Vinos de barra
Verano blanco
El vino de Eduardo Peña es pura expresión de Ribeiro
Aprietan los calores, se liberan los corsés seguramente de la inteligencia, y alguno que otro se abraza al vino blanco para buscar alguna alegría de futuro. Uno que ya va siendo infalible de varias añadas es Eduardo Peña. Pura expresión de Ribeiro, esta bodega cuyo titular aúna los conocimientos del mundo musical con la pasión enopática. La obra hermosa es el resultado de esa Galicia que duda pero siempre afirma que en el vino está la razón de ser de las cosas. Además el ajedrez galaico del vino está de moda.
Este blanco se consigue mediante la v por separado de varias uvas, desde la Abariño, treixadura, godello, lado o loureira, y que luego van armándose como un puzzle de su habilidades aromáticas y del paladar. Su delicado trabajo sobre lías aquí no es tan invasivo, como esa untuosidad que está acosando al blanco contemporáneo. Pues la amabilidad, la ligereza, la estructura invisible son auténticos sellos del pasaporte de un vino tan actual como las promesas en el aire. Bonitas notas cítricas, saga de flores y ese permanente paseo que tiene los rumores marinos de una bodega llena de conocimiento. Todo da nombre a una emoción.
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