoLa Raz—n

Hace algo menos de diez años, Pepe fue uno de los primeros en predecir dónde florecería la nueva zona de moda para los amantes del tardeo de alta gama y las experiencias gourmet en la capital. Casi recién desembarcados en la ciudad, este hostelero gaditano y su familia se lanzaron a abrir un restaurante de sabores tradicionales de su tierra en el número 8 de la calle de Ponzano, un pedacito de Andalucía en Madrid. Pronto fue aclamado por el público y la crítica gastronómica, abriendo junto a los clásicos camino a una tendencia que hoy se ha hecho con esta vía del distrito de Chamberí al completo. A lo largo de su kilómetro de longitud, atravesando los barrios de Almagro y Ríos Rosas desde la calle de Santa Engracia hasta la calle de Raimundo Fernández de Villaverde, salvando las farmacias y los bancos, alguna que otra carnicería y pequeño supermercado y más de un negocio con la verja echada hasta nueva orden, unos 50 bares y restaurantes ocupan la práctica totalidad de los bajos de Ponzano. Pero entre ellos ya no está el de Pepe, porque él cambió de localización en cuanto volvió a augurar el futuro de la zona, aunque esta vez tuvo un mal presagio: «No te preocupes Pilar, que Ponzano se acabará muriendo de éxito», le suele decir a una de sus clientas de confianza, la que es portavoz de la Asociación de Vecinos El Organillo de Chamberí. Y el mal que según este oráculo podría acabar con el ambiente de la calle es, paradójicamente, la última gran adquisición de los bares y restaurantes: las terrazas instaladas en las calzadas.

Casi al mismo tiempo que los locales proliferaban bajo sus casas, los vecinos y vecinas del distrito empezaron a manifestar su malestar; era entonces alcaldesa Ana Botella. «Nuestra reivindicación histórica es la de alcanzar un Chamberí sin ruido, primero por el tráfico, pues lo atraviesan grandes vías como la Castellana; segundo, por el aumento de los bares en determinados puntos durante la última década, que ahora se suman a la bestial contaminación acústica», empieza explicando Pilar Rodríguez. La asociación vecinal tuvo su primer gran logro en 2017, cuando, bajo el mando de Manuela Carmena, el Pleno del Ayuntamiento declaró Zona de Protección Acústica Especial (ZPAE) el barrio de Gaztambide, una de las zonas calificadas de «conflictivas» por la portavoz. «Desde entonces, estamos pidiendo lo mismo para los barrios de Almagro y Ríos Rosas, de hecho, llegaron a hacerse mediciones del ruido para iniciar los trámites, pero llegaron las elecciones municipales de 2019 y el asunto se paralizó hasta que, con el equipo del Partido Popular en el Gobierno, volvimos a plantearlo y, de nuevo, todos los grupos se mostraron de acuerdo en tramitar las nuevas ZPAE; esto fue en enero de 2020, dos meses después llegó la pandemia», lamenta Pilar.

3.901 terrazas nuevas

El escenario cambió por completo y las prioridades del Ayuntamiento también. En junio de 2020, coincidiendo con la primera fase de la desescalada tras el confinamiento, el Área de Gobierno de Vicealcaldía impulsó una medida excepcional en apoyo a la hostelería madrileña: la ampliación de las superficies para la colocación de terrazas, incluyendo permisos para su instalación sobre las bandas de estacionamiento. En menos de un año se han autorizado un total de 3.091 terrazas nuevas, de las cuales 753 se han colocado sobre 1.502 plazas de aparcamiento. «Es una iniciativa transgresora, sin duda, y ha ayudado a que muchos estén aguantando sin echar el cierre», valora positivamente David Lorenzo, responsable del Bar Claxon y presidente de la Asociación de Hosteleros de Ponzano, que continúa justificando su posición: «En mi caso esta crisis me ha costado 57.000 euros y a día de hoy sigo sobreviviendo a base de créditos ICO, sin olvidar que la mayoría mantenemos empleados en ERTE, es decir, que estamos lejos de la normalidad». David no ha montado terraza en su negocio en el número 21 de la calle de Ponzano, pero sabe por sus colegas que están salvando la temporada: «Si mis ingresos actuales son del 50% con respecto a los que tenía antes de la pandemia, los de los compañeros que han puesto mesas fuera rozan el 70%, claro que, aun así, nadie está facturando lo que antes, por lo que consideramos que alargar un año más la medida sería lo ideal, para recuperarnos lo suficiente como para poder devolver el dinero que se nos ha prestado y reabsorber a todos los empleados; además, a muchos les acaban de dar la licencia, por lo que ni siquiera les dará tiempo de amortizarla».

Terrazas que ocupan plazas de aparcamiento en ambos lados de la calle. Los vecinos protestan por ruidos a altas horas de la noche.@Cipriano Pastrano
Terrazas que ocupan plazas de aparcamiento en ambos lados de la calle. Los vecinos protestan por ruidos a altas horas de la noche.@Cipriano PastranoCipriano Pastrano DelgadoLa Raz—n

El distrito con más aparcamientos convertidos en terrazas de bares y restaurantes en todo Madrid es el de Chamberí, con 450 plazas en zona verde ocupadas y 57 en zona azul, y lo que iba a durar medio año, finalmente se alargará hasta el 31 de diciembre de 2021. Para unos es poco, pero para otros es demasiado: «Nosotros nos opusimos desde el principio, y así se lo transmitimos en una reunión a Begoña Villacís, porque sabíamos que acabaría por no ser algo temporal; todos entendemos que la hostelería lo está pasando mal, pero también las mercerías o zapaterías y no están teniendo tantas ventajas como para no cumplir las normas a rajatabla», se queja Pilar Rodríguez en nombre del tejido vecinal. Y es que, con el fin del toque de queda el pasado 9 de mayo y la última ampliación de los permisos especiales de terrazas, la convivencia en los barrios de Almagro y Ríos Rosas ha empeorado notablemente: «Se supone que los bares no deben admitir clientes pasadas las 23:00, pero la verdad es bien distinta y lo que se vive aquí el fin de semana es una guerra, ¡es que no me quiero imaginar lo que va a ser esto en verano, menos si les dejan abrir las terrazas hasta las 2:00 de la mañana, nos van a volver más locos de lo que ya estamos!», se queja la portavoz de El Organillo.

Aunque los hosteleros de Ponzano no están del todo de acuerdo con la imagen que describen los vecinos, ambas asociaciones coinciden a la hora de poner soluciones a la problemática. En primer lugar, insisten en que hay que incidir sobre la responsabilidad individual y el respeto al descanso tanto de los dueños de los bares, como de los clientes, pero también de los propios vecinos: «Más de una vez nos han tirado huevos mientras trabajamos dentro recogiendo, y esas tampoco son las formas», señala uno de los camareros del bar Pinzano, en el número 36. En segundo lugar, las dos partes creen que es necesario contar con una mayor presencia policial en la zona: «Nosotros cerramos cuando se nos dice, lo que no podemos hacer es coger a los clientes del brazo y llevarles hasta sus casas», reclama otro camarero, el de la Cervecería Lola en el número 50. En tercer y último lugar, tanto Pilar como David creen que sería un error ampliar el horario de apertura de las terrazas más allá de las 00:00, pues ninguno de los dos quiere que Ponzano se convierta en una calle de copas.

En fin, que hablando se entiende la gente e, incluso, se encuentra la fórmula para sobrevivir no solo al ruido, sino también al éxito.

El dilema sobre los 753 espacios en bandas de estacionamiento

Solo la llegada de una nueva ola el próximo invierno podría llevar a Cibeles a mantener las autorizaciones
por J. V. Echagüe
Lo único seguro al cien por cien es que las nuevas terrazas se mantendrán hasta el 31 de diciembre de este año. A día de hoy, el total de autorizaciones concedidas es de 3.091, de las cuales 753 ocupan bandas de estacionamiento Ahora bien, ¿qué ocurrirá después? En el Ayuntamiento hay dos posturas al respecto. Por un lado, la de la vicealcaldesa, Begoña Villacís, responsable de la Comisión de terrazas, que ha dejado la puerta abierta a prorrogar las bonificaciones a la hostelería más allá de esa fecha, si la coyuntura lo requiere. Por otro, la de Borja Carabante, concejal de Medio Ambiente y Movilidad, que esta semana fue tajante: las terrazas que ocupan plazas de parking se revertirán en 2022. No es el primer desacuerdo entre ambos: la vicealcaldesa también es partidaria de flexibilizar las Zonas de Protección Acústica Especial (ZPAE), algo a lo que Carabante es más reacio.
En todo caso, esta pequeña «guerra» parece que fue sellada esta semana. El alcalde y la vicealcaldesa, presentes en Fitur, coincidieron en señalar que la ampliación de terrazas se estudiará si se dan circunstancias extraordinarias, como podría ser una nueva oleada de la pandemia que obligara a nuevas restricciones. Ante lo que pueda ocurrir, y según afirman desde Vicealcaldía, ya se están analizando distintas posibilidades desde la Comisión de Terrazas, dependiente del Área de Coordinación Territorial que preside Silvia Saavedra. Todas ellas alternativas que buscan armonizar el bienestar de los vecinos con los intereses de los hosteleros.