Tradición

Los gigantes y cabezudos de Madrid buscan un nuevo hogar

Las figuras, creadas hace más de medio siglo y guardadas en un almacén, podrían acabar en el Museo de Artes Populares

La Comparsa de Gigantes y Cabezudos, en las calles de Madrid
La Comparsa de Gigantes y Cabezudos, en las calles de MadridLa Razón

Fue en 1967, hace ahora 54 años, cuando hicieron su primera aparición en la capital, durante las fiestas de San Isidro. Se daba así oficialidad a una tradición que venía celebrándose desde la Edad Media: una procesión de gigantes y otra de cabezudos que interactuaban con el pueblo durante las fiestas del Corpus. En su diseño, a mediados de los sesenta, participó Regino Mas, prestigioso artista fallero valenciano. Entre los gigantes se encontraban dos chulapos, El Julián y la Maripepa; Alfonso VI, héroe de la Reconquista; La Latina, sobrenombre que recibió Beatriz Galindo, profesora de gramática de Isabel La Católica; el Alcalde de Móstoles, Andrés Torrejón, que firmó el Bando por la Independencia contra las tropas napoleónicas; y Manolita Malasaña, una de las heroínas del 2 de mayo. Mientras, los cabezudos incluían a personalidades como el bandolero Luis Candelas; la Tía Javiera, vendedora de rosquillas en el Madrid castizo; los toreros conocidos como Cúchares y El Melonés; o El Francesillo, como se le llamaba a Francés de Zúñiga, cronista de Carlos V.

Sin embargo, y tras varios años de popularidad, estas icónicas figuras llevan un tiempo aparcadas. Concretamente, en un almacén de Madrid Destino situado en la M-30, lo que «no el lugar ideal para cobijar las figuras durante todo el año, sobre todo para evitar su deterioro», explican desde el Área de Cultura, Turismo y Deportes que preside Andrea Levy. Hoy, la delegada del Área será preguntada al respecto en la Comisión de Cultura del Ayuntamiento.

Desde el Consistorio explican que, de los ocho gigantes, seis tienen un «valor histórico y artístico», al tratarse de creaciones originales de Regino Mas. De hecho, en 2017, en el cincuenta aniversario de la creación de estas figuras, la Asociación Comparsa Gigantes y Cabezudos de Madrid solicitó al Ayuntamiento los medios necesarios para mejorar las condiciones en que se encontraban las obras. Propusieron dos actuaciones: por un lado, la urgencia en el arreglo de algunas figuras de gigantes; por otro, que se busque un lugar adecuado para su almacenamiento.

En los que respecta a lo primero, tres de las figuras –Alfonso VI, La Latina y Manolita Malasaña– fueron reparadas en 2018. Ya en 2019, se presupuestó en 18.000 euros la restauración de los otros tres gigantes que restaban: el alcalde de Móstoles y los chulapos El Julián y La Maripepa.

Ahora bien, ¿gozará la comparsa de un nuevo hogar? A día de hoy, la opción que toma más cuerpo es la del Museo de Artes y Tradiciones Populares de Madrid, que ha expresado su interés en acoger las figuras. Se trata de una institución perteneciente a la Universidad Autónoma de Madrid y que, desde 2012, tiene su sede en una corrala de Lavapiés cedida por el Ayuntamiento, concretamente en la calle Carlos Arniches. Desde el Museo explicaron que, además de suponer un entorno «pintoresco», cuenta con unas «condiciones extraordinarias» y «todas las medidas de seguridad propias de un museo». Además, este emplazamiento posee una «gran ventaja»: se reduciría el transporte, ya que las figuras podrían ser retocadas in situ y podría ensayarse con ellas en el patio central. «Hemos medido cada centímetro para ver cómo se instalarían y es una oportunidad. Conseguiríamos cuidarlos y los madrileños podrían verlos durante todo el año, ya que el museo es gratuito. Los niños podrían verlas también, ya que hacen visitas escolares», explicaban desde el Museo de Artes y Tradiciones Populares.

Las colecciones de esta sala están formadas por piezas de carácter etnográfico procedentes de toda España. Así, se recogen objetos vinculados a la vida cotidiana, que reflejan el modo de ser de las gentes que los crearon y usaron. En la actualidad, el museo cuenta con más de 7.000 piezas que se van alternando periódicamente en la exposición.

El Consistorio señala que «el sitio parece ideal porque puede reunir las condiciones de conservación adecuadas, ya que las figuras podrían estar expuestas y, al ser una corrala, cuenta con un patio que facilitaría mucho la salida de las figuras ya montadas sobre las personas que las llevan». Y es que el tamaño de los gigantes, que alcanzan en algunos casos los cuatro metros de altura y los 55 kilos de peso, «hace esta labor difícil en algunos entornos».