Cultura

«Solo conocemos el 10% de todo lo que queda por descubrir del Antiguo Egipto»

Gema Menéndez, egiptóloga y profesora de Egipcio clásico en la Universidad San Dámaso, relata cómo la mujer llegó a tener en esta civilización casi los mismos derechos que el hombre, pero hay constancia de maltrato en el seno familiar

La egiptologa Gema Menendez
La egiptologa Gema MenendezDavid JarLa Razon

Ha dedicado su vida al estudio del antiguo Egipto. Conoce su lengua y la enseña en la Universidad San Dámaso (UESD). Los veranos los pasa estudiando iconografías, textos, escenas, documenta tumbas en el país de los faraones... Ahora, esta madrileña profesora de Egipcio clásico prepara una campaña para el estudio de una tumba tebana.

¿Cómo se le ocurrió estudiar egipcio?

Desde pequeña ya me dedicaba a mirar libros con fotos de Egipto, aunque no entendía absolutamente nada. Luego descubrí que podía estudiar sobre Egipto en la universidad, hice cursos del CSIC... Ya con la tesis empecé a profundizar en más documentos. Todo esto empezó hace 20 años, cuando no existían tantos cursos de lengua como ahora y te conviertes en un autodidacta. Sacrificaba todos mis veranos para ir a Oxford, Londres... allí pasaba el tiempo investigando.

¿Sobre qué hizo su tesis?

Sobre extranjeros en Deir el-Medina. Es el poblado de trabajadores donde vivieron los que decoraron y construyeron las tumbas del Valle de los Reyes. Eran unos artistas muy especializados, una élite artística dentro de todo lo que es la historia del arte. En el Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo empecé a tratar la documentación escrita que generó. Trataba de buscar si el propio rey confiaba en los extranjeros para algo tan importante como era su tumba real.

¿Y cuál fue su conclusión?

Que esos extranjeros se mimetizan tanto con el resto de los egipcios que es muy difícil diferenciarlos de los autóctonos.

Es un ejemplo de integración...

Desde luego. Se integran de tal manera que cambian sus nombres, sus costumbres funerarias, sus creencias religiosas y, a veces, es muy difícil distinguirlos. Visten y se entierran a la egipcia. A veces tienes que buscar en la genealogía de cada uno por si hay algún antepasado que tenga un nombre extranjero. La mayoría llegaban de la zona de Siria, Palestina o el Éufrates o del imperio hitita.

¿Y qué aspectos de su vida cotidiana ha descubierto?

Sus preocupaciones o sus enfados con algún familiar. Si no quieren dejar la herencia o si están enfermos y piden ayuda. Es documentación muy personal... Me gustaba tratar con personas de verdad, aunque hubieran vivido hace 4.000 años.

¿Hay cosas que se acercan a nuestra vida de hoy?

Sí. Hay una carta de uno de los trabajadores de Medina que, por ejemplo, le escribe a su jefe quejándose de que para trabajar sí le llama, pero no para tomar una cerveza. Las relaciones entre ellos son prácticamente como las de ahora.

¿Entonces los egipcios eran tan tabernarios como los madrileños?

De alguna manera sí, aunque no existían las tabernas como tal. Tienen la costumbre de la cerveza en la vida cotidiana. Pero no era como la conocemos ahora, sino mucho más espesa, más parecida al puré, pero tenía una connotación social. La palabra egipcia para la cerveza es «heneket», que se parece a una marca de cerveza actual, por cierto.

¿Es difícil aprender egipcio clásico?

Sí. Tiene una gramática muy establecida. Se ofertan muchos cursos de introducción de uno o dos meses pero, en realidad, no aprendes egipcio de verdad. A mí me ha llevado muchos años y todavía creo que sigo aprendiendo de mis alumnos, que estudian tres años de lengua y de gramática y luego emplean otro año para traducir textos. En realidad son cuatro años para dominarlo y es mucho trabajo. Además, dentro de de la traducción hay un componente de interpretación personal.

¿Cuál es el perfil de alumno que estudia en la Universidad San Dámaso?

Es gente que ama las lenguas antiguas y que a la vez que están estudiando egipcio, están aprendiendo sumerio, acadio, persa antiguo... O gente que le apasiona Egipto que después de trabajar viene y se entrega totalmente a la lengua.

¿Qué tiene Madrid de Egipto?

Ahora, la primera y más grande exposición que se realiza exclusivamente en torno a la mujer en el antiguo Egipto en España, que reúne casi 300 piezas procedentes de 12 países, en el Palacio de las Alhajas y el tempo de Debod.

¿Qué queda por descubrir de esta civilización?

Muchísimo. Creo que solo conocemos el 10% de todo lo que queda por descubrir.

Una «señora de la casa» con derechos

«En la mujer siempre recayó el papel de la maternidad y del cuidado de la casa. Se la llegaba a llamar “la señora de la casa”. Sin embargo, pudo tener casi los mismos derechos del hombre en lo que respecta a poder ser una mujer independiente, capaz de gestionar sus negocios, heredar y desheredar a sus hijos si veía que no la cuidaban. Incluso ocupar altos cargos. Pero todo esto eran derechos legales. La situación de la mujer podía depender de la jerarquía social de su familia o de la de su esposo», cuenta la egiptóloga. Aún así, asegura que se han encontrado evidencias de maltrato a mujeres en el seno familiar. «Hatshepsut fue una faraona durante mucho tiempo, pero posteriormente su reinado no se tuvo en cuenta y es omitida en algunas listas reales, al igual que lo sería Tutankhamón», añade.