La escena final
“Chicas y chicos”, el montaje teatral sobre la violencia vicaria: cuando los niños son las víctimas
Llega al Teatro Quique San Francisco de Madrid el monólogo de Dennis Kelly dirigido por Lucía Miranda e interpretado por Antonia Paso
La obra de Dennis Kelly «Girls & Boys», se estrenó en 2018 en el Royal Court de Londres protagonizada por Carey Mulligan. Cuenta cómo, «a través del recorrido vital de la protagonista, que no tiene nombre porque podría ser cualquiera, se plantea una situación donde la mujer es aplaudida hasta que conquista un espacio en el que los hombres de su entorno se sienten amenazados. ¿Qué pasa entonces? ¿Podemos perdonar que una mujer tenga más éxito que los hombres? ¿Qué precio tiene que pagar? Y los menores, ¿qué papel juegan? Estas son algunas preguntas que queremos plantear al público y nosotros mismos nos cuestionamos al enfrentarnos al texto», escribe Javier Ortiz, productor del monólogo «Chicas y chicos», que hasta el 12 de junio estará en el Teatro Quique San Francisco protagonizado por Antonia Paso y dirigido por Lucía Miranda, que explica por qué se implicó en el proyecto. «Me cuesta trabajar con textos ajenos, pero acepté el encargo porque cuando la leí acabé emocionada llorando pensando que podría ser yo, pero yo como cualquiera. Cuando hablamos de violencia de género, se piensa en un perfil determinado de mujer y a veces nos olvidamos que la clase media educada también forma parte de él, parece que hay cierto tipo de mujeres a las que no les va tocar nunca y sí que nos puede tocar, eso fue lo que más me interesó, que salía mucho del estereotipo», afirma la directora.
Dónde Teatro Quique San Francisco. Cuándo hasta el 12 de junio. Cuánto 18 euros
Ella es una mujer libre, desinhibida sexualmente, independiente, vital, que viaja mucho, obtiene el éxito profesional y forma una familia con dos niños, pero la convivencia la lleva por caminos que no esperaba. «Se enfrenta al machismo y a los techos de cristal profesionales con los que se encuentran las mujeres, su dificultad para progresar y acceder a puestos de poder a la misma altura de un hombre. Ella tiene ambiciones y cuenta cómo las va salvando y cómo ese éxito influye en su relación familiar. Para una mujer, todo esto es mucho más complicado y la pieza plantea cosas al respecto –explica Miranda–. ¿Qué pasaría si las mujeres tuviésemos el poder? ¿Tendríamos el mismo nivel de violencia o no? ¿Mandarían sus hijos a la guerra? No lo sabemos porque no estamos, no hay mujeres en el puesto de Lenin, Putin o Hitler, aunque Margaret Thacher lo tuvo y mira lo que hizo en las Malvinas. Se trata de suponer qué pasaría, de imaginar, de preguntar al público», dice la directora.
Pero estos son asuntos ya tratados. ¿Qué hace esta pieza diferente, no ser una más? «Sin duda –explica Miranda–, la violencia vicaria, la expresión más cruel y despiadada de la violencia de género, algo de lo que apenas se ha hablado desde los escenarios, la manipulación y el uso de los niños dentro de las relaciones de pareja, cómo ellos acaban pagando las consecuencias cuando para dañar a la mujer, el padre ejerce una violencia extrema contra los menores. Esa es la clave de esta pieza –afirma–. Aunque lo cuente la mujer, el centro no está en ella, sino en los niños, que son los verdaderos protagonistas de la historia y eso es lo que más me conmovió».
Y prosigue: «Numéricamente, hasta hace muy poco no se contaba a los niños como víctimas. Últimamente los afectados han crecido un 30% porque ahora sí cuentan dentro de la violencia de género y la obra pone el foco ahí, por eso entramos en una montaña rusa de emociones. Al principio te ríes tanto que parece una comedia, y Antonia Paso es una gran actriz del género, hasta que pasa algo, gira, y todo cambia», concluye.
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