Andrea Levy
El Paisaje de la Luz, una oportunidad para Madrid
Este reconocimiento por parte de la Unesco llega en un momento decisivo para la recuperación del turismo en la capital
Hace siete años se planteó desde el Ayuntamiento, a cuya cabeza estaba la alcaldesa Ana Botella, la idea de que Madrid no podía seguir siendo la única gran capital europea que no contase con un bien en la lista de Patrimonio Mundial de la Humanidad de la Unesco. No era normal que nuestra capital, con la riqueza patrimonial que tiene, no tuviera inscrito ningún bien. Se trataba de presentar un Paisaje Cultural en un ámbito urbano, o lo que es lo mismo, un espacio verde en la ciudad. Esto, que es lo que se demanda hoy en día, o incluso se exige con más brío tras la pandemia, no debería estar tan claro en el Madrid de Felipe II, a mediados del siglo XVI, cuando comenzó su ordenamiento urbanístico. Se trataba de hacer un paseo urbano, arbolado, para que la gente, de toda condición, disfrutase del entorno natural.
La idea le maravilló tanto que ordeno llevar este modelo urbano a Sevilla, primero, y después a los virreinatos en América, teniendo su réplica en México a finales del siglo XVI, la Alameda Central, y en Perú a principios del siglo XVII, la Alameda de los Descalzos. Que un paisaje cultural sirva como modelo en otras partes del mundo es ya un criterio suficiente que acredita ese valor universal excepcional. Un siglo después se construye el Palacio del Buen Retiro y sus Jardines para el Rey Felipe IV. El Retiro y el Prado se unen entonces para permanecer juntos 370 años hasta nuestros días.
La reforma de este espacio se lleva a cabo por Carlos III, el rey ilustrado. No solo debía tratarse de un espacio de descanso y ocio, sino que ahí deben estar las principales instituciones científicas y culturales para que los ciudadanos también se instruyan, aprendan y adquieran el conocimiento. Se instala allí el Museo o Gabinete de Ciencias (actual Museo del Prado), el Jardín Botánico y el Real Observatorio.
La finalidad urbanística se mantiene en el siglo XIX y atrae a instituciones políticas, económicas y culturales que van ubicando, a lo largo de los años, su sede en este Paseo: La RAE, la estación de Atocha, el Congreso de los Diputados o el Banco de España por ejemplo. Esta efervescencia cultural del Paseo del Prado pervive en el siglo XX con la ubicación del Museo Thyssen, el Naval, el Reina Sofia, el Caixa Forum, o las Casas Árabe y de América.
Para Madrid, la inscripción del Paseo de la Luz en la lista Patrimonio Mundial de la Unesco va a suponer un impulso extraordinario, tras año y medio de dificultades en los que, como el resto del mundo, hemos padecido el zarpazo de esta pandemia. Este reconocimiento llega en un momento decisivo para la recuperación del turismo en la capital. Hemos sido un ejemplo de esfuerzo, trabajo y solidaridad durante estos largos y complicados meses. Madrid ha sido la única capital europea que se abrió a la Cultura desde el primer momento y hemos demostrado que es un sector clave para la recuperación, porque supone no solo el disfrute de los propios madrileños, sino que es también un factor decisivo para la atracción del turismo urbano de calidad.
Madrid es una ciudad que genera riqueza, solidaridad y atracción económica y cultural. Estoy convencida de que el espíritu de nuestra ciudad va a ser ahora reconocido por millones de turistas que, sin duda, se acercarán para disfrutar de nuestro patrimonio histórico y cultural, además de la maravillosa gastronomía e infinidad de encantos con los que cuenta esta increíble ciudad.
Esta oportunidad conlleva también una gran responsabilidad y estaremos a la altura. Vamos a seguir avanzando en un modelo de gestión sostenible y accesible; modernizando las estructuras y trabajando en mejorar la oferta turística, para que pronto vuelvan a nuestra ciudad los más de 10 millones de turistas que nos visitaban cada año. Sabemos cuidar, preservar y garantizar la riqueza de nuestro patrimonio y, con este compromiso por bandera, vamos a conseguir que visitantes de todo el mundo vengan a disfrutar de lo que ya pertenece a toda la humanidad.
Para Madrid, la calificación de Patrimonio Mundial supone un orgullo. Por ello, vamos a poner todo de nuestra parte para ensalzar aún más las virtudes de una ciudad que siempre ha demostrado que, cuando se ha caído, se ha levantado más fuerte, más unida y decidida.
*Andrea Levy es delegada del Área de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid
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