Opinión

Medidas contra una guerra

GRAF3709. MADRID, 09/03/2022.- La ministra de Igualdad, Irene Montero (d) y la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra (i) se marchan tras la sesión de control al ejecutivo este miércoles en el Congreso donde defiende las actuaciones del Gobierno en el marco de la Unión Europea y de la OTAN respecto a la situación en Ucrania tras la invasión rusa, entre ellas, el envío directo de armas a ese país. EFE/ Emilio Naranjo
GRAF3709. MADRID, 09/03/2022.- La ministra de Igualdad, Irene Montero (d) y la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra (i) se marchan tras la sesión de control al ejecutivo este miércoles en el Congreso donde defiende las actuaciones del Gobierno en el marco de la Unión Europea y de la OTAN respecto a la situación en Ucrania tras la invasión rusa, entre ellas, el envío directo de armas a ese país. EFE/ Emilio NaranjoEmilio NaranjoAgencia EFE

Más Madrid sí que sabe dar donde más duele: se oponen al envío de armas a Ucrania para que la resistencia pueda defenderse de la invasión rusa, pero pide que se retire a Putin la llave de la ciudad. Claro que sí. Porque no hay camino para la paz, la paz es el camino y menos misiles, más ferrocarriles. Justo leo esa noticia, fascinante de tan naif, después de leer otra que cuenta cómo feministas de todo el mundo, tan reconocidas en esto del feminismo como Alba Flores o Teresa Rodríguez, han firmado un manifiesto contra la guerra. La “resistencia feminista” (es que te tienes que reír) se opone al envío de armas con el siguiente argumento: “Las armas perpetúan la guerra, perpetúan la barbarie y perpetúan el sufrimiento. No hay mayor seguridad que la paz”. Contra la guerra, la paz. No sé cómo no se nos había ocurrido antes. Es que no estamos a lo que estamos.

Si no fuese porque el coste real para todos como sociedad no compensa las risas, yo dejaría gobernar una legislatura entera a la izquierda más woke. ¿Se lo imaginan? Cuatro añitos de manifiestos como medida para acabar con todas las injusticias, de retiradas de llaves de la ciudad como ofensiva para finalizar guerras, de poesía en los pasos de cebra contra el mal, de acabar con la violencia de género iluminando edificios de morado. Paridad en todo: de los puestos directivos a los andamios, de las aulas de matemáticas y ciencias a los puestos de estibadores portuarios y la minería. Veganismo obligatorio, prohibición de barbies y balones, obligatoriedad de desdoblamiento léxico en toda declamación. Aplausos en los balcones por cada drama. ¿Te imaginas que hay una guerra y no va nadie? ¿Qué podría fallar?