Gatas

De Madrid a Venezuela para guiar el futuro de los jóvenes

Las socias de Beyond Education ayudan a los estudiantes en la gestión de sus aptitudes para generar un «impacto positivo» en el mundo

Emiliana Oteyza y sus compañeras de Beyond Education.
Emiliana Oteyza y sus compañeras de Beyond Education.Gonzalo Pérez MataLa Razón

Para algunos, encontrar el propio talento es algo sencillo. Hay otros para quienes, por el contrario, no lo es tanto. «Tal vez lo que puede resultar complicado es encontrar cómo aplicar esos talentos o intereses al mundo de los estudios», dice a LA RAZÓN la psicóloga Patricia Pizzolante, quien, en 2018, creó junto a cuatro compañeras Beyond Education, una consultora educativa para facilitar a los jóvenes y sus familias encontrar el camino para ser lo que de verdad quieren ser. Su labor ha sido tan destacada en estos años que la Comunidad de Madrid las ha reconocido a ella y a otra de sus compañeras, también de Venezuela, con el galardón ‘El Sueño de Madrid’, con el que se ha premiado a talentos hispanohablantes que se han desarrollado personal y profesionalmente en la capital. «Es un premio a la constancia y a la integración», añade otra de las cofundadoras, Emiliana de Oteyza.

El proyecto surge de la idea de Mercedes Gómez, quien tiene dos hijos adolescentes. Nacieron prematuros, por lo que siempre trató de estimularles para que cada uno se desarrollase de forma independiente. No encontró el tipo de escucha personalizada que buscaba, por lo que se decidió a poner en marcha el proyecto complementando el equipo con Belén Urena, quien, tras vivir 16 años en Reino Unido, sabía muy bien cómo funcionaban modelos educativos distintos al español.

«Es importantísimo que los jóvenes y las familias tengan claro cuáles son sus aptitudes, y, en este sentido, que hagan un perfil vocacional es fundamental», señala Pizzolante. «Cuando les trasladamos los resultados de este, siempre se produce un empoderamiento, tanto en ellos como en las familias», añade. Además, otro factor diferencial es uno de los puntos –tal vez el más importante– que une a las cuatro socias: «somos madres, así que tratamos a nuestros alumnos de forma muy personalizada. Al final somos varias cabezas pensando en lo mejor para ese joven», dice Otyenza.

Y es que no se trata solo de pensar en cuál es el mejor colegio o universidad para tener el futuro más brillante y lucrativo. Para estas socias hay un factor fundamental en la vida de todo estudiante que no se debe olvidar: su contexto y personalidad. «El factor socioemocional es importantísimo», dice Pizzolante. «No solo se trata de los intereses del joven, sino de que el contexto en el que esté le ayude a sacar lo mejor de sí», explica. En este sentido, «no es lo mismo, por ejemplo, que el joven tenga un vínculo muy fuerte con su entorno, con su familia y amigos que pueda seguir manteniendo a que se le mande lejos si esto le va a suponer un auténtico problema», confirma Oteyza. «Del mismo modo, Administración y Dirección de Empresas se puede estudiar, por ejemplo, en muchas universidades de España, pero cada una tiene su propio sistema de aprendizaje o de enseñanza, y es importante saber cuáles son las características del estudiante». Asimismo, las socias hacen una llamada a la calma: «hay alumnos que van directos a donde quieren ir y otros, porque no lo tienen del todo claro o porque tienen varios intereses, tardan un poco más».

Lo que resulta fundamental es que los estudiantes estén al día de la oferta educativa que existe. «Cada día hay nuevos cursos, dobles titulaciones, becas… y tienen que estar bien asesorados», apunta Urena. «En la Comunidad de Madrid sí que está muy clara la información, pero nos consta que, en otros muchos lugares no es así», añade. Además, incide en una realidad incómoda y silenciosa: “los jóvenes se dan cuenta de la presión que hay sobre ellos». «Hemos estado expuestos a una pandemia, a una crisis económica… todo esto crea una presión social que, aunque parezca que les es ajena, hace que sepan que no lo van a tener fácil para salir adelante», asevera. Sin embargo, hace a los jóvenes protagonistas de un mundo que, gracias a sus aptitudes, puestas al servicio de ese «impacto positivo», puede ser mejor.