Vivienda

José Manuel y María: la mirada a un desahucio tras medio siglo viviendo en Carabanchel

Este matrimonio, cercano a los ochenta años, iba a ser desalojado de su piso por impagos a la comunidad

José Manuel de 78 años y su mujer María Gómez, en la ventana de su vivienda
José Manuel de 78 años y su mujer María Gómez, en la ventana de su viviendaJesús HellínEuropa Press

Unos tienen como máxima preocupación los kilos ganados a pulso de tenedor; otros, dar esquinazo a la enésima variante que dejó a medio país sin cena de Nochevieja. Y después, están José Manuel y María. Hoy, no saben si podrán dormir entre cuatro paredes o, directamente, en la calle. A las 7:30 horas de estaba programado su desahucio.

Esta pareja, que bordea los ochenta años, lleva viviendo más de medio siglo en Carabanchel. Concretamente, en el número 109 de Vía Carpetana. A finales de la década de los setenta, el matrimonio firmó un contrato de renta antigua. Sin embargo, al fallecer la propietaria del piso, el mayor de los herederos demandó a José Manuel por impagos de la comunidad. Fue así como el hijo de la propietaria presentó por escrito al juzgado su solicitud para el desahucio, según informa Efe. Y el momento crítico ha llegado.

Tanto el resto de herederos como los vecinos del barrio se han opuesto a la decisión. A las 7:30 horas, convocada entre otros por el Sindicato Vivienda Carabanchel,decenas de personas se han concentrado a las puertas de la vivienda y han frenado el desahucio del matrimonio. No en vano, recuerdan que José Manuel y María no cuentan con una alternativa habitacional: o permanecen en su casa, o se quedan en una calle mas fría que nunca.

No son los únicos vecinos del barrio que viven bajo esta amenaza. La asociación recuerda también el caso de Verónica. Lleva en su vivienda 10 años, pero un fondo de inversión, propietario de la misma, «se niega a negociar un alquiler de mercado o la compra del piso», a pesar de que la mujer está dispuesta a pagar por ello.

Al final, José Manuel, María y Verónica son las caras de la nueva «anormalidad» derivada de una crisis que, como ya intuíamos, va a ir mucho más allá de lo estrictamente sanitario. Como en los momentos más crudos de la pandemia, la solidaridad se impone.