Gestión
Antonio Zapatero: «Vi radiografías de neumonías que daban miedo»
El hasta hace unos días el responsable de la lucha contra la Covid-19 en Madrid relata para LA RAZÓN como fue gestionar los años más duros de la pandemia
Sabemos que ante una situación de crisis sanitaria es importante seguir la evidencia científica, pero en marzo del 2020 no había mucha. También sabemos que hay que cuidar la salud, hay que cuidar a los que cuidan, y que hay que tomar decisiones para hacer el menor daño posible.
Cuando empezamos a oír hablar de la neumonía en China nos parecía que se trataba de «algo lejano» y quizá no le prestamos suficiente atención. Luego vimos lo que ocurría en Italia y nos preocupamos algo más, aunque quizá ya era tarde… En marzo del 2020 yo era el jefe de servicio de Medicina Interna en Fuenlabrada y un residente del hospital de Valdemoro que rotaba con nosotros nos enseñó algunas radiografías de pacientes con neumonías bilaterales que daban miedo, era en esa zona en la que había empezado todo en Madrid. En pocos días los casos acabaron llegando a todos los centros, al principio pocos, pero luego aumentando de forma exponencial, de tal forma que todos los hospitales se transformaron en centros monográficos para el covid. Recuerdo la tarde en la que estábamos colocando camillas en rehabilitación para poder ubicar a pacientes que ya no cabían en ningún sitio, cuando recibí la llamada del Consejero de Sanidad, el Dr. Enrique Ruiz Escudero, para proponerme que junto al Dr. Marco y el Dr. Prados montáramos un hospital en IFEMA. Teníamos la posibilidad de hacer algo para ayudar a contener el tsunami que se nos estaba viniendo encima, y no tuvimos miedo (o quizá un poco sí), pero lo hicimos. Al día siguiente recibimos ya a los primeros pacientes, y en 40 días atendimos a 3.816 personas y pusimos nuestro granito de arena para controlar esa situación que no habíamos ni imaginado. Con el confinamiento la incidencia de casos empezó a disminuir y esta caída fue notable a partir de principios de Abril, por lo que IFEMA pudo cerrarse el 1 de mayo.
Pero la pandemia aún no había terminado, y el 6 de Mayo, la presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso me propone encargarme de la Viceconsejería de Salud Pública y Plan Covid. Un nuevo reto que me permitía seguir ayudando en la peor crisis sanitaria que ha vivido nuestro país. Con un equipo de trabajo y la colaboración de muchas personas dispuestas a darlo todo para que la situación mejorara lo antes posible, empezamos a trabajar en una serie de medidas para enfrentarnos a lo que ocurría. Ya no teníamos tanta prisa y podíamos intentar trabajar como habíamos hecho siempre: con evidencia científica, la que hubiera en cada momento, y apoyados en un comité de Expertos que pudiera suplir lo que la ciencia aún no habría resuelto. Por ello se creó un grupo con el que se pudieron consensuar las difíciles decisiones tuvimos que abordar.
Una de las primeras cosas que vimos era que existía la posibilidad de medir coronavirus en las aguas residuales, y nos pusimos en contacto con la Consejería de Medio Ambiente para empezar lo que acabaría siendo el proyecto Vigía, que detectaba la presencia de coronavirus en 289 pozos de la Comunidad de Madrid, que coincidían en una gran proporción con nuestras zonas básicas de salud. La bibliografía señalaba que detectar virus en aguas residuales equivalía a hacer decenas de miles de PCR. Hay que recordar, que cuando comienza la 2ª ola (julio 2020) uno de los problemas más importantes que teníamos era la dificultad para hacer PCR a todo el que lo necesitaba.
También leímos que hablaban de la utilidad de unos test llamados «de flujo lateral» que luego fueron conocidos como test de antígenos, que tenían una muy buena correlación con la PCR aportando como gran ventaja que tienes el resultado en 15 minutos. Viendo con los jefes de microbiología de los hospitales de Madrid, que a corto plazo el problema de las PCR no se podía solucionar, decidimos empezar a usar los antígenos. Se trabajó con las sociedades científicas unos protocolos de uso adecuado, y cambiamos la forma de abordar el diagnóstico de la enfermedad.
Aunque en julio del 2020 la Presidenta había solicitado la puesta en marcha de lo que se llamó «pasaporte covid», el Ministerio lo rechazó y un no fue hasta un año después cuando se puso en marcha.
Con la segunda ola en ascenso y cada vez más pacientes en los hospitales, la siguiente decisión importante que hubo que tomar fue poner en marcha las limitaciones de movilidad y de actividad social. Nuestra decisión fue hacerlo por Zonas Básicas de Salud. Esta idea partió de la Dra. Elena Andradas, directora General de Salud Pública. Ya nos dimos cuenta de que podría ser una alternativa de control que evitaba la tragedia económica y social que se hubiera asociado a la sanitaria de haber sido más restrictivos. A esto sumamos la realización de test de antígenos a asintomáticos (se hicieron más de 1,2 millones de test) para controlar los casos. Hay que agradecer al SUMMA 112 el esfuerzo que se hizo para que esto llevara a cabo.
Teníamos más armas para la gestión: un estudio de seroprevalencia realizado en las residencias de la Comunidad, hecho a más de 45.000 residentes y trabajadores, nos permitió estratificar los centros en función de los que tenían mayor o menor grado de inmunidad (anticuerpos), lo que nos ayudaba a tomar decisiones clínicas y de aislamiento. También se hizo un estudio en colegios que sirvió para conocer la repercusión que había tenido el virus en los más jóvenes y sus profesores.
Mientras las olas del virus bajaban y subían, tomábamos medidas siendo conscientes de que esto parecía que no se iba a acabar en breve: en octubre de 2020 fuimos los primeros en realizar un documento para resaltar la importancia de ventilación de espacios cerrados, en noviembre se planteó un acuerdo con los farmacéuticos para que los test de antígenos pudieran hacerse en las farmacias, aunque la aprobación de esta medida se retrasó de forma inexplicable durante varios meses. En diciembre se puso en marcha el protocolo de secuenciación genómica con la ayuda de los cuatro servicios de Microbiología con capacidad para secuenciar (Hospitales Gregorio Marañón, Ramón y Cajal, 12 de Octubre y la Paz) a los que estoy muy agradecido por su ayuda. De esta manera fuimos los primeros en detectar la primera variante británica en España (la alfa) y posteriormente la llegada de delta y de ómicron.
Otro de los hitos de la gestión fue la construcción del Hospital Enfermera Isabel Zendal, que se levantó en 100 días y se inauguró en diciembre de 2020. Por allí han pasado más de 10.000 pacientes. Gracias a ello la actividad en otros centros pudo mantenerse evitando el colapso sanitario tan devastador en la primera ola.
A finales del año 2020 empezamos la campaña de vacunación, siguiendo la estrategia nacional del Ministerio, con lo que los pacientes mayores y los que tenían contacto con público fueron los primeros en vacunarse. Era lo que llevábamos esperando desde el inicio de la pandemia, y lo que nos dio un poco de esperanza. Aún quedaba bastante, pero percibíamos que podía ser el inicio del fin.
Pero no fue sencillo: la segunda dosis con la vacuna de Astra generó mucha confusión por la sospecha de ser responsable de producir trombos. La evidencia científica volvió a ayudarnos a tomar una decisión: los datos publicados por los británicos demostraban que los problemas se asociaban fundamentalmente a primeras dosis de vacunas, por lo que se recomendó que en aras de no frenar la inmunización que la gente recibiera la segunda dosis. Un 95% de la población accedió, sin que se hayan tenido problemas relevantes. Por otro lado, la tercera dosis para inmunodeprimidos que se había recomendado por nuestra parte en julio 2021, no se autorizó hasta septiembre por el gobierno.
En diciembre del 2021, con la llegada de ómicron y con el fin de proteger a la población, se decidió repartir test de antígenos gratuitos a la población, repartiéndose 4.5 millones de pruebas hasta febrero 2022.
En los siguientes meses, el covid ha ido cediendo terreno: la población está inmunizada gracias a la vacunación y los contagios, la enfermedad ya no es una desconocida, el miedo se ha controlado, incluso hemos llegado a pensar que lo que hay ahora es «el covid-22». Ya podemos sentir el final de la crisis.
En resumen, en la gestión de la pandemia en Madrid hemos intentado utilizar siempre que he podido en la evidencia científica que iba apareciendo. Además, ha sido esencial el trabajo en equipo, y la comunicación. Siempre hemos intentado que las limitaciones a la población y negocios fueran los mínimos imprescindibles. Controlar la crisis sanitaria no puede estar al margen del resto, había que minimizar también la tragedia económica y social siempre que fuera posible. Y creo que lo conseguimos. Todos, porque esto hay sido un trabajo en equipo en el que han colaborado muchos y a todos ellos tengo que agradecerles su esfuerzo.
✕
Accede a tu cuenta para comentar