Adiós a un símbolo
Así fue el último día de la librería más antigua de Madrid
LA RAZÓN comparte con las dueñas de este negocio el día de su cierre: ”Ahora Pérgamo es como otra persona más que se me va. Pero también la persona más fuerte que conozco, dentro de mi fragilidad. Yo prefiero y procuro vivir en el presente”
Una historia de amor a los libros, a la creación y al ingenio que desaparece. Pérgamo, la librería «de toda la vida» ha dejado de serlo. Ya pronto será recuerdo. El de todos aquellos que se dejaron caer por la calle General Oráa, donde abrió sus puertas en 1945, en el corazón de Madrid. Ha liquidado existencias, hasta este 5 de enero, y se alquila por una jubilación más que forzosa desde el lejano día en que el matrimonio formado por Raúl Serrano Guillén y Lourdes Velasco Ortega-Morejón arrancó un negocio que ha sido el pilar de sus hijas. Ahora, pasados los años –50, ahí es nada–, aquellas muchachas, quieren alcanzar su más que merecido descanso. Lourdes Serrano Velasco tiene ya 80 años, después de medio siglo en el local, y su hermana Ana, de 72, ha podido convencerla de que ha llegado el momento de echar el cierre. «Ya no están, ya no está casi nadie de las personas a las que más he querido, porque eran todas muchísimo mayores que yo. Y ahora Pérgamo es como otra persona más que se me va. Pero también la persona más fuerte que conozco, dentro de mi fragilidad. Yo prefiero y procuro vivir en el presente», apunta Ana a LA RAZÓN.
A ambas les espera una nueva vida lejos de lo que ha sido su día a día de los últimos tiempos. Aunque eso no alivia el pesar, como apunta Lourdes, aunque esté «esperanzada en vivir al máximo el tiempo libre con el que contaré a partir de ahora». Unas palabras que bien conocen todos aquellos que han tenido un negocio de cara al público. Una empresa que no sabe de días libres o vacaciones. Una vida de entrega y sacrificio, como tantas, pero como todas diferente. La presencia constante y cercana de la librería de barrio ya no estará. Otros vivirán su presente en ese pasado que han dejado atrás Lourdes y Ana.
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